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martes, 14 de marzo de 2023

Yo no entiendo de Política…

                                  

Juan Rivera
Colectivo Prometeo


Cuentan las crónicas que el asesino más sangriento de nuestra Historia Contemporánea, Francisco Franco, cuando mediaba en las disputas entre la jauría de corruptos que poblaban sus Consejos de Ministros, aconsejaba al vate oficial del Régimen José María Pemán o marcaba las directrices a  Sabino Alonso Fueyos director del diario “Arriba”, pilar ideológico de la Dictadura ( las fuentes cambian de interlocutor y no se ponen de acuerdo), zanjaba la discusión con la humorada: “ Haga como yo, no se meta en Política”.

La frase definía perfectamente a un subproducto del Franquismo: el hombre o la mujer que pregonan en sus manifestaciones públicas apoliticismo.

Para mi desgracia estos días pasados al escuchar algunos comentarios de barra de bar el “consejo” del general genocida a sus acólitos me ha venido muchas veces a la cabeza.

Y no,  no por ser un cotilla indiscreto que pone la oreja en conversaciones ajenas sino por tener la mala suerte de tocarme al lado -cuando sólo intentabas tomar tranquilo un café o una cerveza- al energúmeno o a la individua que apostilla todas y cada una de las noticias que la tertulia facha de Ana Rosa ( esa empresaria/periodista que para una chirigota callejera gaditana es “ Ortega Smith pero con peluca” )  le va arrojando  como pienso -en su acepción de comida, no ejercicio mental- y que  la chillona o el gritón  amplifican por encima del umbral del sonido por si en la taberna hubiera  algún sordo y  no se había enterado.

Y estamos hablando de bares de barrio, no Clubes de Campo, Círculos de la Amistad u otras instalaciones con ínfulas elitistas.

domingo, 9 de agosto de 2020

Desatando lo bien atado: Camino a la III República

José Manuel Gómez Jurado. Fuente: Paradigma

Afirmaba Josep Ramoneda en el prólogo de La política en tiempos de indignación de Daniel Innerarity, que «la Indignación no es una política en sí misma» esto es, el enfado o la impugnación no es per se una ideología o una forma de cambio, sino una reacción natural de la sociedad a un hecho de injusticia manifiesta.

La huida del Rey emérito ha generado en varios sectores de la sociedad cuanto menos desconcierto, en una gran parte de ella ha generado indignación, las presuntas corruptelas que rodean a la casa real y en concreto a Juan Carlos, en un momento de crisis sanitaria, económica y social, que se encadena con la anterior de la que apena han trascurrido poco más de 10 años han hecho pensar a muchas y a muchos para qué sirve un Rey.

La derecha, los poderes fácticos, las estructuras profundas del Estado (Deep state) y su mayor valedor en los años de democracia, el PSOE, están tratando de reconfigurar un relato que, por un lado, haga culpables a los de siempre, a Unidas Podemos; por otro lado, restándole importancia a las acciones de Juan Carlos y en última instancia, desligando a este de la institución monárquica para garantizar su continuidad.

Nada nuevo, la historia de los borbones y el entorno de la casa real en España ha rimado siempre al ritmo de una canción que algún rapero podría entonar y la que Talleyrand podría poner letra con su famosa frase: «Es costumbre monárquica robar, pero los borbones exageran». Ya algunos de sus antecesores tuvieron que huir del país por diversos casos de corrupción, pero sin irnos muy atrás, el propio Urdangarín (el yerno bueno) entró en la cárcel tras destaparse un mastodóntico caso de corrupción y desfalco, probablemente por sentirse con la impunidad de compartir mesa con la sangre regia.

Más allá de los robos, que ya deberían explicar la caída de una institución cuyo cabeza de familia ha amasado, según la revista Forbes, una fortuna de miles de millones de euros durante su reinado, podríamos, entre tanta indignación, pararnos a pensar el por qué de la anomalía democrática de la institución monárquica y comenzar a discutir -como nos diría Julio Anguita- sobre la alternativa republicana que queremos, luchando desde el presente las construcciones del futuro. Ya que deberíamos entender algo muy relevante ante esta situación:

El proyecto republicano no puede basarse o al menos no sólo, en la negación de la monarquía, es más, no deberíamos leer la caída de la monarquía como la llegada de algo mejor, de igual forma que la caída del capitalismo, como decía Walter Benjamin, no tiene por qué traer consigo el socialismo, sino que puede traer otra cosa, incluso peor, por difícil que pueda parecer. Estamos hablando del cambio de la forma del Estado, no de un cambio de gobierno, tampoco de la sustitución de un Rey por un presidente de República, sino de la construcción de un estado salvaguarda de los derechos civiles y sociales capaz de generar espacios de participación y dotar a la población de recursos materiales para una vida digna de ser vivida.

No se trata sólo del anquilosamiento de la institución monárquica, de ser propia de épocas pasadas, sino que como decía el jurista Pérez Royo, la monarquía en España es el «tapón que impide cualquier avance democrático» lo cual tiene que ver con su propio pasado reciente. Juan Carlos nunca juró la Constitución del 78 por haber jurado los Principios y Leyes Fundamentales del Régimen franquista, cuando Franco le nombra su sucesor, además en diversas declaraciones como nos cuenta José Luis Villacañas en su libro Historia del Poder político en España, se declara heredero de la Tradición Histórica que representó el Caudillo.

Se ha hecho mucho a través de los altavoces mediáticos para dotar de legitimidad la figura de Juan Carlos I y por qué no decirlo, lo han conseguido, gran parte de la población ha pensado y sigue pensando que «el Rey trajo la democracia» afirmación demencial atendiendo a los hechos históricos, pero muy útil a la hora de crear un relato político adecuado a los poderes franquistas que se blanquearon durante la Transición y aquellos poderes económicos rentistas dependientes del BOE a los que sí parece que Juan Carlos juró lealtad y viceversa; cómo olvidar los regalos de empresarios al emérito, como el yate al que con ingenio llamó Bribón.

En vistas a esta carencia de legitimidad democrática, por ser heredero de un dictador que accede al poder tras un golpe de Estado a un Régimen democrático como la II República, en vistas a la anomalía democrática de que el jefe de Estado de un país sea constitucionalmente inviolable e «irresponsable» ante la ley, sumado a los presuntos casos de corrupción que sobrevuelan a la familia real, ¿Por qué no empezar a debatir sobre la III República?

Las luchas del presente pueden convertirse en las construcciones del futuro, se trata de construir en plural, a partir de debates profundos y sosegados, sin olvidar que es de política de lo que estamos hablando.

Deberíamos definir cómo queremos que sea esa república en base consensos, a puntos concretos con los que la mayor parte de la sociedad se sienta identificada. Para ello es imprescindible construir mayorías, esas mayorías no serán posibles de construir sólo con aquellas fuerzas que se encuentren a la izquierda del PSOE, aunque no construiría nada sin ellas, tampoco bastaría con todas esas fuerzas junto con el PSOE ya sé lo que están pensando: ¿cómo construir una república con el partido que más a defendido a la monarquía? Bien, esas mayorías deben ser construidas desde abajo, no podemos generar otros equilibrios con los mismos contrapesos, debemos empujar la balanza, transformando esa indignación de la que hablábamos al principio en una vía de transformación.

La política no es no es una enemiga, el enemigo es el capitalismo, las estructuras pensadas por la Ilustración, como diría Carlos Fernández Liria, no están mal pensadas, más bien todo lo contrario, nosotras debemos ser garantes del Estado de Derecho que durante el período de la Monarquía parlamentaria no ha sido efectivo, empezando por el propio Rey, los empresarios y los políticos corruptos que han campado a sus anchas por este país nuestro, además, llenándoseles la boca con la constitución y las leyes que incumplían sistemáticamente. Por esto, la economía en la III República deberá estar supeditada al interés general y no al revés, de esta forma, por ejemplo, las trabajadoras y trabajadores no tendrán que elegir entre morir de hambre o de COVID-19.

Una República federal y plurinacional, que entienda de una vez por todas la complejidad histórica del encaje de los diversos territorios que componen el Estado, con un proyecto de consenso y de solidaridad entre las ciudadanías.

Con un compromiso real con el medio ambiente, esto es, una determinación real en el cambio del modelo productivo de nuestro país, apostando por las energías renovables tan despreciadas en la actualidad. Una República ecologista, con todo lo que esto lleva asociado consigo.

Por supuesto, la III República será feminista o no será, todos los consensos logrados por el feminismo y aquellos que quedan por conseguir, deberán ser la piedra angular sobre la que pivote el sistema, situando en el centro los cuidados, que establezca como prioridad la desaparición de la lacra que supone la violencia machista en todas sus formas.

Los servicios públicos deben ser parte fundamental, si algo hemos aprendido de la pandemia es que en última instancia son los que nos salvan. La enseñanza pública, la sanidad pública y demás servicios esenciales deberán ser garantía de una vida digna de ser vivida.

Finalmente «ciudadanía» debe llevar consigo la indisoluble unión de garantía todos los derechos que la conforman, civiles, políticos y sociales, este último tiene que ver con la obligación por parte del Estado de garantizar que todo ciudadano y ciudadana tenga todas sus necesidades materiales cubiertas, pues esa es la única forma de libertad posible.

sábado, 5 de octubre de 2019

Julio Anguita artículo:Felipe VI " el Republicano"


 Julio Anguita
Colectivo Prometeo

Fuente:EL Economista

   Pedro Sánchez ha declarado que la monarquía de Felipe VI "representa los valores de la II República". Se comprende, y hasta parece plausible que el Presidente del Gobierno - sedicente republicano por otra parte- en una entrevista realizada en el extranjero, sea respetuoso con el Jefe del Estado y no de pie a que sus palabras pudieran crear malestar o conflicto entre la primera y segunda magistratura del Estado. Pero de ahí a la hiperbólica, servil y gratuita adulación cortesana hay un trecho enorme.
   ¿Por qué el Jefe del Ejecutivo ha dicho semejante dislate? ¿Se trata de un caso de ignorancia histórica o de frivolidad política? ¿Conoce la ejecutoria de su partido anterior a 1975? Particularmente no creo tales cosas. Se me hace cuesta arriba pensar que se le hayan olvidado las decenas de miles de cadáveres republicanos víctimas de la dictadura, abandonados en cunetas y fosas comunes sin que sucesivos gobiernos de la monarquía constitucional o el propio Rey hayan solucionado o se hayan interesado al menos por acabar con esa ignominia. Tampoco creo que se haya olvidado la secuencia histórica desarrollada entre el respaldo de Alfonso XIII a la dictadura de Primo de Rivera, la marcha de España del citado rey, la proclamación de la II República, la rebelión del ejército africanista, la dictadura de Franco, la designación por parte de éste a Juan Carlos I como sucesor del régimen " a título de Rey" y la posterior Transición con todos sus olvidos, sus renuncias y la inmersión de intereses financieros, grupos oligárquicos y servidores de la dictadura, en el nuevo Jordán "democrático".

domingo, 14 de agosto de 2016

Lectura recomendada: Badajoz, agosto de 1936, la alondra ensangrentada


Manuel Cañada
Miembro del Frente Cívico Somos Mayoría.
Militante de los Campamentos Dignidad Extremadura

No cesará la alondra
ensangrentada en su furioso canto.
Hoy es el día del jamás y el nunca,
ah país del dolor, Extremadura.
Antonio Gamoneda

Han pasado 80 años desde la matanza de Badajoz, desde el crimen más vil de la historia de Extremadura. Y sin embargo, todavía, hablar de ello en esta tierra sigue siendo un tabú. Todavía mandan el silencio y la prudencia, todavía no se ha ido todo el humo, “todavía está todo todavía”. ¿Cómo es posible que el olvido siga ocultando el asesinato de miles de personas, el genocidio más brutal que ha sufrido nuestro pueblo?
14 de agosto de 1936. Badajoz es una ciudad sitiada, atemorizada, a punto de sucumbir. Desde hace días padece el bombardeo sistemático de la aviación y, tras la caída de Mérida, las columnas del ejército sublevado le han puesto cerco. Al oeste, el gobierno portugués colabora abiertamente con los golpistas y en el interior de la población la cárcel es un hervidero: en ella están los guardias civiles sediciosos a los que el pueblo trabajador de la provincia de Badajoz derrotó y desarmó en los primeros días, tras el levantamiento militar. En la frontera de Caya aún puede verse una bandera emblemática de la UHP (Uníos Hermanos Proletarios), pero el pánico ya ha prendido. Llegan noticias de las andanzas criminales que prodiga la Columna de la Muerte y el éxodo ya ha comenzado. Lo cuenta Mario Neves, el corresponsal de El Diário de Lisboa en su crónica del 11 de agosto: “Un largo hormigueo negro e interminable de mujeres y niños” va llegando al paso fronterizo huyendo de la catástrofe que todos presienten. “Tan sólo las milicias populares defienden la ciudad, sin que lleguen ni la artillería ni la aviación que Madrid promete diariamente. Es natural que la ciudad caiga de un momento a otro en mano de los rebeldes. En cuanto se acerque la columna de Castejón, bien pertrechada y provista de municiones, Badajoz tiene sus horas contadas”.
Badajoz es el primer rompeolas de todas las Españas. Todos los ojos están puestos en sus murallas, en estos campesinos que han osado enfrentarse al feudalismo de los señoritos, que le han dado vida al sueño de la reforma agraria. Pero Badajoz no se rinde, este ejército de yunteros, de lavanderas, de ferroviarios, de costureras, de albañiles, de maestras, de mecánicos, de criadas de servir, de médicos, de trabajadores de toda clase, ha decidido resistir. Hay que defender la República, hay que retrasar el avance de los fascistas hacia Madrid.
El 16 de febrero, con la victoria del Frente Popular en las urnas, se ha roto el dique de la presa de agua, viva y sonora, subyugada durante décadas. Ya no más dilaciones, trabajo, laicismo, democracia, tierra y libertad, grita el pueblo, que ha soportado durante tanto tiempo el desprecio y la altanería de las clases dominantes. “La carne y la sangre viva, el trabajo, el sudor, las lágrimas y el hambre, salían al encuentro de la bisutería, de las barras de carmín, de los polvos, el colorete, los tés danzantes, las rentas artificiales, las trampas y la hipocresía”. Así describe José Herrera Petere una manifestación espontánea en la Gran Vía madrileña celebrando el triunfo del Frente Popular.