jueves, 3 de septiembre de 2015

Otras visiones, otras lecturas:La “milonga” de un pacto escolar, hoy

Francisco Delgado Ruiz

Educación es un ámbito extremadamente ideologizado y en donde se multiplican intereses de todo tipo, como ha pasado hasta hoy
    Hace bastantes años publiqué un artículo en varios diarios nacionales y en algunos medios del sector educativo reclamando un “Pacto igualitario y democrático por la Educación”. Por aquel entonces acababa de dejar mi presencia en el Consejo Escolar del Estado, donde -durante muchos años- había asistido a los debates más jugosos y, también más, ideologizados y, en ocasiones, peregrinos, desde posiciones muy dispares.
    Había participado -desde 1979- del debate social y político en diversos ámbitos, incluso al más alto nivel y, también, había bajado al terreno de la gestión en la escuela rural y urbana. Había conocido de los problemas de las familias y, también, de los maestros.
      Yo fui de las personas que me creí -en mis primeros años de participación política y social- lo de una gestión democrática participativa en los centros escolares y del propio Sistema. Pensé que era posible construir un modelo de educativo único, laico y compensador de desigualdades, como un Derecho universal y que los poderes públicos estaban obligados a hacerlo efectivo para toda la ciudadanía, en términos de igualdad y, por lo tanto, de gratuidad y que para ello el instrumento era la Escuela de titularidad Pública, entendida como la institución que integraba el conjunto del Sistema educativo.

        En los debates y posteriores desarrollos y aplicación primero de la LODE y de la LOPEG (y de la LOGSE entre ellas), cómo se fueron produciendo las transferencias educativas a las CCAA en varias fases y algo más tarde con la LOE y la LOMCE, más las leyes autonómicas o de país, reparé en que ello no era posible.  Porque todos los “pactos” o acuerdos (más o menos ocultos) que se iban haciendo, con obispos, empresarios, sindicatos, entre políticos, alumnado, AMPAS…  siempre ganaban los mismos y salían perjudicados: la democracia, el alumnado de los sectores más vulnerables y la escuela de titularidad pública.
      Para ratificar la tesis me baso en datos y reflexiones que he ido  publicando a lo largo de estos años: La “escuela pública amenazada” (ed. Popular. 1997), “Evanescencia de la Escuela pública” (Mil.razones. 2014)  y como complemento a ello: “Hacia una escuela laica”  (2006. Laberinto) y “La cruz en las aulas” (AKAL. 2015).
    “Pacto por la Educación” en versión 2015: Entre las múltiples noticias políticas veraniegas se puso en la arena del debate mediático y político la vieja y manida iniciativa de volver a reclamar un “pacto por la educación”. Fue a cuenta de unas declaraciones del presidente del emergente partido: Ciudadanos. Ello generó durante unos días diversas editoriales y debates apoyando la “novedosa”(?) idea y con ello los más diversos comentarios, algunos extraordinariamente desenfocados y oportunistas. Y mucho me temo que conforme avancen la campaña electoral van a surgir nuevas voces caza-votos en esta línea. Pero no se engañen, con todos mis respetos, son propuestas para “bobos”.
    Ya no me creo que en España y sus territorios diversos y ni siquiera en Europa a corto y medio plazo pueda haber un Pacto por la Educación, que la situé como un Derecho Universal, democrático, compensador y para todos y todas. Y muchos menos: laico, por cierto palabreja “maldita” en el ámbito de la Enseñanza, de la que huyen “tirios y troyanos”, como si de la “peste” se tratara: La secularización de la Enseñanza y de la vida pública es una asignatura todavía muy pendiente en Europa, ya no digamos en España.
    En las publicaciones antes aludidas argumento con datos y referencias que en España ha habido multitud de pequeños y amañados pactos sobre la Enseñanza (algunos hechos en la negrura de los despachos) y que el actual Gran Pacto que se reclama de forma oportunista está casi concluido por fases, empezando por los innecesarios, aconstitucionales y “caprichosos” conciertos educativos que generó la LODE, con la LOPEG eliminando -de hecho- la democracia participativa y que la LOE fue el Pacto entre el Gobierno de la época, el empresariado que imponía la privatización, consecuencia del Tratado de Lisboa, los obispos y algunos sectores profesionales y sociales que la apoyaron, por fin ha quedado casi concluida con la reforma parcial (aunque sustanciosa) que representa la LOMCE, para que no hubiera dudas de la derechización y privatización confesional del Sistema.
   Así tenemos un Pacto Educativo, hecho por fases, que nos sitúa en un modelo desigual, mercantilizado, confesional, patriarcal, autoritario, autocrático y competitivo. En donde el alumnado y sus familias son “convidados de piedra”.
     Cualquier “nuevo Pacto” sería -hoy por hoy- aun más perjudicial para los más desfavorecidos y para la escuela pública. No hay más que mirar algunos de los bocetos de programas electorales (en elaboración, todavía) de los partidos y coaliciones que, según las encuestas, pueden lograr mayorías de gobernabilidad.
      No nos engañemos y que no nos tomen por “tontos”, hoy por hoy los sistemas educativos, desde la educación infantil-maternal hasta la Universidad, son instrumentos al servicio de poder establecido y en una muy pequeñísima parte contribuyen a liberar al ser humano de sus atavismos. Apenas fomentan la capacidad crítica, la solidaridad, los principios democráticos y mucho menos el desarrollo físico, artístico y cognitivo del alumnado y, por supuesto, la capacidad de pensar autónomamente. Y el español no es una excepción, sino todo lo contrario.
    Es cierto que en algunos centros de enseñanza (incluso en España) y en un puñado de Estados tratan de que su modelo de Enseñanza sea algo liberador y desarrolle las capacidades del alumnado en la medida de lo posible, pero son excepciones muy puntuales y sólo aproximaciones. Incluso algunos pretenden ser hasta laicos.
Entiendo que haya políticos y tertulianos, también personas vinculadas a la Enseñanza, desde los más diversas posiciones ideológicas, que -periódicamente- saquen a la luz la manida cuestión del ya famoso “pacto escolar”.  Es un tema recurrente, aunque sumamente engañoso.
En estos tiempos de esperanzadores cambios sustanciales en la política (En España) vuelven a aparecer voces que proponen nuevos marcos legales en Educación a través de foros, grupos de trabajo, plataformas…  en suma, se trata de “viejos” principios, aspiraciones y documentos actualizados, algunos cargados de muy buenas intenciones y que estuvieron (ya) a debate en las mesas sociales e incluso ministeriales hace años. Sin que, a la postre, en la práctica, resurgiera una “revolución” en la Enseñanza, como algunos aspirábamos en los años setenta.
Por ello: ¿Pacto escolar, ahora?: Dejémonos de milongas. Primero, esperemos a ver cómo queda el panorama o tablero político dentro de unos meses. Analicemos los Pactos que se han ido produciendo hasta ahora y sus funestas consecuencias para la escuela pública. Dejemos a los centros de enseñanza tranquilos para que se ocupen de lo que les corresponde y más allá de superar la LOE-LOMCE habría que ponerse a trabajar con lo que hay y hacerlo bien, en el día a día, escuela a escuela…  recogiendo y aplicando las muy buenas experiencias, que existen. Luego se puede abordar un nuevo proyecto, pero ¡cuidado! con las mayorías/minorías,  ya que la Educación es un ámbito extremadamente ideologizado y en donde se multiplican intereses de todo tipo, como ha pasado hasta hoy.

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