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Ana Botella y Florentino Pérez. Imagen de eldiario.es |
Rafael Juan
Colectivo Prometeo
Responsable Organización FCSM
El delegado de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Córdoba, Rafael
del Castillo, anunció el pasado fin de semana su intención, y la
del grupo municipal de IU, de estudiar todas las vías posibles para
remunicipalizar el servicio de ayuda a domicilio que actualmente
presta, bajo un contrato, la empresa privada CLECE, una de las casi
300 empresas propiedad de Florentino Pérez.
Ya en el pasado mes de julio, cuando tocó renovar el contrato,
Rafael del Castillo declaró que no era la fórmula que a él le
gustaba: que una empresa privada se hiciera cargo de la prestación
de servicios básicos a la ciudadanía. Pero que, hasta ese momento,
no había tenido otra opción y que buscaría alternativas a ello.
Los escándalos en torno a esta empresa no son nuevos ni sólo en
Córdoba. Valladolid, Cataluña, Cuenca, Coruña, Almería, Navarra, Las
Palmas de Gran Canaria, Pontevedra,.. son sólo algunos territorios donde CLECE mantiene problemáticas laborales con sus
empleadas y donde se denuncian incumplimientos de contrato.

Desde la entrada en vigor del Tratado de Maastricht, los distintos
gobiernos, pero muy en particular los españoles, han ido elaborando
una serie de leyes para el cumplimiento de los acuerdos que aquél
amparaba, suponiendo un enorme catálogo de recortes en la prestación
de servicios públicos. Todo bajo la idea alienante de que lo público
era nefasto y lo privado fantástico, y que gracias a ello, con la
competitividad que se generaba, los ciudadanos ganaríamos en calidad
y en precio. Fruto de esta ideología económica, defendida por la
derecha y la socialdemocracia europeas, fueron las privatizaciones de
sectores básicos y estratégicos, previo saneamiento, eso sí, por
parte del Estado. Telefónica, las eléctricas, Iberia, CAMPSA,
Tabacalera, Renfe, Correos,… así como un gran número de empresas
más pequeñas pero que prestaban sus servicios en base a la
universalidad, al servicio público y con condiciones laborales
decentes. Recordemos como se nos dijo, entre otras cosas, que los
precios ofertados por las compañías, ya privadas, iban a ser
bajísimos gracias a la competitividad entre ellas. Como no es el
motivo de este escrito, sólo daré un dato: la factura de luz ha
subido, en diez años, un 80%, siendo más caro el producto consumido
y, sobre todo, la cuota, es decir, lo que vulgarmente llamamos el
“gastes o no gastes”. También podríamos hablar del precio de la
gasolina, del gas, de los acuerdos en las empresas aéreas o
telefónicas a la hora de subir los precios todas por igual, etc.,
etc.