sábado, 26 de diciembre de 2020

Hoy me toca a mí

 


Manuel Delgado Millán

   La noche del 24,Felipe, entraste en mi casa. Tenía curiosidad y pensaba responderte, y te dejamos pasar. Entraste para decirnos que seamos fuertes, que la cosa está mal, pero saldremos adelante porque somos muy fuertes. Dijiste que ya salimos de otras peores, unidos. Que ya superamos "divisiones y enfrentamientos en el pasado". ¿Te refieres a la rebelión y golpe de Estado fascista de una parte del ejército, que con la ayuda de Hitler y Mussolini, terminó con un Gobierno elegido, y que mató a discreción a quienes pudieran haberle votado?. 
   ¡No, hombre, no! . Yo no me uno, para superar nada, a los que hoy nos enfrentan (como alguien muy cercano) porque nos defraudan, evaden impuestos, divisas, roban, y malversan. Ni a los golpistas asesinos que te escriben y solo porque haya cinco ministros, de temas menores, nos quieren fusilar a la mitad. Esos que se sienten dueños de España y quieren volver a limpiarla son de los que desciende tu padre huido y de los que proviene tu reinado. Esos que te mandan cartas de apoyo, son los que ya mataron a quienes, más de ochenta años no son bastantes para sacarlos de fosas y cunetas comunes, para dignificar a sus familias y salvar la cara como nación capaz de decirse a si misma una mínima verdad y darse una imposible reparación. 
¿Te pareció bien como "hemos superado aquellas divisiones y enfrentamientos"?. Una guerra, una dictadura, una transacción con muchas renuncias para no levantar cabeza, que no pueden gobernar nada los que reivindiquen justicia para los de abajo, para los perdedores del sistema, no parece que sea un camino para unir a nadie. 

   Esperaban de ti una mínima verdad como la que ayer te callaste, Felipe. Fue decepcionante, no para mí, para quien crea que se puede esperar algo bueno de tu casta. Lo único bueno (que al menos yo no espero) hubiera sido, por dignidad no salir en televisión, sino salir por patas, detrás de ese de quien has heredado (ya no pueda nadie dudarlo) la corona y la cara dura. 
   Dices que has visto a miles de mujeres y hombres fuertes, leales, salvar a España en este año de desgracia. En estos momentos esperaban esas gentes una verdad, una renuncia tuya a ser diferente de quienes pagamos tu sueldo, y tus pompas. 
   No te atreviste a decir que todos somos iguales ante la ley. Hubiera sido demasiado. Dijiste que los valores éticos están por encima de las personas y los lazos familiares. Tan por encima que tu familia nunca llegó a alcanzarlos. Para tí, Felipe, simplemente esos valores decoran tu discurso. Ni siquiera los nombraste, porque hubieras quedado... bueno como quedaste de todas las maneras. 
No importa lo que digas, lo que hagas, solo importa lo que aparentes. Lo que digan de ti los medios oficiales, los privados, la corte de corruptos, y por desgracia con ellos, mucha de la gente ciega de una ignorancia, bien cultivada por siglos. 
   No importa si tampoco das cuentas de nada. Dicen que la ley te ampara porque todos tus actos, (incluido el mensaje de ayer) deben ser refrendados. Me gustaría saber qué parte ha escrito Carmen Calvo. Es muy socorrido hablar de valores éticos cuando eres irresponsable ante los jueces (así interpretan el artículo 56.3 y el 64 de la C.E., los grandes jueces nombrados por PP y PSOE) e inmune a cualquier reproche penal. Pero no moral y por eso yo, un español cualquiera, me rebelo ante el oprobio de tanto irresponsable. Porque toda la corrupción de tu padre fue refrendada, fue conocida y también promovida por los presidentes de su reinado. Ellos (quizá Zapatero se salve) hacían lo propio, como lo hacía el padrino de Cataluña, Don Pujol. 
   En vuestra España impuesta desde siempre, lo provisional se hace eterno. Que tu familia francesa sea nuestra Casa Real ya fue un apaño. Que tu padre se saltara a tu abuelo (después de saltarle los sesos a tu tío mayor de un disparo accidental) y Franco nos lo eligiera, fue un salir del paso acordado con la CIA y Alemania (el poder en Europa alemana). A ti te eligieron ya en la Constitución, para dar gusto a quienes aún no eran feministas, haciendo que dijera igualdad y discriminación al mismo tiempo. 
   Me ofende mucho, Felipe, porque quiero que mi nieta primogénita, Mayra, que tiene ocho años, que tiene dotes de mando, es inteligente y creativa, tiene iniciativa y organiza a quien esté a su lado, chico o grande, sea Presidenta de la República Federal Ibérica. O al menos Española. Es más española que Leonor, y mil veces más que tu padre y tú juntos.
   No me extiendo más señor rey de las Españas, como ayer hablaste tú, este es mi discurso a tu familia. 
Hoy me toca a mí.

1 comentario:

esperanza dijo...

Comparto 100% tu análisis. Sufri anteayer la misma indignación, y antes, estupor. No esperaba a tanta desvergüenza y tanto silencio complice