Battaglioli,F: "Escenografía para el Real Teatro del Buen Retiro" |
José Manuel Montes
Colectivo
Prometeo.
En el escenario de ésta, nuestra
España, muchos hemos asistido durante más de cuarenta años, con
asombro, como todos aquellos magos que habían ido pasando por el
escenario del Congreso, conseguían hacer los más variados e
impresionantes trucos. La mayoría del pueblo español aplaudía cada
uno de los números con fervor y entusiasmo, sin darse apenas cuenta,
de las consecuencias que habría, al final del espectáculo.
En el primer espectáculo, consiguieron
transformar delante de nuestros ojos, una Dictadura asesina y cruel
en una Democracia ejemplar. Aquellos magos fascistas se transformaron
delante de todos nosotros en demócratas de corazón. Entonces, el
público explotó de júbilo por tal impresionante y difícil hazaña.
Pero algunos, que no nos limitamos a aplaudir sin más, miramos tras
las bambalinas, con ansias de saber el secreto.
El segundo fue aún mejor y de rotundo
éxito de taquilla (Nunca fue gratis). Los magos del Neoliberalismo
mostraron al público la capacidad de hacernos ricos y poderosos,
fundiendo España con Europa, siendo así parte de una Unión mucho
más poderosa frente a las adversidades, llenas de bondades sociales
y económicas que no harían más que mejorar la vida de la gente.
Ahora, por arte de magia, cualquiera podía comprar y vender por todo
Europa, sin que le metieran mano a sus bolsillos. Maravillas de la
magia capitalista. Pero algunos, nos asomamos de nuevo tras las
bambalinas para entender el truco que tanto embelesaba al resto del
público. Por que sabíamos, que la magia no existe.
Con ello, el público disfrutó y se
sintió orgulloso durante unos cuantos años. Aquellos magos y su
poder consiguieron transformar un país acomplejado, miedoso, servil
e ignorante, en una de las mayores potencias del mundo; grandes
aeropuertos, magníficos centros comerciales, estadios gigantescos,
preciosos miradores, monumentos espectaculares, circos, acuarios,
Spas y macro hoteles, auditorios, museos, centros de formación,
majestuosas ciudades deportivas y hospitales impecables. ¿A quién
no le podía gustar ese espectáculo?
Poco a poco, nos dimos cuenta que, sin
embargo, cada vez asistía menos gente al espectáculo y por otro,
que el precio de la entrada era cada vez más caro. Empezó a haber
personas que no podían pagar la entrada y se quejaron por ello. Los
magos hicieron caso omiso. El espectáculo siempre debe continuar,
pase lo que pase.
Nosotros, tras haber visto la parte
trasera del escenario desde el foro y atónitos ante la estafa,
empezamos a explicar al resto del público porqué ese espectáculo
no era más que una estafa encubierta. Pero nadie nos escuchó,
algunos, incluso nos quisieron echar del auditorio.
En un momento dado, uno de los focos
principales que daban luz al auditorio se descolgó, cayendo sin
remedio. Pero no lo hizo sobre los magos, por supuesto. Por el
contrario, cayó sobre varios espectadores que sufrieron las
consecuencias de la caída. Observé con detenimiento aquel foco,
venía de la casa “Lehman Brothers”. No debían ser muy buenos
estos ingenieros. Y empezamos a sospechar que, visto lo visto tras
las bambalinas, todas aquellas evidencias ante nuestros ojos, la
caída del foco debía estar relacionada con el show de estos
adalides de la magia neoliberalista.
Cuando las evidencias eran tan rotundas
y, ante la inopia a la que habían sido inducidos la mayoría de los
espectadores (Qué sólo fueron eso, espectadores pasivos), no
pudimos callar y empezamos a confesar lo que había tras las
bambalinas. Algunos magos parecían quejarse de nuestra actitud, pero
a la mayoría no le preocupaba porque precisamente, la mayoría del
público aún quedaba hipnotizado frente a aquellos magos que creaban
“riqueza” mientras parloteaban sin parar.
“¡¡Si queréis hacer
espectáculo, subíos al escenario!!”, nos dijeron los magos.
Ni cortos ni perezosos así lo hicimos y, una vez delante del público
estallamos. El primer gran truco había sido una estafa pues
advertimos una escena dantesca al correr el telón rojo. Pensando que
el teatro era nuestro, advertimos que había un Rey (Al que nadie
había contratado) que desde una gran mesa llena de excesos, lavaba
las mentes de los magos que, a su vez, ejercían su voluntad. Al
lado, sacos con todo el dinero de las entradas que, si hacían bien
el show, después se repartirían. Junto al Rey, su hermano saudí se
ponía las botas. Pero también había grandes inversores
financieros, representantes de nuestras grandes empresas, banqueros,
entes cupulares de la Iglesia y el ejercito, brindando mientras la
gula y la avaricia les invadía. Nunca fue una Democracia real. Pero
la mayoría de los espectadores, que nunca tuvieron la menor
intención de mirar tras las bambalinas, prefirieron creer en la
magia.
Con más intensidad, les confesamos
que, tras el truco de la Unión Europea, sólo había una deuda
descomunal, ilegítima e impagable, que tendríamos que pagar todos
los espectadores, pasivos o activos. Aeropuertos sin aviones ni
pasajeros, centros comerciales paralizados, miradores sin vistas,
bosques de acero sin vida, pasarelas inservibles, toboganes
peligrosos, circos fantasmas, acuarios sin peces, spas sobre suelo
ilegal, hoteles construidos sin permiso, teatros para escuchar el
silencio, una ciudad deportiva sin deportistas, centros de formación
sin formadores ni formados, un museo “íbero” solitario y
lúgubre… al menos 81.000 millones en los últimos 20 años sacados
directamente del dinero de nuestras entradas.
tan sólo eran algunos de los muchos despilfarros que
los magos habían realizado tras vaciarnos los bolsillos sin que
nosotros apenas pestañeáramos. Pero aquello no era lo peor.
Sibilinamente, nuestros héroes
sanitarios universales y gratuitos, así como sus infraestructuras,
fueron debilitándose en detrimento de aquellos magos que preferían
seguir robando a costa de la salud de los espectadores. Aún así, la
mayoría del público empezaron a lanzarnos todo lo que tenían
mientras nos abucheaban. Por mucho que advertíamos, la mayoría
seguía en una inopia galopante. Parecía que les gustaba que les
robasen, sólo eran capaces de repetir los dogmas de los magos.
De repente, un ente indefinido,
claramente hostil, apareció ante todos nosotros. No sabíamos con
seguridad si era natural o quizás creado en algún laboratorio
proveniente que algún poder superior oculto ante nuestros ojos. Pero
tenía la clara intención de infectarnos con su poder. Ese, si era
real.
Y cayeron las bambalinas. El ente con
su poder hizo caer el telón mostrando las vergüenzas de todos
aquellos que se encontraban manejando los hilos de los magos, pero
también hizo caer cada uno de los elementos del auditorio; focos,
cicloramas, candilejas, parrillas enteras, mientras el escenario y
las paredes empezaban a resquebrajarse.
Nosotros intentamos luchar contra ese
ente, con el poco poder que nos quedaba, junto a aquellos sanitarios,
médicos, celadores, enfermeras que, sin armas suficientes, atacaron
con todo su ser al ente. Algunos magos quedaron paralizados ante ese
ente amenazante, sin apenas hablar. Otros fueron más allá, y
decidieron atacar a aquellos que luchaban juntos a los héroes
sanitarios contra el ente que, sin embargo, tenía la intención de
exterminarnos a todos. Sin distinción. Y muchos empezaron a morir,
gracias a la tremenda inconsciencia de los magos.
La magia no existe. Nos dimos cuenta de
que era pura ciencia. Sin embargo, y para nuestro pesar, vimos que la
ciencia era para fines y no para medios. Los magos no fueron más que
vendedores de crecepelo.
Aún hoy sigue la batalla en un
auditorio que se resquebraja por momentos con el riesgo de quedar
todos sepultados, pues nuestras puertas están selladas. Yo, desde
luego, como espectador que tuvo y tiene el valor de mirar tras las
bambalinas, lucharé junto a mis héroes para derrotar este maldito
ente sin precedentes que nos ha pillado desprevenidos a todos.
Cometiendo errores, si, pero centrados en la lucha contra un enemigo
común.
Si conseguimos vencerlo, sólo podremos
seguir disfrutando del espectáculo de la vida si entre todos
conseguimos construir un auditorio nuevo en el que, por favor, no
haya más trucos baratos tras la oscuridad del telón de fondo. No
haya, por favor, más parásitos robándonos nuestros derechos
mientras nos encantan con su verborrea.
El telón ha caído, las evidencias
están ante nuestros ojos. Sólo tenemos que observar a nuestro
alrededor.
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