Las Cinco Villas no debe olvidar el accidente del 13 de Marzo del 2000.
El 13 de marzo debería ser un día
importante en el almanaque de acontecimientos a rememorar en Las Cinco
Villas y sobretodo en Ejea de los Caballeros. Una fecha señalada que
debe hacernos reflexionar hoy más que nunca y que todos deberíamos tener
siempre presente: Las personas que estábamos aquí ese día y lo vivimos
con miedo y estupefacción; lxs hoy adolescentes que ni habían nacido
entonces e ignoran lo que ocurrió y, en general, cualquier persona que
cuando oiga hablar de Ejea debería poderla relacionar con la
singularidad que la hace más frágil e impotente.
Éste día nos remite a un suceso terrible,
a un terror que sigue latente, pues en cualquier momento puede volver a
aparecerse como un espectro. Un siniestro fantasma destructor, que es
al fin y al cabo lo que nos acecha invisible aunque bien muestre su
presencia en estos cielos y se ejercite sin descanso para después
hacerse tan visible como devastador en los conflictos bélicos donde
participa Occidente.
Recordemos que tuvimos mucha suerte
cuando el 13 de marzo del año 2000 la colisión en pleno vuelo de dos
F-18 del Ejército del Aire hizo caer restos de fuselaje de diferentes
tamaños, no sólo dentro de nuestro término municipal sino a escasos
metros de nuestro Centro de Formación y empleo, acabando con la vida de
un capitán del ejército del aire por no poder abrir su paracaídas a
tiempo. Fue por un margen de error muy pequeño o tal vez porque nos
protegió la Providencia que ese día no acabó produciéndose una
catástrofe de consecuencias inimaginables.
No se trata de revivir una anécdota donde
la población salió indemne por fortuna. Se trata en verdad de ser
conscientes de que algo como aquello puede volver a ocurrir en
cualquier momento. Así pues, una reflexión importante y necesaria se nos
impone este día 13 en su XVII Aniversario porque aun no han
transcurrido ni dos años de las maniobras que supusieron “el mayor
despliegue de la Alianza Atlántica tras la Guerra Fría” (en palabras del
propio Ministerio de Defensa) y faltan menos de otros dos para la
renovación del contrato que permitirá al Ejército del Aire poder seguir
durante 10 años más realizando operaciones que, sin duda, no serán menos
peligrosas.
No se necesita defender el
antimilitarismo ni oponerse a los daños ecológicos que devastan la
grandeza natural y la atávica herencia cultural que para tanta extensión
de zona rural significan Las Bardenas, hoy Parque Natural y reserva de
la Biosfera. Ni siquiera es necesario desearlas limpias y destinadas a
un uso natural o a su uso originario. Quizá ni es necesario tampoco
creer en que podemos estar siendo expuestxs a niveles peligrosos de
radioactividad. Tal vez para tomar conciencia nos bastara simplemente el
“entender con claridad” todas y todos nosotros que un día como hoy hace
17 años pudo ocurrir una desgracia sin precedentes. De tal modo, con
información y conciencia, entenderemos la necesidad de hacer un
referéndum el año que viene que si diese como resultado el “No al
Polígono de Tiro” permitiría que jamás pueda sobrevenirnos tal desastre
ni en Ejea ni en ninguna de las zonas afectadas.
Más de 70 colectivos políticos y/o
sociales en España, algunas personalidades relevantes y muchos
ciudadanos creemos en la necesidad imperante de ese Referéndum por unas
Bardenas libres. Quizá la utopía de hoy es la Historia de mañana. O
quizá ni siquiera sea Utopía. Lo que es indudable es que algunos daños
no pueden ser reparados jamás y habremos de levantarnos nosotras y
nosotros para impedirlos de un modo u otro reivindicando nuestro derecho
a decidir. Un derecho del que nadie puede tener más legitimidad que las
cientos de personas afectadas. Y precisamente eso, ir tras ese derecho,
es lo que se está haciendo con motivación y determinación.
No importa a qué partido político
votemos. El suceso del día 13 de marzo del año 2000 en Ejea no fue sino
el primero de los más de 14 que se han producido después en diferentes
lugares hasta hoy. Y eso, sumado a todo lo que no son accidentes, nos
afecta a todos al margen de nuestra nacionalidad, credo, significación
política o cualquier otra cosa que nos diferencie.
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