Remedios Copa
Después
de lo que estamos viendo en los últimos tiempos y su manifestación
sin tapujos con motivo del Día Internacional contra el maltrato, el
pasado 25 de noviembre, día en que por primera vez desde que tenemos
democracia en España, un partido político veta la declaración
institucional de apoyo a la causa como ocurrió dónde había
representantes de Vox, es como para tomar medidas si no queremos
volver a los infiernos del patriarcado más machista, dictatorial y
rancio.
Vivimos
-¿o debo empezar a decir vivíamos?- en un Estado democrático, cuya
Constitución vigente declara la igualdad y prohíbe la
discriminación por razón de sexo, religión o raza, y la
legislación desarrolla y ampara ese Derecho a la igualdad entre
hombres y mujeres, a la integridad física, la salud, la dignidad de
la persona…Pero entonces, ¿cómo puede estar ocurriendo esto?
¿Cómo
un partido político puede negar una realidad que causó más de 2000
asesinatos de mujeres desde 2003? ¿Cómo ante una cifra superior a
la suma de todas las muertes causadas por ETA - y que tanto bombo
tuvo y tiene- puede alguien negar estos asesinatos y desvincularlos
de su verdadera causa?
Solamente
quienes son incapaces de situarse junto a una mujer como una persona
igual a ellos, con los mismos derechos opciones y capacidades, no
pueden soportarlo; es por eso que frente al avance y afianzamiento de
los derechos de las mujeres y de su progresivo estatus en la
sociedad, optan por salir de la madriguera y organizarse para atacar
e intentar detraer esos derechos para volver ellos a su situación de
prebendas patriarcales y dominio sobre la mujer. Matarían dos
pájaros de un tiro: eliminar a una posible “rival” a la que
temen y con la que no están dispuestos a competir ni a compartir y
disponer a su antojo de una mujer sumisa, doblegada, dependiente.
Afortunadamente, la gran mayoría de los hombres son íntegros,
igualitarios y defensores de los derechos de sus madres, hijas,
nietas, hermanas, sobrinas, amigas, y de sus parejas junto con los
suyos propios. Las consideran sus iguales y por eso pueden trabajar,
convivir y compartir armónicamente con ellas.
Dicho
esto, no salgo del asombro cuando un partido contra el que la ONU
alerta por su peligroso discurso negacionista sobre la violencia de
género veta declaraciones institucionales en contra y hace lo mismo
cuando se niega a firmar en la Asamblea regional la declaración
sobre los derechos del niño. Y me sorprende porque Vox, PP y Cs
presumen de ser partidos “constitucionalistas”, cuestión que
niegan a ultranza a todo lo que suene por la izquierda, sin que se
tilde de anticonstitucional ni se rasguen las vestiduras cuando se
pretende violarla de facto eliminando Derechos Humanos que atañen a
las mujeres.
Los
tres partidos atacan a quién se atreva a mencionar cualquier atisbo
de reforma de la Constitución, incluso dentro de sus propios cauces
estipulados para ello, sabiendo además, que ya fue claramente
modificada con el acuerdo del PP y el PSOE, (recordemos la
modificación del art, 135), sin pasar por un referéndum y, en
opinión de algunos juristas, también fue tocada con la Reforma
Laboral del PP e incluso para encajar la Autonomía de Andalucía.
También
chirría que determinadas declaraciones en boca de cómicos,
titiriteros u otros, sean objeto de la Ley “mordaza” por
“incitación al odio” u otras razones, pero la misoginia y los
ataques de Vox contra los derechos de las mujeres no. ¿Acaso
asesinar a mujeres por el hecho serlo, no es terrorismo? No neguemos
que los delitos contra las mujeres están aumentando y habrá que
ponerse a mirar por qué. Las cifras de asesinatos, agresiones y
violaciones se han disparado en 2019 según fuentes judiciales, pese
a que la mayoría no se denuncien.
Vox
pide la derogación de la Ley Integral contra la violencia de género,
cuestión que no solo el Juez Joaquim Bosch y otras voces de Derechos
Humanos y colectivos feministas consideran que, de llevarse a cabo,
tendría consecuencias devastadoras para las mujeres. No es que esta
Ley sea la panacea, porque tiene sus carencias, pero peor sería sin
ella.
En
el caso de la violencia sexual España sufre descoordinación
institucional y esto deja a las víctimas en una difícil situación
que contribuye a agravar los daños producidos por la agresión. El
problema según los expertos es que España incumple los mandatos
internacionales sobre cómo juzgar la violencia sexual, dicen que “la
diligencia debida fracasa porque nuestra legislación no considera la
violencia sexual como violencia de género”. Ocurre lo mismo con
los asesinatos de mujeres que no tenían relación de pareja o ex
pareja con el asesino. La única ley integral contra este tipo de
violencias es la Ley Orgánica de 2004, pero deja fuera estos dos
supuestos.
Entre
la normativa internacional ratificada por España están el Convenio
de Estambul ratificado en 2014, la Convención sobre eliminación de
toda forma de Discriminación contra la Mujer, ambos son instrumentos
internacionales de los Derechos Humanos de las Mujeres, junto con el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto
Internacional de los Derechos Sociales y Culturales; todos ellos
están firmados y ratificados por España y desde ese momento forman
parte del ordenamiento jurídico español conforme establece el art.
10 de la Constitución Española y debieran estar siendo aplicados
pero, según la responsable nacional de Amnistía Internacional y la
opinión de otras organizaciones, “ el desconocimiento y la falta
de la formación adecuada de jueces y fiscales y del sistema judicial
en su conjunto” con respecto al tema de la violencia que sufren las
mujeres, ”son la causa de que no se apliquen correctamente”, o al
menos, no siempre.
En
una sociedad que impida o coarte la libertad de las mujeres y la
igualdad entre ambos sexos se está incurriendo en un conjunto de
discriminaciones cuyas consecuencias van más allá de la violencia
física y psicológica; la discriminación laboral, la desigualdad
retributiva y el acoso sexual, también son violaciones de los
Derechos Humanos que dañan profundamente a las mujeres y limitan su
desarrollo personal y su calidad de vida.
La
escritora francesa Simone de Beauvoir, una de las mujeres más
comprometidas en la lucha por la igualdad en el siglo XX, mantenía
que ninguna mujer podía ser libre sin la independencia económica.
En su libro “El segundo sexo” afirmaba: “no se nace mujer, se
llega a serlo”, y reivindicaba para la mujer un modelo social y
familiar alternativo. Pese a que su obra la encumbró a la historia,
para ella no fue fácil lidiar incluso con sus propias
contradicciones, incluida su relación con los hombres y la necesidad
del amor para vivir. Y como digo, pese a sus contradicciones para
armonizar la independencia y el afecto, tenía una convicción
visionaria cuya amenaza hoy se confirma; decía que habría que estar
muy vigilantes con respecto a los Derechos alcanzados por las
mujeres, porque los haría peligrar cualquier situación de crisis.
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