jueves, 7 de marzo de 2024

¿ Por qué la Renta Básica Universal es también una reivindicación feminista?

 

Imagen: La Rosa Roja


Rosa Blanco Casares

Asamblea de Mujeres de Córdoba " Yerbabuena"
Plataforma "Renta Básica Universal" de Córdoba

Resumen:
El feminismo ha desvelado ante la sociedad global las injusticias y desigualdades que las mujeres venimos sufriendo en cada momento histórico y en cada lugar del planeta. Hoy, creemos necesario seguir reivindicando la igualdad, también con medidas de política económica como una Renta Básica Universal, que, si bien no va a terminar con las desigualdades de género, va a desterrar la pobreza en general y a posibilitar una mayor cuota de libertad y autonomía entre las mujeres dependientes, sometidas por razones diversas y excluidas socialmente.

La Asamblea de Mujeres " Yerbabuena" y la Plataforma Renta Básica Universal, ambas de Córdoba, trabajamos por una sociedad plural, diversa, e inclusiva, que ponga en el centro de la justicia social, la defensa de la vida de las personas. Y, desde esta perspectiva feminista, nos parece que la justicia social tiene mucho que ver con la redistribución de los recursos y un reparto equitativo de la riqueza. Tiene que ver con el reconocimiento de las diferencias entre las personas, entre los pueblos y entre las naciones, desde la igualdad y el respeto; y tiene que ver también con la participación democrática, que nos permite tomar decisiones en beneficio del conjunto de la sociedad.

Esto requiere asegurar una economía para poder vivir con dignidad para hombres, mujeres y toda la comunidad LGTBIQ+; garantizar oportunidades para ser quien quieras ser, según tu orientación sexual o de género y formarte según tus deseos y capacidades.

También significa poder acceder a empleos “decentes”, como dice la OIT, en la que esté garantizada la negociación colectiva y se haga realidad el art. 35 de la Constitución Española sobre el derecho al Trabajo y el deber de trabajar en libertad.

Intervenir en la construcción de una sociedad justa, democrática y participativa exige la puesta en marcha de políticas que favorezcan la libertad de las personas y garantizar su existencia material. Una medida de política económica a favor del ser humano, recogida en la Declaración de los Derechos Humanos Emergentes, es la Renta Básica Universal (RBU), entendida como:

“El derecho a la renta básica o ingreso ciudadano universal, que asegura a toda persona, con independencia de su edad, sexo, orientación sexual, estado civil o condición laboral, el derecho a vivir en condiciones materiales de dignidad”.

“A tal fin, se reconoce el derecho a un ingreso monetario periódico incondicional sufragado con reformas fiscales y a cargo de los presupuestos del Estado, como derecho de ciudadanía, a cada miembro residente de la sociedad, independientemente de sus otras fuentes de renta, que sea adecuado para permitirle cubrir sus necesidades básicas”.

Sin embargo, el sistema de producción capitalista incrementa cada año, más desigualdades entre la población rica y la población pobre. Con ocasión del 8M hablaremos de las mujeres y de todas las personas percibidas como mujeres, como grupo fuertemente sometido a todo tipo de violencias: una violencia económica, física, psicológica, simbólica, lo que se llama una violencia estructural. En este caso, nos vamos a referir a la violencia económica, porque la falta de recursos económicos merma o impide la libertad para tomar decisiones sobre el proyecto de vida personal, sobre la comunidad y sobre las relaciones que establecemos con el medioambiente.

Según datos de la ONU, Casi dos tercios de las personas analfabetas del mundo son mujeres y representan el 60% de la población mundial que pasa hambre.

En España, con datos del INE 2024, hay un poco más de 9,7 millones de personas en situación de riesgo de pobreza, exclusión social o con baja intensidad en el empleo, Esto es el 20,2% de la población. La tasa de pobreza entre las mujeres es del 20,8 %, más elevada que entre los hombres 19,5% y en los hogares monoparentales la cifra asciende al 45%. La privación material y social severa afecta al 9% de la población, unos 4,3 millones de personas, siendo mayoría mujeres.

Tener un empleo no garantiza salir de la pobreza. Son las mujeres las que acceden con frecuencia a trabajos precarios, temporales o de interinidad; y, a pesar de los logros conseguidos con los permisos de paternidad, siguen siendo las mujeres quienes más tienen que compatibilizar tiempos de crianza y cuidados con otros de tipo laboral, formación, ocio y libre disposición. Los datos de la Encuesta de Población Activa, 2022 señalan que el porcentaje de mujeres paradas que abandonaron el empleo para el cuidado de niños/as o de personas adultas enfermas, incapacitadas o mayores, fue del 91,85% frente al 8,15% de los hombres por esta razón. La proporción de mujeres que deja el mercado laboral es muy superior a la de los hombres y apenas se ha cambiado en los últimos 30 años”. Hay un 72,62% de las mujeres ocupadas a tiempo parcial que declaran su imposibilidad de conseguir un empleo a tiempo total.

“La ganancia media para los hombres fue de 28.388,69 euros y para las mujeres de 23.175,95 euros. El salario medio anual femenino representó el 81,6% del masculino” (Encuesta Anual de Estructura Salarial. 2021). Estas desigualdades con datos reales son ejemplos de lo que la población percibe como desigualdad de género. El 15 de enero el Centro de Investigaciones Sociológicas publicaba que el 83,9% de las personas encuestadas, creen que las mujeres aún sufren desigualdad respecto a los hombres y casi un 60% considera que estas desigualdades son muy grandes.


En este 8 de Marzo queremos tener presentes las desigualdades que viven las mujeres en general por falta de unos medios económicos que limitan o impiden su proyecto personal de vida: mujeres que sufren Violencia de Género sin posibilidad de independizarse, las desempleadas o malviviendo en la precariedad, las migrantes racializadas, las empleadas de hogar, las de ayuda a domicilio, las Kelly, las trabajadoras del campo, las trabajadoras sexuales, las víctimas de trata, las mujeres trans y todas las personas que por razón de sexo o género son percibidas y discriminadas como mujeres.

Muchas no tienen empleo, no tienen salario, ni reconocimiento, ni los derechos de una persona asalariada, pero todas hacen trabajos para sobrevivir.

En el s. XXI es necesario avanzar socialmente y poner la vida en el centro (la vida humana y la del planeta), aprovechando la herencia universal de los logros de todos los saberes humanos producidos por hombres y mujeres a lo largo de la Historia. Entre todas, todos, todes, tenemos la obligación de enriquecer esa herencia para las generaciones presentes y futuras.

Si se implanta una renta básica universal incondicional y suficiente (RBU), todas las personas, tendrán lo básico que se necesita para vivir con dignidad y más libertad para decidir ¿a qué se tiene miedo? ¿a la libertad?.
Si las personas pudiesen disponer de más tiempo libre, por tener una RBU, su salud también mejoraría y seguro que habría más posibilidades de caminar hacia una sociedad diferente, más amable. Sería más fácil establecer relaciones igualitarias, basadas en el respeto, en la ternura, en el compañerismo. Muchas mujeres dejarían de soportar lo que hoy soportan.

Dice Coral Herrera que si dispusiéramos de una RBU “Las mujeres no necesitaríamos leyes que nos protejan. Lo que necesitamos son recursos y derechos para vivir con dignidad”.

Nosotras decimos que lo que necesitamos es una justicia social con perspectiva feminista que nos permita ir transformando esta sociedad en la sociedad de todas, todos, todes. Y para ello, una RBUIS sería el primer paso para desterrar la pobreza, para disponer de mayor libertad y fortalecer la condición de ciudadanía.


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