( Este texto forma parte de una trilogía de artículos - "... Y el PP la vuelta al esclavismo ( II )"; "Desde la Izquierda: ¿ Qué hacer? " ( III ) - que nuestro Colectivo irá publicando cara a las próximas elecciones generales )
Juan Rivera
No se les puede negar su maestría en la picaresca. Faltos desde 1975 de una ideología que vaya más allá del “que hay de lo mío”, los dirigentes del PSOE son eminencias a la hora de defender panza arriba el estatus conseguido – que se derrama graciosamente hasta sus bases y adosados - con la ocupación del espacio público por los resultados electorales.
Durante los últimos 35 años han proporcionado a un auditorio a veces entregado y boquiabierto, a veces mosqueado y enfurruñado, todo el repertorio de “ Trucos de Magia política “ que compiló el encantador de serpientes González.
Así, hemos visto pasar ante nuestras vidas inolvidables lecciones de ilusionismo ( quedarse en la llamada Transición con las siglas históricas del partido, desplazando del mismo a los que habían mantenido la llamita en el exilio, aparecer en el Congreso de 1976 como antifranquistas “ a posteriori”, pese a no haber sufrido en sus carnes de militantes recién incorporados– excepción de Rubial, Redondo y un puñado más –la represión de la Dictadura, logrando con la impostura una equiparación a los sectores combativos – PCE, CC.OO., grupos a la izquierda del PCE – que realmente habían sido vapuleados sin compasión), manejo del cubilete en “ ¿ dónde está la bolita?” (ganar las elecciones de 1982 subidos al caballo del “ OTAN de entrada ¡ No! “ y terminar convocando un referéndum en 1986 para permanecer en la Alianza Militar y desde entonces convertirse en los mejores recitadores del si bwana ante cualquier propuesta de intervención que ponga sobre la mesa el amigo americano ), prestidigitación ( lograr la desaparición de las tropas de Irak tras las manifestaciones populares de rechazo y hacerlas reaparecer en igual número en Afganistán, sentarse al paso de la bandera estadounidense en un desfile militar para terminar ganando el concurso de genuflexiones ante los deseos del tío Sam, retratar a sus tránsfugas, los que acuden al pesebre al calor del cargo y la encomienda- último fichaje la señora Aguilar – como gentes de principios ), espejos deformantes ( actuar siempre en política económica siguiendo la ideología neoliberal pero publicitar lo contrario, gobernar en el día a día a favor de las elites económicas y acordarse de las clases populares sólo en campaña electoral) o hipnosis a gran escala ( presentar a Rubalcaba como un chavalín recién llegado , con soluciones para todo, obviando que en su pasado de elefante político ha destrozado innumerables cacharrerías).
Sin embargo desde sus tiempos de partido opositor a finales de los setenta, cuando acuñó el término “ tahúr del Mississippi “ para un adversario político al que se le caían las cartas al barajar y se le veían los ases escondidos en la manga, no se había visto en una circunstancia tan negativa como la actual.
Aterrado por la encarnación de su peor pesadilla, la llegada de una reconversión laboral por desalojo que impida a su nutrida burocracia la recolocación - en el gobierno central cuando las cartas venían mal dadas en ayuntamientos y autonomías o viceversa - , ha desempolvado la chistera de las grandes ocasiones y se ha puesto a rebuscar en el manual de trucos, aquel que pueda salvarlo del naufragio.
Y ha elegido para ensayar , cara a las elecciones generales del próximo 20-N , una vuelta a los clásicos del engaño, una simulación que tenga un poco de todos los anteriores, cubilete, hipnosis, prestidigitación...el archiconocido, pero no por ello menos efectivo a la hora de colar, timo de la estampita.
Ya tiene a todos los personajes. Ha quitado de escena al quemado – Zapatero, pues difícilmente puede pasar desapercibido ante un auditorio que ha cambiado la " a" del “ no nos falles” con el que fue acogido en su debut de pícaro por una “ o”- y lo ha sustituido por quien borda entre los dirigentes el papel de tonto babeante, Pérez Rubalcaba, encargado de engatusar a los pardillos enseñándoles un sobre que según su cuento ha encontrado, después de décadas de olvido, en el desván del tatarabuelo Pablo.
Parando a todo el que ve, le anuncia que el sobre está lleno de principios como justicia social, honestidad, austeridad, preocupación por la clase obrera... y deja asomar como gancho una estampita, recuperar los impuestos sobre patrimonio -que ellos mismos quitaron- y la afirmación de que esta vez, si gana, será de izquierdas y no engañará más, mientras hace aspavientos sobre la situación de la sanidad, enseñanza o infraestructuras en las autonomías gobernadas por el PP, obviando que fueron los gobiernos del PSOE – y ya estaba en ellos Pérez Rubalcaba – quienes durante el felipismo abrieron la gatera a todas las privatizaciones , a todas las renuncias que la clase obrera del país debía hacer en nombre de un sacrosanto paraíso llamado Unión Europea y los sucesivos tratados que iban ahormando al engendro.
Y por la plaza pululan los compinches que agitan la campanilla del voto útil, los voceros del “ que viene la derecha” ( ¿ qué ha sido entonces lo que se nos ha venido encima en forma de actuaciones económicas de este gobierno autonominado socialista ?), los impagables- sin ellos no fraguaría el engaño- , Gutiérrez, Aguilar, Almeida o López Garrido de turno, siempre dispuestos a rebañar el plato de lentejas ofrecido a cambio de los lejanos principios que un día dijeron tener.
Pero si con la que ha caído en los últimos meses – pensiones, reformas laborales, recortes sociales... – el auditorio de la Izquierda presta oídos y no lo abuchea , desmontándole el chiringuito, debería entonces aplicarse el dicho de que , si bien es verdad que la primera vez que me engañas es culpa tuya, las siguientes ya son culpa mía.
Entonces sus votantes tendrán dos opciones: reconocer públicamente el componente masoquista a la hora de votar o asumir que les gusta hacer el papel de esclavo voluntario, aquel que sonríe cuando el amo pellizca sus mejillas mientras dice “ Siempre picas, tonto”
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