Jorge
Alcázar
Colectivo Prometeo
FCSM.
La actuación del
Ayuntamiento de Córdoba en el caso del colegio Rey Heredia ha dejado
patente, en una primera lectura, que el gabinete del gobierno del PP
ha jugado un papel, cuando menos, absurdo en este litigio.
Desde su ocupación
el 4 de octubre, los huéspedes del ayuntamiento han llevado a cabo
una persecución implacable contra el colectivo de ciudadanos que
pusieron en marcha la Acampada Dignidad y tomaron asiento en el Rey
Heredia. El cenit de esta persecución se produjo durante el mes de
diciembre cuando, además de presentar éste una denuncia por
usurpación contra ocho miembros (ampliada a seis más) de la
Acampada Dignidad, solicitó al juez instructor de la causa el rápido
desalojo del colegio.
Claro, puede pensar
uno, que en aquellas fechas y dada la campaña difamatoria emprendida
por el PP y sus adláteres contra los cientos de personas que allí
participaban, la causa estaba vista de antemano. Pero resulta que
tras diversas visitas judiciales al Rey Heredia, y tras comprobar con
sorpresa que lo que se hacía en el colegio no casaba con la idea
vertida por el consistorio, el juez instructor del caso no tuvo otra
que, aunque dictara el desalojo en el plazo de 30 días el pasado mes
de abril, recoger en su auto la necesaria y legítima labor realizada
por los miembros de la Acampada Dignidad, hecho éste que ha motivado
que el recurso presentado contra dicho auto haya sido admitido por la
Audiencia Provincial de Córdoba, que además, revoca en su totalidad
el auto emitido por el juez Rodríguez Laín.
Mientras tanto, el
Ayuntamiento, encarnado en las personas de José A. Nieto y Rafael
Torrico, ha mantenido un tira y afloja con la Acampada; un sí es no;
un “hoy puede ser y mañana ya veremos”; un “pórtate bien y…”.
Tan es así que, horas antes de conocerse la buena nueva dada por la
AP de Córdoba, y en vísperas de la visita del sr. Cañete, se
solicitaba al grupo de cordobeses y cordobesas que tenían pensado
manifestarse a las puertas del Teatro Góngora, que tuvieran un acto
de buena voluntad y fueran buenos y comprensibles no manifestándose.
El alcalde de
Córdoba y su equipo de gobierno no han hecho si no retratarse en
todo este proceso. Han puesto de manifiesto, aunque intentando
soslayar sus reales pensamientos sobre todos y todas aquellos que
ocupan el Rey Heredia, la postura que su ideología y su forma de
hacer política representan. Argumentando de forma cansina que ellos
velaban incansablemente –pobre mártires- por el cumplimiento de la
legalidad, han seguido, hasta el último momento exigiendo el
desalojo. Cabe preguntarse porqué no son tan veladores de la
legalidad en casos como la Gürtel, el caso Noos o las concertinas;
cabe preguntarse de la misma forma porqué no persiguen con tanto
ahínco a los grandes defraudadores de impuestos o porqué ponen en
libertad a cientos de narcotraficantes bajo el amparo de la abolición
de la justicia universal. Mas estos señores ya ni siquiera
distinguen entre legalidad y legitimidad, pues cuando uno deja de
practicar una disciplina, acaba por olvidarla.
Pero tras esta
primera lectura, lo que realmente temían, aquello por lo que estos
insignes representantes de la derecha española han comprometido su
gestión y coherencia, no ha sido el hecho de la ocupación y el
cumplimiento estricto de la ley. Lo que éstos y muchos otros de su
frente temían es que tras esa ocupación existía la organización
ciudadana. Lo que ellos temen realmente es que la indignación
acumulada en millones de ciudadanos y ciudadanas en España se
traduzca en organización, debate, estructura y lucha. Temen con
pavor que podamos diseñar un acto de manifestación organizado –algo
que recoge nuestra Constitución- , como el celebrado frente al
Teatro Góngora, contra sus políticas de hechos consumados. Su miedo
más atávico, como clase privilegiada que son y a la que
representan, es que la clase pisoteada se rebele, se organice, cree
su propia estructura, diseñe su lucha, entienda que ellos están
abajo, muy abajo en la cadena de derechos y condiciones materiales,
comience a crear alternativa y se subleve..
Por eso ayer tuvo
que ser un mal día para aquellos que como José A. Nieto y cia.
adolecen de este temor. Pues el pueblo, cuando se une y cobra
inteligencia colectiva, no se vende por un colegio o dos; no reprime
sus necesidades y reivindicaciones por una acampada u otra. En ese
momento, el pueblo es implacable en sus demandas.
En consecuencia,
sr. Alcalde de Córdoba, señores del PP y del PSOE, clases
dirigentes y privilegiadas que nos conducen al abismo, entiendan que,
más allá del cierre del colegio o no, más allá de que esta
batalla la hayamos ganado y la próxima la perdamos, mucho más allá,
en nuestra voluntad y en nuestro compromiso están cientos y miles de
Reyes Heredia por toda España, cientos y miles de luchas organizadas
y compartidas en torno a necesidades comunes que gente como ustedes
crean en personas como nosotros. Pues lo de ayer no es si no una
consecuencia lógica de nuestra condición, voluntad y determinación.
Y EL REY
HEREDIA…NO SE CIERRA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario