martes, 24 de abril de 2012

¿Tenemos que aguantar más a los Borbones?

          Ilustracion satírica del siglo XIX extraida del libro " Los Borbones en pelota" que reproduce la vida político- sexual de la campechana reina Isabel II.





Juan García Ballesteros

      Los españoles no tenemos que agradecerle nada a los Borbones. Muy al contrario, desde su llegada en el siglo XVIII, salvo contadas excepciones, han contribuido con sus desgobiernos al hundimiento de nuestro país, al aislamiento y al atraso secular de nuestra sociedad. Teniendo siempre como compañeros de cama y de viaje a los poderosos (nobleza) y a la Iglesia, han desarrollado unas políticas tan nefastas que entre guerras de religión (abanderados europeos del catolicismo), el despilfarro y la ingobernabilidad han dilapidado la riqueza de nuestro país y los recursos robados (oro, plata …) a las colonias. Pero claro, entre los gobernantes Borbones los ha habido de toda índole: locos, meapilas, imbéciles, violentos, epilépticos, puteros, miserables, taimados, alguno algo más espabilado, cazadores irresponsables en momentos difíciles, cornudos y traidores con su pueblo y con su propia familia. A lo largo de los siglos XVIII, XIX y primer tercio del XX, no han permitido que los aires del liberalismo, que impregnaban Europa con la Revolución Francesa, se asentara en nuestro país. Para ello, han consentido que el fariseísmo católico haya utilizado los miles de púlpitos que tenía y mantiene a lo largo de toda la geografía (con más influencia en la zonas rurales) para dominar las conciencias de un pueblo ignorante y servil y para mantener los demasiados privilegios de los que aún disfruta. 

    Aunque lógicamente, todos los apelativos que he señalado de los Borbones no se le pueden atribuir a nuestro Rey (faltaría más). Sin embargo, algunos de esos atributos le vienen como anillo al dedo. Pero hay realidades que rebasan las propias “virtudes” de nuestro monarca: se ha saltado la línea de sucesión (correspondía a su padre) y se ha criado, educado y puesto en el trono por un dictador. No olvidemos que Juan Carlos I era rey, jurando los Principios Fundamentales del Movimiento, antes de que existiera una constitución democrática. El que los españoles ratificaran la Constitución de 1978 no impide que su origen y proclamación correspondieran a una sanguinaria dictadura.
      Además, entre sus “aciertos” como Jefe del Estado está su inexplicable (hay mucho publicado y asesores personales en la cárcel) enriquecimiento personal ¿Cómo es posible que con lo que se publica que gana (unos milloncejos de euros para mantener a tanta familia) haya conseguido ser uno de los millonarios más grandes de este país? 
     Está claro que su yerno, Urdangarín, ya descubiertos los manejos ilegales que lo han enriquecido, ha tenido buenos asesores, pero lo han pillado. Es indudable que para su labor altruista en una ONG ha recibido apoyo y, sobre todo, se ha valido de su estatus en la Casa Real para pervertir en su propio provecho los objetivos de una sociedad sin ánimo de lucro.
      Mientras aumenta el paro, crece la corrupción, se empobrece a la población, los ricos engordan, la banca engrosa sus beneficios, se despide impunemente a los trabajadores con una reforma laboral decimonónica, los comportamientos deplorables de esta corona se multiplican. Hay ciudadanos que se asombran que el Rey en tales circunstancias se vaya de caza. Pero deberían saber que no es la primera, ni la segunda, ni la tercera…. Son muchos los abusos, las burlas y los excesos de este monarca. Es indudable que la información sobre la corona en España está muy controlada y llega a los medios sólo aquello que a la casa real le interesa. ¿Cuántos jaleos de faldas y chanchullos económicos no han encontrado eco en los medios? 
     Debemos conocer, desde hace tiempo, el interés del monarca por la cacería (osos, elefantes, …) y, como sus antepasados, es lo poco que le quita el sueño y le preocupa. La imagen del Rey junto a un elefante muerto resulta patética. Seguramente si no hubiera sufrido el accidente, el viaje a Botsuana a matar elefantes hubiera pasado desapercibido. Un viaje privado, irresponsable, pagado con dinero extranjero (a cambio de qué), pone entredicho la preocupación del monarca por la progresiva ruina del país. Con ello demuestra que le tienen sin cuidado (es de herencia) la educación y la sanidad cada vez más privatizados, los problemas del paro (sobre todo el “juvenil”), los desahucios, los trabajadores y los jubilados perdiendo poder adquisitivo, el hambre y la miseria a la que están abocados muchos españoles.
      El país merecía una explicación. La imagen del monarca pidiendo disculpas a la salida del hospital parecía la de un rey “pasmado”, lloroso, alelado, absorto, distraído. Él cree haber cumplido. Pero no es suficiente, porque al país lo están hundiendo entre la codicia de muchos grandes empresarios y la banca, la insolidaridad de los ricos, la permisividad de los prelados (sólo quieren mantener sus privilegios), la corrupción (también entre los familiares borbónicos) y las políticas neoliberales del PP, con la pérdida de fundamentales derechos sociales y laborales. Si tuviera dignidad, si el Rey fuera realmente responsable, debería abdicar y abrir la puerta a un proceso constituyente en el que el pueblo decida democráticamente al Jefe del Estado que quiera y necesite. ¡La III República!

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