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sábado, 23 de diciembre de 2017

Círculos dantescos en el Orden Global [II y III]




 María Dolores Nieto Nieto y Francisco Sánchez del Pino
miembros del FCSM Jaén y activistas de la asociación “Jaén Ciudad Habitable”
 (II)
La UE alemana y la cuestión catalana
    El “ordoliberalismo” y la hegemonía alemana en la UE constituyen el modo específico de realización del capitalismo alemán en las condiciones de la mundialización capitalista. Alemania, su corazón industrial exportador europeo, ha pasado de ser un “subsistema” de EE.UU contra al Este (con más de 170 enclaves y bases militares norteamericanas en territorio de la RFA) y espacio de “reciclaje del capital norteamericano” tras la II Guerra Mundial, a convertirse en la fuerza hegemónica y determinante de la UE, está tratando de configurarse ahora en potencia imperialista,  con forma de “soberanía europea”, a costa de liquidar también, en dos décadas, su propio “modelo social”: la pobreza relativa ha pasado del 11% al 17% con la introducción de los minijobs, se ha duplicado el número de personas que realizan dos trabajos para vivir, los pensionistas pobres son ya el 30% y la concentración de la riqueza del país en pocas manos es ya la segunda a nivel mundial tras EE.UU.[i]
    Desde los años 80 del siglo pasado, la RFA fue diseñando un determinado modelo de Europa estructurada en varios círculos concéntricos, a partir de un núcleo central ya constituido “del marco alemán”. Las orientaciones alemanas de las políticas europeas en los años 90 (de forma violenta y acelerada tras la absorción de la RDA) parten de reestructurar el Raum, y de la idea de alejarse de las unidades nacionales hacia unidades supranacionales y regionales, con una política concertada alemana y europea de apoyo los movimientos regionales y autonómicos dentro de los estados europeos (bretones, catalanes, escoceses, etc). Uno de los mayores teóricos de la integración europea, asesor del gobierno de Kohl, el profesor Werner Weidenfeld, escribió en 1998 un artículo sobre la ligazón entre la constitución de un euro-Raum y las “ambiciones de poder político mundial de Europa”.
     Este tipo de teorizaciones deben tomarse en serio, dado que de alguna manera marcan el devenir real de la UE, más allá de las dinámicas retórico-europeístas “de los valores” a las que acuden sectores fundamentales del procés (y paradójicamente, también, algunos actores que se oponen al mismo). La Unión Europea no es hoy un Estado federal “incompleto”, como entienden algunas izquierdas europeas, sino una superestructura paraestatal en la que los tratados funcionan como “una constitución sin Estado y sin pueblo”. Esta UE cuya gobernanza neoliberal-supranacional se ha incorporado tanto a la Constitución Española (a la que apelan los miembros de la “triple alianza” -PP-PSOE-Ciudadanos- que la han vaciado de contenido) como a la Ley de Transitoriedad aprobada por el Parlament de Catalunya, ahora se propone dar un paso más.