miércoles, 24 de febrero de 2016

A viva voz: Entrevista a Julio Anguita

2 comentarios:

ferquiam dijo...

Disfrutemos de esta voz autorizada que nos invita a la reflexión filosófica de la izquierda frente al marketing electoralista, al análisis interno de las consecuencias de nuestros actos sin culpabilizar al vecino por nuestros errores cometidos… a plantear estrategias serias para el día después del asalto al poder. En definitiva, una invitación a la pedagogía, la reflexión, al cultivo de estrategias, a trabajar la voluntad, elaborar acciones estructuradas desde el consenso nuclear ciudadano, desautorizando las prioridades propagandistas de los mercados

Kuark-Alta Entropía dijo...

¿Por qué siguen votando a ladrones?Porque,creo,que gran parte de esos votantes se benefician de esas políticas neoliberales.No quieren cambio de verdad:no vaya ser que un partido serio acceda al poder y decida que debe haber una supervisión,estricta,de los dineros públicos,lo que equivaldría a que los amiguetes allegados al poder corrupto perderían el chollo de las concesiones de obras y servicios a cuenta del erario público.Votan,a sabiendas,a políticos corruptos porque las leyes laborales entre trabajador y patrón serían más equitativas,cosa que no les conviene. Votan a los que,de una manera u otra,son "laxos" con cuestiones que podrían afectar a sus cuentas corrientes,a los desvíos de capitales a paraísos fiscales, a la fijación de amnistías fiscales que les permita lavar dinero negro y un larguísimo etcétera.

Tener una convicción profunda de que las promesas de políticos fantoches/marionetas/vasallos del verdadero poder,el económico,que no se presenta a las elecciones,pero sí el que dictamina las políticas que deben imponer a sus ciudadanos,promoverán políticas que favorezcan a los sectores más vulnerables o desprotegidos solo puede conducir al síndrome de deambulación inversa,donde el sujeto,por ejemplo,caso de necesitar cruzar una calle, necesita ser empujado desde sus espaldas, debido a que su aparato locomotor se niega a obedecer las órdenes de su cerebro.

Cuarenta años de persuasión y pensamiento único dejan huella.