miércoles, 17 de febrero de 2016

¿Dónde están los socialdemócratas?



  Jorge Alcázar
Colectivo Prometeo/ FCSM 
   Apenas han pasado unas pocas horas desde que Podemos presentara su propuesta para formar gobierno, y ya la caverna mediática, asalariada del poder, se ha lanzado cual jauría rabiosa para denostarla y perseguirla. Desde inviable hasta absurda, pasando por prepotente y alejada de la realidad, las críticas vertidas han venido disparadas, a diestro y siniestro, por los mismos que en otros momentos han silenciado la deriva neoliberal de los que ahora quieren presentarse como regeneradores y salvadores de la patria, y que confunden en su discurso y práctica, socialdemocracia con socialismo, para acabar diciendo aquello que nunca harán. Conviene recordar a estas alturas de la película, que han sido los representantes y políticas del PSOE, en connivencia con sus homólogos populares, quienes diseñaron un modelo productivo basado en el pelotazo inmobiliario y cuanto de farándula y folclore pudieran estrujar, destruyendo lo poco o mucho que de industria, modernidad e innovación nos contemplara; fueron éstos quienes perfilaran un sistema fiscal totalmente injusto y desigual, que premia con mecanismos como las SICAV a aquellos que más poseen a la par que grava cada vez con mayor rigor a las rentas del trabajo, dibujando de esta forma a quienes somos Hacienda; fueron “socialistas” quienes a cuatro manos repartieron entre sus amiguetes las empresas nacionales estratégicas en tiempos de bonanza, con la falta que hoy nos hacen, cuidándose de colocar en los consejos de administración de las mismas a los tótems de turno, y quienes han contribuido y siguen contribuyendo, sin ningún tipo de pudor, a esta forma de construir Europa, la Europa de los mercaderes y no de los derechos humanos, la del blindaje del pago de la deuda por encima de las necesidades de los pueblos; y han sido estos, junto con sus compañeros de viaje en las instituciones, quienes han copado el poder desde que España entró en aquello que la oficialidad viene a llamar Democracia, y que yo acompaño con las coletillas de encierra titiriteros, desahucia familias y genera y blinda corruptos.

                Sí, señores y señoras periodistas, economistas, intelectuales, políticos y demás costra del sistema, ustedes y las señorías y élites a las que representan y defienden, deben entender que si para rescatar a los millones de españoles que se han quedado por el camino durante “su recuperación económica”, hay que “meter la mano” en los bolsillos de los que más tienen y se han enriquecido, lo haremos; que si para devolver el futuro hoy negado a los millones de jóvenes de este país se deben eliminar los privilegios de esta oligarquía española tan mal acostumbrada en su comodidad, lo plantearemos; que si para recuperar la dignidad en el trabajo, en las escuelas y hospitales, se debe decir no a la austeridad, no a los (fondos) buitres acreedores y no a los intereses de los mil individuos más ricos del planeta, proponemos decirle no a la Comisión Europea, no al BCE y no al FMI. ¿O es que acaso piensan que hemos iniciado este viaje para llegar al mismo punto en que nos encontramos?
               
Evidentemente, no. Pues ustedes y sus representados -orondas barrigas aposentadas en los grandes sillones ejecutivos del IBEX-35 y de aquella construcción mental llamada “mercados”- tendrán que asumir, les guste o no, lo que una parte muy considerable de la sociedad española, y por extensión europea y mundial (véase Estados Unidos y el efecto Sanders) va perfilando en su porvenir y mente. Los millones de votos a Podemos son un matiz –significativo- en este sentido. Si Pablo Iglesias “no sabe dónde está” –Antonio Hernando ipse dixit-, los que apoyaron a éste, los que apoyaron a Garzón –entre los cuales me encuentro- o los que todavía quedan por apoyar pero que de seguro vendrán, empezamos a saberdonde estamos y adonde queremos llegar, lo mismo que sabemos lo que no queremos: sus políticas y corruptelas. Pues el sujeto antes planteado va más allá de los nombres, los personalismos o las cúpulas. Lo que hoy se mueve en nuestra sociedad se cuece desde abajo y se impulsa desde lo hondo de la necesidad. Es de la necesidad, de la desesperación y del profundo sentimiento de injusticia acumulado durante estas últimas décadas y percibido en nuestros barrios, ciudades y países, de donde nacen las voces que ponen eco a las propuesta “reales” de cambio; pero también es de la ilusión y la esperanza de donde procede la fortaleza que debe sostener aquello que vosotros tacháis de absurdo e ilusorio, de populista e infantil, y que nosotros, los golpeados y calumniados que nos contamos por millones,  afirmamos con total convicción que no sólo es necesario, sino que además, es posible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nunca acallarán la voz de la Justicia. Nunca.