lunes, 31 de mayo de 2021

Un decrecimiento inaplazable


Remedios Copa
Colectivo Prometeo


   Aunque el término decrecimiento suena ahora con un ímpetu apremiante, no se trata de un concepto tan reciente puesto que ya cristalizó en la conferencia internacional de 2002 en Paris. Nacido en Francia de la confluencia entre la crítica histórica, social, económica y de desarrollo, y la crítica a la insostenibilidad del sistema económico, el decrecimiento se planteó en regiones no solo de Francia sino también de Bélgica, Italia, Irlanda, Reino Unido y en Cataluña.

Fueron impulsores del desarrollo teórico del decrecimiento Serge Latouche, Pierre Rabhi y François Schneider. El apoyo a su difusión lo prestaron instituciones como el Institut d´Etudes Économiques pour la Décroissance Soutenable y la incipiente Recherche et Décroissance.

Si bien tanto en Francia como en Bélgica se nutrió de la vertiente académica, también contó con el impulso de movimientos de base que fueron conformando una plataforma de contestación social que dio lugar a movilizaciones y denuncia de los peligros que supone la experimentación y el uso de nuevas tecnologías como los transgénicos, la energía nuclear, los agrocombustibles, las nanotecnologías y las llamadas tecnologías de la seguridad.

También dieron soporte y apoyo a las teorías del decrecimiento otras organizaciones con reivindicaciones en el ámbito de la ecología, la lucha por la distribución equitativa de los recursos, el freno a la obsolescencia programada y el consumismo abusivo del usar y tirar. Porque el decrecimiento es una corriente de pensamiento económico, político y social que preconiza como idea central la disminución de forma controlada y progresiva de la producción, equilibrando la relación entre los seres humanos y la naturaleza.

Ya en los años 70 hubo economistas de diferentes ideologías que coincidían en la advertencia de las consecuencias de la industrialización sobre el medioambiente y las repercusiones que tendría el aumento continuo de la producción de bienes y servicios cuyo incremento en el consumo de recursos naturales podría desembocar en pocos años en el agotamiento de los recursos naturales del Planeta. La teoría del decrecimiento tiene por objeto parar esta tendencia cuyas consecuencias reales ya estamos experimentando ahora.

La teoría del decrecimiento económico defiende que la sostenibilidad económica es compatible con la preservación de los recursos naturales si se disminuye el consumo de bienes y energía; pero que nadie piense que podemos seguir creciendo porque los recursos del planeta son limitados, muchos de ellos están ya prácticamente agotados y, al ritmo al que estamos ahora, ya necesitaríamos 1,7 Planetas para mantenerlo.

No va a ser posible que todas las naciones alcancen el nivel de consumo occidental ni que nosotros podamos seguir manteniendo el que tuvimos hasta ahora. Así que, nos guste o no, es urgente e imperativo frenar el desarrollo industrial y tecnológico, racionalizar nuestro consumo y aprender a vivir mejor con menos.

Retomando una advertencia de Fidel Castro, “Es posible la extinción de la raza humana si no se cambia el sistema”, concuerda con lo que nos vienen diciendo expertos españoles que preconizan la necesidad del decrecimiento entre los que citaré a Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, quién en 2014 publicó “¿Por qué el Decrecimiento?” y en 2021 “Iberia vaciada. Despoblación, decrecimiento y colapso” y al investigador y científico del CESIC, Antonio Turiel, quién recientemente ha advertido a los políticos sobre unas cuantas cuestiones relevantes respecto al actual esfuerzo para realizar una Transición Ecológica para conseguir la descarbonización total de España y de Europa.

Turiel advierte de ciertos puntos oscuros en la propia Ley de Cambio Climático y Transición Energética que requieren una urgente revisión, entre los que señala la gran cantidad de materiales críticos que requiere el enorme despliegue de sistemas energéticos renovables que se pretende implementar y, el agotamiento de los recursos entre los que están los materiales críticos que requieren las renovables.

También se cuestiona Turiel la necesidad de tanta producción de energía en España cuando ya estamos produciendo más de la que consumimos, por no hablar ya de la degradación del territorio y los daños a la flora y fauna y los estilos de vida que de forma irreversible se destruirán con dichas explotaciones.

Otro autor, el economista Albino Prada, en su ensayo “El despilfarro de las naciones” aborda el desorden económico actual de las sociedades desarrolladas.

Por último, y por si a alguien le quedaban dudas de la necesidad del decrecimiento, el Presidente Pedro Sánchez advirtió a los españoles durante la presentación del proyecto España 2050 de la ineludible necesidad de reducir nuestro consumo. Consumir menos carne, ropa, electrónica y reducir nuestros viajes son algunas de las prioridades en los cambios de comportamiento que se requieren a la población frente a la emergencia climática y la escasez de recursos que se está constatando.



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