lunes, 6 de abril de 2020

Y cayeron las bambalinas

Battaglioli,F: "Escenografía para el Real Teatro del Buen Retiro"


 José Manuel Montes
 Colectivo Prometeo.

    En el escenario de ésta, nuestra España, muchos hemos asistido durante más de cuarenta años, con asombro, como todos aquellos magos que habían ido pasando por el escenario del Congreso, conseguían hacer los más variados e impresionantes trucos. La mayoría del pueblo español aplaudía cada uno de los números con fervor y entusiasmo, sin darse apenas cuenta, de las consecuencias que habría, al final del espectáculo.
    En el primer espectáculo, consiguieron transformar delante de nuestros ojos, una Dictadura asesina y cruel en una Democracia ejemplar. Aquellos magos fascistas se transformaron delante de todos nosotros en demócratas de corazón. Entonces, el público explotó de júbilo por tal impresionante y difícil hazaña. Pero algunos, que no nos limitamos a aplaudir sin más, miramos tras las bambalinas, con ansias de saber el secreto.
   El segundo fue aún mejor y de rotundo éxito de taquilla (Nunca fue gratis). Los magos del Neoliberalismo mostraron al público la capacidad de hacernos ricos y poderosos, fundiendo España con Europa, siendo así parte de una Unión mucho más poderosa frente a las adversidades, llenas de bondades sociales y económicas que no harían más que mejorar la vida de la gente. Ahora, por arte de magia, cualquiera podía comprar y vender por todo Europa, sin que le metieran mano a sus bolsillos. Maravillas de la magia capitalista. Pero algunos, nos asomamos de nuevo tras las bambalinas para entender el truco que tanto embelesaba al resto del público. Por que sabíamos, que la magia no existe.
    Con ello, el público disfrutó y se sintió orgulloso durante unos cuantos años. Aquellos magos y su poder consiguieron transformar un país acomplejado, miedoso, servil e ignorante, en una de las mayores potencias del mundo; grandes aeropuertos, magníficos centros comerciales, estadios gigantescos, preciosos miradores, monumentos espectaculares, circos, acuarios, Spas y macro hoteles, auditorios, museos, centros de formación, majestuosas ciudades deportivas y hospitales impecables. ¿A quién no le podía gustar ese espectáculo?

   Poco a poco, nos dimos cuenta que, sin embargo, cada vez asistía menos gente al espectáculo y por otro, que el precio de la entrada era cada vez más caro. Empezó a haber personas que no podían pagar la entrada y se quejaron por ello. Los magos hicieron caso omiso. El espectáculo siempre debe continuar, pase lo que pase.
   Nosotros, tras haber visto la parte trasera del escenario desde el foro y atónitos ante la estafa, empezamos a explicar al resto del público porqué ese espectáculo no era más que una estafa encubierta. Pero nadie nos escuchó, algunos, incluso nos quisieron echar del auditorio.
   En un momento dado, uno de los focos principales que daban luz al auditorio se descolgó, cayendo sin remedio. Pero no lo hizo sobre los magos, por supuesto. Por el contrario, cayó sobre varios espectadores que sufrieron las consecuencias de la caída. Observé con detenimiento aquel foco, venía de la casa “Lehman Brothers”. No debían ser muy buenos estos ingenieros. Y empezamos a sospechar que, visto lo visto tras las bambalinas, todas aquellas evidencias ante nuestros ojos, la caída del foco debía estar relacionada con el show de estos adalides de la magia neoliberalista.
   Cuando las evidencias eran tan rotundas y, ante la inopia a la que habían sido inducidos la mayoría de los espectadores (Qué sólo fueron eso, espectadores pasivos), no pudimos callar y empezamos a confesar lo que había tras las bambalinas. Algunos magos parecían quejarse de nuestra actitud, pero a la mayoría no le preocupaba porque precisamente, la mayoría del público aún quedaba hipnotizado frente a aquellos magos que creaban “riqueza” mientras parloteaban sin parar.
   “¡¡Si queréis hacer espectáculo, subíos al escenario!!”, nos dijeron los magos. Ni cortos ni perezosos así lo hicimos y, una vez delante del público estallamos. El primer gran truco había sido una estafa pues advertimos una escena dantesca al correr el telón rojo. Pensando que el teatro era nuestro, advertimos que había un Rey (Al que nadie había contratado) que desde una gran mesa llena de excesos, lavaba las mentes de los magos que, a su vez, ejercían su voluntad. Al lado, sacos con todo el dinero de las entradas que, si hacían bien el show, después se repartirían. Junto al Rey, su hermano saudí se ponía las botas. Pero también había grandes inversores financieros, representantes de nuestras grandes empresas, banqueros, entes cupulares de la Iglesia y el ejercito, brindando mientras la gula y la avaricia les invadía. Nunca fue una Democracia real. Pero la mayoría de los espectadores, que nunca tuvieron la menor intención de mirar tras las bambalinas, prefirieron creer en la magia.
   Con más intensidad, les confesamos que, tras el truco de la Unión Europea, sólo había una deuda descomunal, ilegítima e impagable, que tendríamos que pagar todos los espectadores, pasivos o activos. Aeropuertos sin aviones ni pasajeros, centros comerciales paralizados, miradores sin vistas, bosques de acero sin vida, pasarelas inservibles, toboganes peligrosos, circos fantasmas, acuarios sin peces, spas sobre suelo ilegal, hoteles construidos sin permiso, teatros para escuchar el silencio, una ciudad deportiva sin deportistas, centros de formación sin formadores ni formados, un museo “íbero” solitario y lúgubre… al menos 81.000 millones en los últimos 20 años sacados directamente del dinero de nuestras entradas. tan sólo eran algunos de los muchos despilfarros que los magos habían realizado tras vaciarnos los bolsillos sin que nosotros apenas pestañeáramos. Pero aquello no era lo peor.
   Sibilinamente, nuestros héroes sanitarios universales y gratuitos, así como sus infraestructuras, fueron debilitándose en detrimento de aquellos magos que preferían seguir robando a costa de la salud de los espectadores. Aún así, la mayoría del público empezaron a lanzarnos todo lo que tenían mientras nos abucheaban. Por mucho que advertíamos, la mayoría seguía en una inopia galopante. Parecía que les gustaba que les robasen, sólo eran capaces de repetir los dogmas de los magos.
De repente, un ente indefinido, claramente hostil, apareció ante todos nosotros. No sabíamos con seguridad si era natural o quizás creado en algún laboratorio proveniente que algún poder superior oculto ante nuestros ojos. Pero tenía la clara intención de infectarnos con su poder. Ese, si era real.
   Y cayeron las bambalinas. El ente con su poder hizo caer el telón mostrando las vergüenzas de todos aquellos que se encontraban manejando los hilos de los magos, pero también hizo caer cada uno de los elementos del auditorio; focos, cicloramas, candilejas, parrillas enteras, mientras el escenario y las paredes empezaban a resquebrajarse.
   Nosotros intentamos luchar contra ese ente, con el poco poder que nos quedaba, junto a aquellos sanitarios, médicos, celadores, enfermeras que, sin armas suficientes, atacaron con todo su ser al ente.   Algunos magos quedaron paralizados ante ese ente amenazante, sin apenas hablar. Otros fueron más allá, y decidieron atacar a aquellos que luchaban juntos a los héroes sanitarios contra el ente que, sin embargo, tenía la intención de exterminarnos a todos. Sin distinción. Y muchos empezaron a morir, gracias a la tremenda inconsciencia de los magos.
   La magia no existe. Nos dimos cuenta de que era pura ciencia. Sin embargo, y para nuestro pesar, vimos que la ciencia era para fines y no para medios. Los magos no fueron más que vendedores de crecepelo.
   Aún hoy sigue la batalla en un auditorio que se resquebraja por momentos con el riesgo de quedar todos sepultados, pues nuestras puertas están selladas. Yo, desde luego, como espectador que tuvo y tiene el valor de mirar tras las bambalinas, lucharé junto a mis héroes para derrotar este maldito ente sin precedentes que nos ha pillado desprevenidos a todos. Cometiendo errores, si, pero centrados en la lucha contra un enemigo común.
   Si conseguimos vencerlo, sólo podremos seguir disfrutando del espectáculo de la vida si entre todos conseguimos construir un auditorio nuevo en el que, por favor, no haya más trucos baratos tras la oscuridad del telón de fondo. No haya, por favor, más parásitos robándonos nuestros derechos mientras nos encantan con su verborrea.
El telón ha caído, las evidencias están ante nuestros ojos. Sólo tenemos que observar a nuestro alrededor.

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