PRIVATIZACIONES
En
toda la opinión pública ha calado el mensaje de que las empresas
públicas son casi siempre deficitarias, fuente de corrupción, de
clientelismo político, son ineficientes y carecen de capacidad para
la inversión y el crecimiento. Se ha asentado el convencimiento
generalizado de que las funciones empresariales corresponden al
mercado y no al Estado. Por ello, para tener una economía abierta y
globalizada es necesario expulsar al Estado de la esfera económica y
para ello, es imprescindible la privatización de todas las empresas
públicas.
Esta
opinión ha sido creada de forma artificial y los responsables son,
entre otros, los medios de comunicación que actúan al dictado de
sus dueños, de los poderes económicos. Tal y como indica Noam
Chomsky,
en su imprescindible libro “Como nos venden la moto”, la opinión
impuesta por los poderes económicos es la única que ha llegado a la
mayoría de los ciudadanos, los cuales, ante la ausencia de
alternativas, la dan, por válida, la interiorizan y se convierten en
repetidores de los argumentos esgrimidos para conformar dicha
opinión. Sin embargo, esta opinión no
se encuentra fundamentada en estudios objetivos y rigurosos ni en los
resultados de experiencias reales. La imposición de esta opinión en
la sociedad responde, exclusivamente, a los intereses de la
oligarquía económica que gobierna nuestro mundo.
El
objetivo del presente texto es ir mostrándole al lector, argumentos
y experiencias reales, que cuanto menos, ponen en tela de juicio la
argumentación clásica en la que se han basado los procesos de
privatización.
Los
procesos de privatización, de exclusión del Estado de la economía,
responden a razones ideológicas y no económicas. La ideología que
subyace y sostiene estos procesos es la teoría neoliberal y aunque
el tema de la privatización de empresas públicas tenía una
importancia relativa para los fundadores de dicha teoría económica,
Ludwig Mises y Friedrich Hayek, se convirtió en eje central para
Milton Friedman, quien, a la postre, se convertiría en el máximo
exponente de esta teoría económica.
LATINOAMERICA
Tal
como comentaba Hegel respecto a la revolución francesa, la
aplicación directa de los conceptos teóricos a la realidad es un
espectáculo terrible y fascinante. En esta línea, el caso Chileno
resulta especialmente interesante para contrastar las predicciones de
la teoría neoliberal y la realidad tangible de su aplicación a una
sociedad.
El
neoliberalismo desembarca en Chile, de la mano de unos 100
estudiantes de economía de la Universidad Católica de Chile, los
cuales, realizaron su postgrado entre 1957 y 1970 en la Universidad
de Chicago. Uno de sus profesores fue Milton Friedman y terminaron
formando el núcleo duro que dirigió la política económica Chilena
durante la dictadura de Pinochet. Eran conocidos como los Chicago
Boy's y convirtieron a Chile en un conejillos de indias para la
experimentación económica de las teorías neoliberales inspiradas
por Milton Friedman. En 1975 , Milton Friedman llegaría a
entrevistarse personalmente con Augusto Pinochet y en 1976, recibiría
el premio Nobel de Economía.
Bajo
la influencia neoliberal de Friedman, la política económica de
Chile se centró en un amplio paquete de privatizaciones, que se
extendió por más de 17 años y abarcaron todo tipo de empresas y
sectores. Se eliminó el control de precios, las barreras a las
importaciones y se recortó drásticamente el gasto público.
La
privatizaciones de las empresas de teléfono, electricidad, aguas,
gas, transportes, pensiones, etc, fueron muy negativas para los
usuarios. En todas ellas se produjo un aumento importante de los
precios y un deterioro muy significativo del servicio. Un año
después del golpe de estado, el billete de autobús era un artículo
de lujo, la inflación era del 375% anual (la más alta del mundo) y
el desempleo escaló hasta el 8,7%, cuando con Allende era del 2,5%.
Esta tasa de desempleo llegaría al 21% en la década de los años
80.
En
Argentina, la llamada reestructuración social y económica, que
sufrió el país en la década de los noventa, tuvo uno de sus
principales pilares en las políticas de privatización de empresas
públicas. La Socióloga Marisa Duarte, de la Universidad de Buenos
Aires (Realidad Económica 182), concluye que dichos procesos se
caracterizaron por dos elementos: un inédito nivel de desempleo y
una cada vez mayor precarización de las condiciones laborales. De
tal manera, el empleo en las empresas públicas que se privatizaron
pasó de 350.000 empleados en 1989 a 68.000 en 1993 y a 27.500 en
1995. Estos trabajadores debieron dejar su puesto de trabajo –
voluntariamente o no- ya que su presencia constituía una traba para
los futuros dueños de las empresas. Usando como exclusa las elevadas
tasas de desempleo, se realizaron profundas reformas del sistema
legal de protección del trabajador, aduciendo que una mayor
flexibilidad en las condiciones del despido favorecerían la creación
de empleo ( nos suena ¿verdad?). En este punto, es especialmente
interesante observar la evolución en Latinoamérica de dos grupos de
países hasta 1998 (Marchall,1998). Por un lado: Argentina, Colombia,
Ecuador y Perú, donde se flexibilizaron las condiciones del despido.
Por otro lado: Brasil, Chile y Venezuela, donde las modificaciones
tendieron a proteger a los trabajadores. Tal y como indica Marisa
Duarte, la diferente situación de ambos grupos de países determinó
que el debilitamiento de la protección del trabajador no creó
empleo y si afectó de manera muy significativa a las prácticas
empresariales. Esto produjo un gran deterioro de de las condiciones
laborales.
Puede
asegurarse pues, que, la reestructuración del sector público
argentino generó en muy poco tiempo una masa de desocupados inédita
en el país. El desempleo llegó a alcanzar el 18%, de los cuales,
más de dos puntos porcentuales son explicados exclusivamente por la
privatización de 7 empresas públicas. La gran masa de desocupados
empezó a actuar como mano de obra barata, que conllevó un gran
deterioro de las condiciones laborales y una caída de los salarios.
EUROPA
En
Europa, a partir de la década de los años 80, las teorías
neoliberales empiezan también a abrirse camino de la mano de
Margaret Thatcher. Es conocida la conversación entre Thatcher y
Milton Friedman en la que éste último anima a la Dama de Hierro a
aplicar técnicas similares a la que se habían impuesto en el Chile
de Pinochet. Sin embargo, Thatcher se negó la instaurar un régimen
que eliminara el barniz democrático que el sistema político
Británico tenía entonces, pero abrazó de forma entusiasta las
teorías de Friedman en cuanto a privatizaciones. No en vano, el
principal asesor económico de Thatcher era Friedrich von Hayek,
mentor del propio Friedman.
El
programa de reformas de Thatcher se fundamentaba en cuatro pilares:
recorte del gasto público, recorte del tipo fiscal, privatizaciones
y una política monetaria moderada y estable. En Latinoamérica, el
programa neoliberal de Friedman pudo imponerse por tratarse de
sistemas dictatoriales. Sin embargo, ¿cómo lo hizo Thatcher para
imponer el ideario neoliberal en una democrácia? La respuesta la
tenemos en la guerra de las Malvinas. Después de casi 3 meses de
guerra, una ola patriótica recorrió Gran Bretaña conforme las
tropas regresaban. Las Malvinas constituyeron el shock que necesitó
la ciudadanía Británica para reelegir en 1983 a Margaret Thatcher
por una mayoría abrumadora. Con esta victoria y con toda la sociedad
unida de forma emocional a la “salvadora de la Patria”, Thatcher
se dispuso a aplicar su programa neoliberal. Los mineros fueron los
primeros en oponerse a estas medidas. En tiempos de Thatcher, la
Unión Nacional de Mineros era el sindicato más importante del pais.
El gobierno usó todos los métodos a su disposición para
doblegarlos y tras un año de huelga, fueron derrotados. Ahora la
doctrina de la escuela de Chicago tenía vía libre para ser
aplicada.
Entonces,
una campaña de spots publicitarios inundaron los medios de
comunicación. En ellos, se vendían las virtudes de las
privatizaciones y después de eliminar, de facto, a los sindicatos,
nadie se opuso a proceso reformista de la Dama de Hierro. Se
privatizaron los sectores de la metalurgia, el agua, electricidad,
gas, telefonía, aerolíneas, petróleo, ect. Además, en 1986 se
desregularon los servicios financieros y bancarios. Las consecuencias
fueron: se pasó de una tasa de paro del 5,3% en 1982 al 11,9% en
1984. Es decir, justo un año después de aplicar los programas
neoliberales de Friedman y con los sindicatos noqueados, la tasa de
paro fue de más del doble.
Según
el artículo de D. Grimshaw and K. Ward, Manchester School of
Management, UMIST, UK , titulado: “Flexible Employment Policies and
Working Conditions United Kingdom”, las condiciones laborales en el
Reino Unido fueron deteriorándose desde que Margaret Thatcher
implementó el ideario neoliberal en el país. Así, si en 1979 los
afiliados a los sindicatos era de 13,3 millones de trabajadores, en
1995 era 8,1 millones. Pero más importante, si cabe, es el dato de
negociación colectiva. En 1973, la negociación colectiva cubría al
72% de los trabajadores, mientras que, en 1990, este porcentaje era
del 47%. Este carácter cada vez más desregulado del sistema de
relaciones laborales en el Reino Unido llevó a una posición
dominante del empleador frente al empleado, al cual, se imponen las
condiciones de trabajo de forma unilateral. Así pues, las
condiciones laborales en el Reino Unido se deterioraron muy
profundamente, al igual que en Latinoamérica, con el programa de
privatizaciones inspirado en las teorías de Friedman.
Margaret
Thatcher ganó las elecciones en 1979, Ronald Raegan en 1980.
Friedman admitió abiertamente la importancia de estos dos líderes
para la difusión de las políticas de la escuela de Chicago por todo
el mundo.
ESPAÑA
En
España podemos diferenciar dos procesos de privatizaciones. Uno,
durante los gobiernos socialistas, y otro durante los gobiernos del
Partido Popular. Las privatizaciones llevadas a cabo durante los
gobiernos socialistas se realizan entre 1982 y 1996. Estos procesos
fueron llevados a cabo con dos objetivos: la eficiencia productiva y
el saneamiento financiero, tal y como indica Doña María del Carmen
Sánchez Carreira del departamento de Economía Aplicada de la
Universidad de Santiago de Compostela en su trabajo: “Una visión
crítica del proceso de privatizaciones en la economía española”.
Es decir, con este proceso de privatizaciones se pretendía vender
empresas públicas que, supuestamente, eran un lastre económico para
las arcas del estado y reducir el déficit.
Sin
embargo, durante la década de los 80, el trabajo de recuperación
de empresas deficitarias que desarrolló el I.N.I empieza a dar sus
frutos después de más de una década de perdidas. Así, en 1985,
las empresas del I.N.I dan resultados positivos antes de impuestos y
en 1988, terminan dando beneficios. A pesar de todo, el grupo I.N.I
se privatiza totalmente a partir de 1985, a excepción de la empresa
Mahsa que se privatizó en 1982.
Otra
de las características de este periodo de privatizaciones es la poca
transparencia del proceso. De todas las operaciones, exactamente 124,
sólo se conocen los ingresos de una pequeña parte de ellas, 21. Lo
ingresado en estas 21 operaciones asciende a 1,7 billones de pesetas.
Sin embargo, no existen datos de lo que el estado ingresó por las
103 operaciones restantes!!? ¿Quizás se regalaron?Además, durante
este periodo, los ciudadanos sólo conocen la privatización de una
empresa cuando ya se va a aprobar en el Consejo de Ministros, y el
método de privatización más usado es la venta directa, es decir,
el gobierno elige al comprador de forma discreccional.
La
segunda etapa de privatizaciones del sector público español se
desarrolla entre 1996 y 2001, con gobiernos del Partido Popular. En
este caso, se trata de privatizaciones con objetivos políticos e
ideológicos, similares a las que se llevan a cabo en Inglaterra con
Margaret Thatcher. En este caso, se venden las empresas más
rentables del país: Repsol, Gas Natural, Telefónica, Argentaria,
Tabacalera, Transmediterránea, Endesa, Iberia, etc. Nos encontramos
ante un plan global cuyo objetivo es privatizar totalmente las
empresas públicas y eliminar el papel del Estado de la economía
productiva. Desde 1996 hasta el 2000 se recaudaron 5,1 billones de
pesetas. Sólo 1,6 fueron destinados a reducir la deuda.
Las
consecuencias fueron las siguientes: durante los procesos de
privatización de los gobiernos socialistas se puede observar como
desde 1980 hasta 1995 la tasa de desempleo pasó del 11.1% al 24,5%.
En el caso del periodo de gobierno de José María Aznar la tasa de
desempleo se reduce 7 puntos porcentuales durante los cuatro primeros
años. Sin embargo, el grueso de las privatizaciones se dan entre
1998 y 2000 con lo que el aumento del desempleo sería esperable a
partir del año 2000. Pero durante este periodo, el desempleo sigue
cayendo hasta llegar al 10,5% en 2001. Esta aparente falta de
correlación entre las privatizaciones llevadas a cabo por Aznar y el
aumento del desempleo responden principalmente a tres factores:
1.-
En 1996, Aznar hereda los fondos estructurales Europeos para el
periodo 1994-1999. En este periodo España recibe más de la mitad de
dichos fondos y es el país que más dinero recibe. Dicho dinero se
invertirá, entre otras actividades, en la mejora de infraestructuras
que propiciarán la absorción de desempleados de las empresas
públicas privatizadas.
2.-
En 2001 se cambia el criterio para considerar a una persona
como parada. A raíz de esto, medio millón de parados dejan de
contar como tales debido al cambio metodológico. Entre el primer
trimestre de 2001 y el de 2004 (datos directamente comparables al
estar medidos por el mismo criterio) el paro aumenta en 300.000
personas, del 10,94% al 11,50%.
3.- A partir del 2001 el
desempleo creado por los procesos de privatización son absorbidos
principalmente por la construcción. En apenas 4 años, el precio
medio de una vivienda se encarece en España un 28%. Comienza la
burbuja inmobiliaria. Durante este proceso, la economía española
experimentará un crecimiento inédito basado en el ladrillo que se
irradiará al resto de sectores productivos relacionados con la
construcción y hará que, en 2007, la tasa de desempleo sea del
8,3%.
Sin embargo, si centramos
nuestro análisis en la variación del número de empleados en las
empresas privatizadas, podemos apreciar claramente como la
destrucción de empleo es clara. Pondremos un ejemplo: en 1982,
Telefónica tenía una plantilla de 64.518 empleados, cifra que fue
incrementándose paulatinamente hasta 1997, donde la cifra ascendió
ya hasta los 92.3151. La privatización completa de Telefónica se
lleva a cabo en 1999 y en 2001 se abre un proceso de ajuste de
plantilla. A partir de ese momento, la plantilla de Telefónica en
España empieza a retroceder hasta los 39.000 empleados en 2010 que
es el último dato publicado. Éste, es un ejemplo que se repite con
todas las grandes empresas nacionales que fueron privatizadas durante
los gobiernos de Aznar.
En
cuanto a la precarización de las condiciones laborales, éstas
presentan igualmente dos periodos, tal y como se recoge en el trabajo
de CCOO de 1998 titulado: “Sistema de protección al desempleo en
España” y firmado por D. Miguel Ángel García Díaz.
El
periodo 1980-1993 recoge, con algunos altibajos, un proceso continuo
de crecimiento de los recursos financieros dirigidos al desempleo.
Por otro lado, el periodo 1994-1998, donde se abrazan las políticas
neoliberales sin contradicciones ideológicas, presenta unas
características totalmente distintas, estando marcado por un recorte
sustancial de las prestaciones económicas por desempleo. En 1992 y
1993, el gobierno endureció de forma muy importante el acceso a las
prestaciones por desempleo y redujo su cuantía. Como resultado de
estas políticas, la tasa de cobertura se redujo en 17,2 puntos entre
1993 y 1998.
CONCLUSIONES
De
todos los datos vertidos en este trabajo podemos decir que los
procesos de privatización, que se han dado a lo largo de todo el
mundo, han venido de la mano de las teorías neoliberales de Milton
Friedman y responden más a cuestiones ideológicas que a cuestiones
económicas. La adopción de este tipo de políticas económicas
siempre han tenido 2 consecuencias:
a)
Destrucción de empleo en las empresas privatizadas.
b)
Aumento de la precarización de las condiciones laborales.
Las
argumentaciones clásicas de baja competitividad, baja eficiencia,
corrupción, perdidas sistemáticas, etc, no tienen ninguna base
empírica. Basten dos ejemplos de empresas públicas que eran más
eficientes que la competencia privada: Repsol vs Cepsa o Petromed,
Endesa vs otras eléctricas.
Tras
los procesos de privatización no se observan ganancias notables de
eficiencia, tal y como pone de manifiesto el trabajo de Doña María
del Carmen Sánchez, de la Universidad de Santiago de Compostela ya
referido anteriormente.
Tampoco
se sostiene la afirmación de que las empresas públicas produzcan
pérdidas de forma sistemática. Resulta paradójico como las grandes
multinacionales españolas sean en su inmensa mayoría empresas que
eran públicas (Telefónica, Repsol o Endesa, por ejemplo).
Finalmente
que decir de la corrupción.... ¿Es inmune el sector privado a la
corrupción? Los ejemplos son innumerables, pero baste solo un par de
ellos: la manipulación del libor por parte, entre otros de Barclays
y el escándalo de Enrol. Por otro lado atendiendo al estudio de la
organización Transparencia Internacional, en una escala del 0 al 5
(siendo 5 el grado máximo de corrupción), la percepción de
corrupción en el sector privado Español es del 3.5, estando por
encima de países como Yemen (3.4), Sierra Leona (3.3) o Mozambique
(2.6).
Referencias:
Flexible
Employment Policies and Working Conditions United Kingdom . D.
Grimshaw and K. Ward, Manchester School of Management, UMIST, UK.
La
Doctrina del Shock (documental)
2 comentarios:
Gràcias por la información. Es necesária.
Muy interesante el estudio y comparativa, muchas gracias
Publicar un comentario