martes, 14 de abril de 2020

COVID19.Capitalismo versus Humanismo/Sentido Común

René Magritte:Los Amantes
 

José Antonio Naz Valverde
Colectivo Prometeo


    Ya llevamos un mes confinados, oyendo y viendo continuamente noticias sobre la miles de muertes, los cientos de miles de personas contagiadas y la paralización de gran parte de las actividades, con las repercusiones de cierres de empresas, la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo y las condiciones de miseria que se incrementan en tantas miles de familias desfavorecidas. Asistimos a la discusión sobre las medidas que nuestro gobierna está improvisando casi a diario para intentar dar respuesta esta situación sanitaria y social y de lo que se plantea o ha hecho en otros países. Básicamente el debate es entre medidas que ayuden a la mayoría social, el “escudo social” o que “garanticen la economía “, entre “lo primero la salud” o garantizar el actual sistema. Podríamos decir que es un enfrentamiento ideológico entre capitalismo y humanismo. Un ejemplo es la medida del confinamiento para salvar vidas, a la que se oponen los llamados poderes económicos, porque supone la paralización de gran parte del consumo y de los negocios, mientras la apoyan el mundo científico sanitario y la mayoría social, que piensan en preservar y preservarse de la enfermedad.
   En cuanto a Estados, el ejemplo más claro del primer modelo es el de EEUU. Su presidente, decía hace menos de un mes que podrían morir 200.000 compatriotas, pero que parar la economía podría producir muchos más a medio plazo; o el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, que era tajante: “yo me arriesgaría con tal de preservar EEUU para mis hijos y nietos”; para el conocido presentador Rush Limbaugh estas medidas son una “conspiración entre demócratas y comunistas para destruir el capitalismo con el pretexto de salvar vidas”. Declaraciones propias de un sistema, donde realizar la prueba de coronavirus cuesta 5000$ y la curación en un hospital puede salir por 35.000, y donde más de 30 millones de personas no tienen ningún tipo de cobertura sanitaria y la mayoría de la población depende de seguros privados; de un gobierno que en plena pandemia solo piensa en guerra y en bloqueos económicos, como a Venezuela o a Irán (denunciadas por el secretario y la mayoría de países de la ONU por violar el artículo 33 de la Convención de Ginebra por suponer “un castigo colectivo de la sociedad civil” ); o amenazar a la OMS con la retirada de la ayuda por tener una actitud favorable a China. En línea con EEUU hay otros gobiernos, como el de Brasil o de Inglaterra, todos ellos de derechas.
   Del otro lado, desde la propia OMS y distintos analistas se pone el ejemplo de China, que ha conseguido controlar la pandemia con un coste de vidas relativamente pequeño, en un país tan poblado, con medidas estrictas de confinamiento, de seguimiento de los casos y de estudio de la enfermedad. Claro que, como explica el epidemiologo frances Didier Raoult, este país lleva 10 años de avance en investigación de virus, con fuertes inversiones y programas dirigidos por los mejores científicos, que son reconocidos como “héroes”,están bien pagados y tienen todos los recursos para su trabajo. Este gobierno, ha enviado médicos especializados a otros países, como   
   Italia, para ayudar con su experiencia en la lucha contra la pandemia. Es más emblemático el ejemplo de Cuba que , a pesar del bloqueo , dedica una gran cantidad de sus recursos a la sanidad, permitiéndose enviar médicos a docenas de países del mundo, entre ellos varios europeos, como Italia, y hasta a Brasil, de donde habían sido expulsados por Bolsonaro hace meses por considerarlos “espías propagandistas del comunismo”; y ha puesto a disposición del mundo medicinas como la cloraquina y el Interferon Alfa B2, que se ha utilizado en miles de pacientes de coronavirus en China y en otros países.
    En general, existe una gran tasa de mortalidad en los paises donde el sistema neoliberal se ha lanzado a la privatización de servicios sanitarios detrayendo recursos del sistema público. Como puede ser el caso de España, y en mayor medida en las Comunidades donde estas privatizaciones son mayores.
    Lo cierto es que el mazazo de esta pandemia ha hecho abrir los ojos a muchísima gente sobre lo que es importante para la vida, sobre la necesidad de tener garantizado un sistema que permita proteger lo más preciado en el ser humano, la salud y los medios mínimos de supervivencia en un mundo habitable y seguro. Se está tomando conciencia de que, como dice el cineasta Ken Loach, “sólo lo público nos sacará adelante”. En el último mes se ha escrito mucho sobre la salida de esta crisis, dando por hecho que ya nada será igual. Se ha utilizado mucho la frase de Paul Valéry “el futuro ya no es lo que era”. Y puede que sea cierto, pero ¿cómo será?. Las instituciones como la UE no parecen cambiar su modelo, como denuncia Juan Torres en un reciente artículo: “ ni en medio de un desastare son capaces de dejar a un lado resentimientos para hacer políticas auténtica y eficazmente humanitarias; ni ante la muerte son capaces de ser grandes y generosos”. Las grandes corporaciones siguen preocupándose más por la posible pérdida de beneficios, que por las pérdidas de vidas humanas. La última reunión del G20 propone las mismas medidas que en 2008.
    Todo esto, por pura lógica , tendría que hacernos reaccionar planteando, como Mayor Zaragoza y otras personas en un manifiesto de estos días, que “ no se puede tolerar por más tiempo una economía basada en la especulación, deslocalizacion productiva y guerra, sino una economía basada en el conocimiento para un desarrollo global sostenible, que permita una vida digna a toda la humanidad y no excluya, como ahora, al 80%”. Se dan todas las condiciones objetivas para que haya una implicación ciudadana, sólo se necesita la concienciación, que tiene que llegar, si creemos a Gramsci, por “la lucha cultural”, que no es otra cosa que “una batalla por el sentido común “. En estos momentos, lo que sentimos una mayoría ciudadana podría resumirse en unos cuantos principios “hegemónicos”: la defensa de la vida humana en primer lugar, velando por las personas más vulnerables; potenciar unos fuertes servicios públicos, que son los que nos salvan; la inutilidad social de los poderes económicos privados. Sobre estos pocos y sencillos principios habría que reconstruir el sistema.

Para ello hay que empezar por desterrar el dogma del neoliberalismo, que es solo el dominio de una ideología durante un tiempo de unas decenas de años. Y saber que, científicamente, sin utopías, como dice El doctor en economía Tomas Piketty “es posible superar el capitalismo y la propiedad privada y construir una sociedad justa basada en el socialismo participativo y el federalismo social”. Para ello no es necesario una dictadura del proletariado, ni una revolución armada, sino un proyecto razonado, con una fuerte base ideológica y un plan de medidas a corto y medio plazo.

Se puede empezar desarrollando los aspectos sociales de la actual constitución española: la implantacion de una renta mínima vital (en el programa de acuerdos de la actual coalición de gobierno); garantizar los servicios básicos a toda la población mediante fuertes sistemas públicos de Educación, sanidad, transportes, energía (existe en países de nuestro entorno occidental); dedicar la importancia que merece la investigación científica en ámbitos de mejora y preservación de la vida; garantizar la soberanía productiva fabricando productos necesarios para no depender del comercio exterior en objetos de primera necesidad, alimentación, productos sanitarios, medicamentos…( para ello es necesaria la intervención del Estado en la planificacion económica); garantizar el pleno empleo y salarios dignos, ampliando los puestos en todas las tareas de cuidados, defensa y protección del medio ambiente, servicios públicos…

Todo ello se hace con dinero, pero también con participación. El dinero tiene que venir de la recaudación de impuestos con una fiscalidad progresiva, que haga pagar más a las mayores fortunas y que grabe los grandes patrimonios, una forma de redistribución de la riqueza que no es nada nueva, si recordamos que durante décadas de la segunda mitad del siglo XX las tasas en las rentas más altas se situaban entre el 70 y el 90% en países tan “comunistas” como Inglaterra o EEUU, que, por cierto, tuvieron los mayores índices de desarrollo en esos años. Y de una banca pública fuerte que avale y promueva el desarrollo en los términos decididos por el país; muchos Etados de nuestro entorno la mantienen, y en España existió hasta finales del siglo pasado.

La participación tiene que promoverse y desarrollarse en una mayor democracia en ámbitos políticos y sociales, pero también en los económicos, con medidas como la participación de los trabajadores y trabajadoras en los órganos de decisión y de dirección de las empresas, con numero de votos similar al de los accionistas, algo también inventado y existente en Alemania y en los paises nórdicos.

Parece razonable la afirmación de Piketty: “partiendo de las experiencias historicas conocidas, estoy convencido de que es posible superar el actual sistema capitalista y trazar las bases de un nuevo socialismo participativo del siglo XXI, de una nueva perspectiva igualitaria de alcance universal, basada en la propiedad social, en la educación y en compartir el conocimiento y el poder”. Y yo añadiría que no sólo es posible, tambien totalmente razonable y necesario.

Los instrumentos existen, al servicio de la voluntad y la fuerza humanitaria y el sentido común de supervivencia y de una vida digna.

Cordoba 14 Abril de 2020, día 31 de reclusión covid 19





2 comentarios:

Lola Relaño dijo...

Muy bueno el artículo y todo el trabajo de Prometo, aportando puntos de vista tan necesarios en este momento. Estupendo y mucho ánimo, nos estáis ayudando muchísimo.

Feliciano dijo...

Gracias por tu artículo, José, y la esperanza que conlleva, como otros varios artículos que hemos podido leer estos días en Prometeo. A ver si la propuesta de renta básica de la que se vuelve a hablar ahora puede formar parte de las soluciones.
Un saludo a todo el equipo de Prometeo desde la Bretaña confinada...
feliciano