Juan Rivera
Colectivo Prometeo y FCSM
El Sistema no nos quiere Ciudadanos, nos
quiere siervos sumisos y estabulados a los que sacar a votar cada "x"
tiempo para darle la pátina de legitimidad democrática que necesita en
Europa. Aunque si algún día sufre una impugnación general que ponga en
riesgo su dominio y sus privilegios, no dudará en saltarse los
formalismos legales y recurrir al miedo y al control para mantener la
hegemonía que disfruta. Lo ha hecho siempre y mirando otras zonas de la
Tierra vemos que en ellas no se molesta en disimular.
Si la idea
fuese falsa, si no estuviese presente en los genes de su comportamiento
político evitar que la mayoría social se arme de razones, no tendría
sentido las trabas que ponen. Fijémonos en algunas señas de esta
identidad manipuladora que van a estar muy presentes en las próximas
elecciones municipales:
Siendo con diferencia las más cercanas al
elector, el sistema del bipartidismo imperfecto que nos controla
establece unas reglas de juego que priman las estructuras cerradas de
partido (basta con que cuatro amigotes se reúnan y presenten en el
registro unos estatutos) mientras ponen todos los obstáculos a
iniciativas ciudadanas horizontales que surjan desde la base. Un
ejemplo: a quien concurre como "agrupación de electores" se le exige
requisitos leoninos para poder participar. En Córdoba 5.000 firmas
visadas oficialmente y acompañadas por fotocopia de DNI, en Jaén
1.500... Además, de propina, a las organizaciones --como Podemos e IU--
que optan por ir en muchos municipios en alianzas o dentro de
coaliciones, se les "premia" dejándolas fuera de los espacios de
propaganda electoral en las televisiones públicas.
Ese afán de
control se muestra nítidamente en el interés del Sistema en mantener a
toda costa el modelo de listas cerradas y bloqueadas. Particularmente
tengo clara cual es mi opción, pero no me importaría dejar de votar a
unas cuantas personas de esa lista si a cambio pudiese incluir a
compañeros y compañeras de otras listas a las que considero valiosas y
merecedoras de estar en el Ayuntamiento. Harían un excelente trabajo en
defensa de la Ciudadanía cordobesa, tanto en el gobierno como en la
oposición. De camino las listas abiertas pondrían en su sitio a algunos
de los que se encaraman --en aquellas que no han sido votadas en
primarias puras-- a puestos de salida teniendo como único mérito su
dominio del aparato y los entresijos de la burocracia partidaria.
A ambas iniciativas se suma la cansina estupidez del "que gobierne la
lista más votada" propagada por la fuerza que sin tener el respaldo de
la mayoría ciudadana quisiera gobernar como si lo tuviera y se
beneficiaría de la ausencia de acuerdos. Olvida en primer lugar que en
las municipales se eligen directamente a concejales y que son éstos los
que en segunda fase (votación indirecta por tanto) proclaman al alcalde o
alcaldesa. Un ejemplo de tinta gruesa: Si se presentara un partido que
cree a pies juntillas que la Tierra es el centro del Universo o que los
marcianos vendrán a rescatarnos, aunque sea la lista más votada con un
30% por aglutinar tras ella a todos esos descerebrados y buenas yuntas,
si enfrente tiene 5 listas con menos votos por separado, pero suman
juntas mucho más que el teórico vencedor, no podría nunca decir que
deben imponerse sus creencias porque la mayoría de los votantes han
apoyado sus desvaríos. Traduzcamos a la situación de Córdoba: si el PP
no logra la mayoría absoluta no podrá escudarse en lo que no tiene para
seguir la canalla política de privatizaciones que ha puesto en marcha.
No estará legitimado para destruir el tejido de empresas públicas que
tanto esfuerzo costó a tods para beneficiar el negocio de unos pocos.
Que le pregunten a Susana Díaz la diferencia entre el deseo
propagandístico del "hemos arrasado en las andaluzas" y la realidad de
los números.
Este mes nos jugamos el modelo de ciudad que
queremos habitar. O la casposa y genuflexa que dice amén a todo lo que
la jerarquía eclesiástica pida hasta el punto de convertir al obispo en
el alcalde de facto, la que concibe su paso por la política como un
trampolín para los negocios o la ciudad que bajo la dirección sobria y
consecuente de Julio nos llenó de orgullo.
El 24 debemos hacer
que pierdan los que se consideran superiores al resto y lo han
demostrado estos cuatro años en una gestión a la que no le tiembla el
pulso cuando sus decisiones dañan los intereses colectivos y a los
sectores más débiles. Debemos derrotarlos y que lo noten. Es la única
manera de mostrarles que su fracaso, embadurnado de pose pija y
brillantina, sirve para que todos los demás Ganemos.
No hay que votarlos. Hay que botarlos. La ciudadanía de Córdoba no se merece menos.
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