Mostrando entradas con la etiqueta Cies. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cies. Mostrar todas las entradas

lunes, 1 de abril de 2019

“El Naufragio”: Una mirada más humana y comprometida con la inmigración



Francisco Manuel Montes Morillo.
Artículo publicado en Paradigma Media

    Las migraciones son una realidad que nos ha acompañado en todos los tiempos. Esto no es óbice para señalar que en la actualidad se está utilizando este tema con una fuerte carga política que está favoreciendo el discurso del miedo y de la exclusión. Con un lenguaje simplista, obsceno, con datos falsos, favorecidos por el mal uso de las denominadas redes sociales, se está haciendo una llamada al odio hacia el inmigrante.
    La derecha más recalcitrante fomenta este discurso excluyente para enfrentar pobres con pobres. Señalar al inmigrante para que nos olvidemos de la desigualdad y para que no seamos conscientes de la riqueza desorbitada de unos pocos.
    Vivimos en un mundo globalizado donde las “mercancías” campan a sus anchas, sin embargo, condenamos a quienes deciden emigrar.
   Estamos en una Europa “Fortaleza” que se desentiende de sus obligaciones legales y humanitarias, externalizando, bajo criterios de “ganancias”, el control de fronteras que de facto se han convertido en espacios para la impunidad, para la vergüenza,  para los “no derechos”. Hoy esto es una evidencia. También lo es que el 80% de los flujos migratorios se producen entre países del Sur y que una ínfima parte de la inmigración se produce por vías consideradas ilegales.
Sobredimensionar las entradas “ilegales” estableciendo además barreras físicas que provocan muertes, así como “barreras psicológicas” que conllevan al rechazo de la población inmigrante, es un relato negativo que está provocando un dolor incalculable en la población inmigrante. Una población vulnerable que necesita de protección y de derechos plenos.
Actualmente la situación es muy preocupante y en lugar de actuar de forma positiva, se  criminaliza a la inmigración, se la desprecia y se hace de muchas maneras: burdas y sutiles. El derecho al asilo queda en papel mojado en aras de una presunta “seguridad”.   La ayuda en origen al desarrollo se cambia por muros y alambradas. A su vez se discrimina con un lenguaje perverso. Hablamos de “invasión” e  “inmigrantes  violentos” cuando la violencia está en que hemos hecho del Mediterráneo un cementerio.
No podemos dividir el mundo entre ellos y nosotros. No podemos caer en la indiferencia. Barreras transversales como la actual Ley de Extranjería, la militarización de las fronteras, los CIEs, las devoluciones en caliente que niegan el pan y la palabra además de contravenir las normas internacionales; no ayudan, todo lo contrario: acrecientan la magnitud del desastre. Las prácticas irregulares que terminan convirtiéndose en leyes ilegítimas  complican aún más las salidas positivas a esta situación compleja.

    Legitimar el discurso bélico y etnocentrista no sirve. En realidad no estamos ante una mal llamada crisis de los refugiados, en realidad estamos ante una crisis de los derechos humanos.