domingo, 26 de abril de 2020

Julio Anguita. Más allá de un Pacto (y III)

  
J.L. David: Juramento del Juego de la Pelota


Fuente:El Economista

Julio Anguita
Colectivo Prometeo 

    Tres son, a mi juicio, las características que definen el momento de extrema excepcionalidad que nos ha correspondido vivir. La primera, un Gobierno enfrentando -como puede - una situación de pandemia muy grave que además de profundizar la previamente existente crisis económica y social ha evidenciado además los errores y faltas de infraestructuras públicas originadas durante décadas por el neoliberalismo gobernante. La segunda, una oposición de derechas en la que el componente de ideología reaccionaria obvia la crítica (en su sentido etimológico de análisis), y la sustituye por la zafiedad, el insulto y el uso goebbelsiano de la red. Y en tercer lugar, la progresiva generalización de una sensación premonitoria de que tras la Covid-19, las cosas ya no serán lo mismo que hasta ahora. Y efectivamente las cosas son así: o se consigue un salida directamente imbricada en los DDHH y en una nueva relación seres humanos - Naturaleza o, por el contrario, se impondrán salidas en las que el componente de darwinismo económico y social sea el vector estructurante de la sociedad.
Si la opción es la primera, se debe admitir que la acción gubernamental en solitario, será insuficiente. O la mayoría social asume el laborioso tránsito o no habrá respuesta económica, social y cultural democrática. Y ello implica la necesidad de un proyecto de acción y la existencia de una masa crítica ciudadana informada, activa y actuante. Pero para que esto último sea posible, a pesar de la complejidad y dificultad que ello implica, se hace necesaria una motivación, una acción que permita a la ciudadanía oír, informarse y simultáneamente participar. ¿Cómo sería?

    Creo que ante el Congreso de los Diputados deberían comparecer en sesiones retransmitidas: sindicatos, Ibex 35, organizaciones empresariales de todos los sectores de la producción, banca, cajas de ahorros, Banco de España, asociaciones de consumidores y usuarios, universidad y mundo de la ciencia e investigación, cultura, arte e intelectualidad, medio ambiente y cambio climático, salud, educación, feminismo, Federación de Municipios y Provincias (FEMP) y jubilados y pensionistas.

Dichas comparecencias se centrarían en torno a cuatro preguntas: ¿Cómo ven la situación tras la Covid-19 y la crisis económica agravada? ¿Con qué prioridades enfocarían una salida hacia un sociedad de plenos DDHH y en lucha contra el cambio climático? ¿Qué mecanismos y resortes constitucionales ven más efectivos para ello? Sin renunciar a sus reivindicaciones ¿qué y cómo pueden aportar al esfuerzo común para conseguirlo?
   Una comparecencia como ésta implica – aparte de la voluntad de quienes puedan convocarla-, una preparación y un esfuerzo de entendimiento entre los comparecientes para simplificar su número y buscar puntos en común. Pero es ahí, precisamente, donde radica el primer reto: priorizar las coincidencias y el objetivo de participar cohesionadamente. Una cohesión que en algunos de los convocados es connatural con su actividad e intereses. Por otra parte, e independientemente de la propuesta, el Gobierno puede y debe seguir en su proyecto de buscar alianzas y acuerdos sin dejar de estar atento a lo que se dice. La comparecencia que planteo va más allá del calendario político de urgencia.
      Mi ingenuidad no llega al extremo de considerar que todos los hipotéticos convocados se sientan -por una u otra razón - motivados por la propuesta. Tampoco la totalidad de las fuerzas políticas. Pero, sea a través de este método o de otro similar, con los mismos o diferentes convocados, la participación cívica en el diseño y seguimiento del itinerario hacia otra situación, es absolutamente imprescindible. La naturaleza y entidad del problema a afrontar lo exige. Estamos ante la necesidad de un cambio civilizatorio.

1 comentario:

Un amigo. dijo...

Además de expresar una considerable coincidencia con el análisis y más cuando la situación ha provocado la creación de la pseudología y la ha elevado a la categoría de arma regular operativa en la sociedad y en la política. (Conspicuos de las ciencias sociológicas andan buscando el ser y la esencia de tal cuestión, porque la incidencia no es cuestión menor, es decir, se está convirtiendo en "una cuestión mayor", parafraseando a nuestro afamado líder del pasado más próximo). Además, digo, siempre me ha asaltado la duda de la democracia y su eficacia: Cómo se opera para trasladar tales consideraciones a los espacios populares y a los del poder, a fin de que, simplemente, puedan ser tenidas en consideración.
"Ahí queda eso", sería una salida lógica. Pero es la salida de una impotencia ante las carencias de la democracia o el coste excesivo de la legislación sobre iniciativas legislativas populares (muchos miles de firmas para que pueda o no ser tomado en consideración...y...). Difusión pública hasta que tome cuerpo la notable reflexión. Ardua tarea si no contamos con organizaciones de difusores.
No se trata de negar la mayor. Esa está ahí y parece muy interesante. Es conseguir el efecto multiplicador y urgente, porque no se puede esperar mucho. La salida está próxima y cada gremio se está apalancando en rescatar su pasado agonizante y tratando de proyectar toda la línea argumental contra el gobierno. "Nadie" espera a interpretar los signos evidentes y captar aquello que nos repitieron los clásicos tras los fundamentos gramscianos: la cultura como creación de un orden nuevo para conseguir un mundo realmente ordenado y regulado, socialmente armónico. Hay que hacer. Salud