Pepe Aguza
Colectivo Prometeo
Hubo un tiempo, relativamente reciente, en que el terrorismo se combatía con dureza y el Estado tenía mano firme para actuar. Un terrorismo, afortunadamente superado, al que hipócritamente alude la derecha de este país cada vez que se producen procesos electorales.
Sin embargo, en menos de dos décadas, las víctima asesinadas por la violencia de género ha superado con creces el número de muertes al que produjo ETA en 42 años de lucha armada, en total 850 personas, mientras que las mujeres asesinadas desde que se contabilizan registros en 2003, hace apenas dos décadas, supera las 1226 mujeres muertas a manos de sus parejas, cuarenta y dos en lo que llevamos de año, siete el pasado mes de agosto, tres de ellas en el mismo día en Andalucía (una en Almería, otra en el municipio cordobés de Pozoblanco y otra más en el Valle de Guerra de Tenerife), así como dos más a principios de este mes de septiembre, (una en el barrio sevillano de la Macarena y otra en el pueblo jienense de Villanueva del Arzobispo)... Números inexactos si les sumamos las decenas de víctimas en la década de los noventa, aquí no contabilizadas, en los que algunos casos los asesinatos fueron por parejas que trabajaban en las fuerzas de seguridad y tenían acceso a armas.
Está claro que hay varias cosas que fallan en la resolución de este asunto, empezando por los distintos gobiernos de todas las ideologías, incapaces de actuar con mayor firmeza para conseguir erradicar esta lacra con un mayor endurecimiento de las leyes y ejecución de penas máximas en vez de revisarlas y reducirlas, de actuación de las fuerzas del orden y especialmente un modelo educativo en la escuela y el entorno familiar.