Gente
Podrida: El triunfo de la moralidad sobre la
ética
“Mucho huele a podrido
en el reino de España”
Antonio Pintor Álvarez
Miembro del Colectivo Prometeo y del
FCSM
Cuando nos aproximamos al hecho de la
corrupción en general y en el terreno de la política en particular
con ánimo de entenderla a fin de evitar su instalación, como ocurre
en la actualidad, en las instituciones que nos gobiernan, necesitamos
tener en cuenta, al menos, tres dimensiones que influyen en su
desarrollo: el sistema, la situación y la disposición o carácter
de las personas.
En estos tiempos estamos habituados a
escuchar en boca de quienes nos gobiernan la frase “manzanas
podridas” en referencia a los múltiples casos de corrupción que
vienen apareciendo entre quienes integran los diferentes organismos
del Estado, la mayoría personas con vinculación política del
partido gobernante en el territorio afectado (Partido Popular a nivel
nacional y en comunidades como Madrid, Baleares, Valencia, etc.; el
PSOE en Andalucía y CiU en Cataluña, por citar solo las más
relevantes). No me parece que sea acertada la metáfora por
reduccionista ya que no son sólo las manzanas (personas) las que
están podridas sino que lo está el cesto en el que se encuentran
(situación) y, lo que es más grave, los mimbres (el sistema) con
los que está construido.
El sistema (los mimbres) en el
que se producen los hechos es el sistema capitalista caracterizado
por asimilar éxito con progreso aunque sea desnortado y destructivo
del medioambiente, consumo y acumulo de riqueza, sin importar los
medios utilizados para conseguirlos; y la situación (el
cesto) hace referencia al entorno político, caracterizado por una
falta de transparencia y dependencia de los poderes económicos a
cuyos intereses particulares sirven a costa de la “POLITICA” y de
la democracia, perdiéndose la capacidad de garantizar todos los
intereses existentes, especialmente de los grupos más débiles y
vulnerables a costa de los más poderosos y mejor organizados.