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Goya: Duelo a garrotazos |
Agustín Moreno
Diputado Unidas Podemos Asamblea de Madrid
[Reproducimos el artículo de nuestro querido compañero y amigo Agustín que hoy aparece en el diario " Público" ( arriba enlace). En el Colectivo Prometeo estamos convencidos de que reflexiones como la suya se hacen necesarias para huir del "cainismo" que tantas veces nos ha devorado]
He dudado en publicar este artículo, porque como se ha abierto la veda del tiro al pichón, seguramente recibiré más de un escopetazo de algunas personas impulsivas. Pero como no estoy dispuesto a perder la libertad de expresión que siempre he tenido, ahí va.
El pasado 1 de abril puse un tuit que decía lo siguiente: "Estoy fuera del país, pero políticamente estaré en el Magariños con Yolanda Díaz. Los bárbaros están a las puertas y Sumar es el último tren de la esperanza de la izquierda, si es generosa, se une y tiene sentido de la supervivencia. Que así sea o la historia no nos lo perdonaría". Evidentemente me refería al acto de Sumar donde Yolanda Díaz anunció su candidatura como cabeza de lista. Tuvo 157 comentarios, muchos de ellos de una agresividad que no me parece normal. Como estoy de vuelta y de despedida de muchas cosas, no me lo tomo como una cuestión personal, pero conviene analizar qué nos pasa.
El problema político que refleja es el desencuentro entre Podemos y el proyecto Sumar que condujo a la ausencia del primero en el acto del 2 de abril. No voy a entrar a analizar las responsabilidades de cada parte. Doy por hecho que cada una cree que su planteamiento es el más justo: Podemos pide más protagonismo, porque considera que tiene más peso político que otras formaciones y lo expresó planteando primarias abiertas en un acuerdo previo al acto. Sumar está de acuerdo en que haya un sistema democrático de primarias a negociar antes de las elecciones de diciembre de 2023 con todas las fuerzas que formen parte del proyecto. Es legítimo que cada parte defienda sus posiciones, pero mucho cuidado con la manera de hacerlo.
Lo que realmente me inquieta, porque puede dar al traste con la necesaria unidad de toda la izquierda, es el clima de radical confrontación creado desde hace meses y que no deja de crecer. Una de sus manifestaciones se produce en las redes sociales. Mi preocupación por esta negativa dinámica la reflejé en un artículo donde venía a plantear una tregua hasta las elecciones del 28 de mayo.
Parecía que se habían tranquilizado un poco las cosas, pero de nuevo volvieron a recrudecerse en torno al 2 de abril, hasta el punto de que da la sensación de que se les están yendo de las manos a todos. Por ejemplo, a Juan Carlos Monedero, le han criticado por decir que puede haber dirigentes de la izquierda (por Yolanda Díaz y Mónica García) que se equivocan "pero no son el enemigo". Pablo Iglesias ha dicho en Twitter: "Sé que muchos militantes y simpatizantes de Podemos se sienten muy dolidos, pero creo que toca mantener la cabeza fría y seguir defendiendo la unidad con primarias. Hay intereses demasiado obvios en intentar romper, una vez más, la izquierda". Aunque abunda en la idea del agravio y de la conspiración permanente contra la izquierda, bien está que llame a la tranquilidad. Lo mismo ha venido a decir en Zaragoza: hay que apostar por la unidad "a pesar de los insultos, los ninguneos y los desprecios".