Ayer en Zaragoza la ultraderecha acosó (agresión incluida a Violeta Barba, Presidenta de las Cortes de Aragón) a parlamentarios, ediles y representantes políticos reunidos en asamblea para hablar de libertad, convivencia y la búsqueda de diálogo y soluciones radicalmente democráticas al conflicto forzado entre los gobiernos de España y de Cataluña en torno al referéndum del 1 de octubre.
   Esto ha ocurrido gracias a la permisividad del Gobierno y las Fuerzas de Seguridad que miraron para otro lado (una docena de antidisturbios no puede contener a centenares de neo-nazis exaltados) y la connivencia de Partido Popular y Ciudadanos (dirigentes de ambos partidos asistieron a dicha manifestación ilegal y claramente violenta).
    Este hecho, peligroso y preocupante, es indicativo de la deriva fascista a la que nos llevan las actitudes y mensajes de quienes gobiernan con poca inteligencia y mucha cobardía, sin respetar los derechos civiles ni el diálogo, creando conflictos que generan fuegos de artificio que a su vez tapan todas sus vergüenzas, escándalos y escarnios de lo público.
   Nos alerta sobre la fractura social a la que nos enfrentamos en estos días en los que la democracia, la fraternidad y el diálogo parecen estar demodé gracias al ruido ensordecedor que producen y reproducen políticos, jueces, fiscales y medios de comunicación afines a una idea de sociedad y país, el franquismo.