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Alberto y nuestro querido compañero del Colectivo (dcha)Manolo Marrero en un acto |
Juan Rivera
Colectivo Prometeo Ya hace tiempo que en España la justicia perdió la mayúscula y la venda. Por su parcialidad.
No voy a centrarme en el caso del diputado canario Alberto Rodríguez.No lo conozco personalmente, pero ayudado por las referencias de un amigo común me atrevería a calificarlo con sus palabras (las que dedicó para despedir del Congreso al diputado del PP Alfonso Candón): “Alberto, eres una buena persona y le aportas calidad humana a la Política”
Despojar del escaño a Alberto se mire por donde se mire ( tal como subrayan juristas de gran prestigio y los propios letrados del Congreso que algo entenderán de ésto) es una barbaridad. De ahí su cuestionamiento y el coro de voces alzadas indicando que el auto condenatorio, al igual que el rey del cuento, va desnudo1.
Por eso creo que es imprescindible centrarnos políticamente en lo que significaría por nuestra parte quedarnos mudos y en silencio ante el atropello. Hay momentos en los que , desde la Izquierda, debemos trazar la línea roja no traspasable,el límite a las renuncias que se nos quieran vender en nombre de “ la gobernabilidad, la estabilidad” o cualquier otra palabra grandilocuente que al final termina siendo baratija.
Desde hace unos años la “calidad democrática “ del aire que respiramos es cada vez más mala. Será cuestión del cambio climático o de la permisividad. Esa que hizo aflorar el “ A por ellos” con la connivencia de medios de difusión y el beneplácito de los poderes fácticos. Lo que se tradujo en garantía de impunidad para quienes empezaron a trasladar su franquismo de barra a campos de fútbol, plazas o casas de “rojos” -verbigracia2 la del odiado “ Coletas” –A sabiendas que desde los antidisturbios lo más que les caería sería una petición de “ selfie” o posado con bandera y águila, nunca una querella por una patada.
Nos están partiendo la democracia en dos como hizo Italo Calvino en su libro con el vizconde de Terralba 3 dándole a la parte derecha, como dicen en mi tierra, “gloria bendita” mientras a la izquierda se le niega pan y sal. Jibarizando sin pudor nuestros derechos colectivos.