José A. Naz Valverde
Colectivo Prometeo
Presidente de Andalucía Laica
El obispo de la diócesis de Córdoba, Demetrio Fernández, ha comenzado hace unos días a realizar una ruta de “visitas pastorales” a centros educativos públicos de la provincia. La justificación es que existe la “asignatura” de religión, cuyo profesorado programa con la diócesis esta actividad. El prelado no se limita a entrar en la clase de religión, en el horario de religión y con el alumnado de religión, sin alterar el normal funcionamiento del centro, como demandan las instrucciones emitidas al respecto hace años por la Delegación de Educación.
En la mayoría de los casos se interrumpen las clases, la dirección recibe al prelado como si se tratara de una “autoridad pública”, se reúne a todo el alumnado de religión (y en algunos casos a todo el del centro) en un salón para recibir la “evangelización” del pastor, en lugar del aprendizaje de matemáticas, lengua, idiomas, conocimiento del medio, o las materias que corresponderían en ese horario.
Esto sucede con la colaboración, consentimiento o conocimiento de las direcciones de los propios centros, de una parte de las familias y del profesorado y de la administración educativa. El incumplimiento de las instrucciones de la propia Delegación, no ha tenido, que sepamos, hasta ahora ninguna exigencia de responsabilidades por parte de la Inspección Educativa. Todo esto sucede en un centro educativo público de un Estado aconfesional, en una Comunidad Andaluza, cuya ley de Educación dice que “la escuela será laica”. Y en una sociedad del siglo XXI, donde el 40% de las personas se declaran no creyentes y sólo el 18% católicos practicantes.
Estos hechos, que se están haciendo rutinarios, deberían hacernos reflexionar lo siguiente: