viernes, 8 de enero de 2021

Cuando la estrategia aplicada a terceros se practica en casa

 




Remedios Copa
Colectivo Prometeo


   Desde hace mucho tiempo el viejo imperialismo norteamericano viene demostrando que, como le dijo Bush padre a Milton Friedman, las ideas tienen consecuencias. Esta afirmación referida a los principios del capitalismo neoliberal y los métodos de imposición en países latinoamericanos, posteriormente aplicada en Europa y finalmente extendida con la globalización, es tan cierta como que las palabras y las soflamas causan su efecto. 
   En este caso el padre, los EE UU, está recibiendo la medicina que sus ciudadanos le han visto aplicar sistemáticamente en los países cuya democracia o un gobierno rebelde a someterse a los EE UU debía ser derribada en aras de los intereses de los norteamericanos. 
   Bien es cierto que ahora los intereses fratricidas en la lucha por el poder están poniendo a los EE UU al borde de la guerra civil, con el condicionante de que ocurre en un país que está armado hasta los dientes para imponerse en el exterior, pero cuya población también está armada aunque por ahora las armas civiles solo se utilizaban excepcionalmente y entre ellos; aunque la razón de que la población tuviese armas se fundamentaba, (según algunos autores), en que la ciudadanía siempre se había reservado para sí misma una parte del poder otorgado al Gobierno, es posible que ahora se lo demuestren. 
   La rebeldía contra los resultados electorales no nació de la nada. Trump viene labrándola desde que se presentó por primera vez a las elecciones y esa práctica de lanzar mensajes continuos creando dudas y difundiendo mentiras, cómo método sistemático de descalificar al contrario, sumado a deficiencias no resueltas da estos frutos. 

Si cuando Trump ganó las anteriores elecciones, algunos afirmamos que la democracia norteamericana estaba enferma, y tal vez herida de muerte, ahora se demuestra que si la democracia enferma, la sociedad sucumbe al contagio y el resultado será siempre incierto y doloroso. 

Se puede decir que lo que está ocurriendo estos días en los EE UU era previsible y estaba anunciado. Trump, ante la posible pérdida del poder, se venía acercando peligrosamente a las asociaciones del rifle, los supremacistas blancos y los partidarios de las armas en manos civiles; lanzó mensajes que les incitaban al rearme y la acción en caso de que “le robaran” las elecciones, minando así la confianza del pueblo en la democracia, en los partidos políticos y en las instituciones. Nunca se habían vendido tantas armas en tan poco tiempo pero esta vez con el riesgo de que se utilicen contra las Instituciones democráticas y un candidato a la Presidencia legítimamente elegido que el perdedor no está dispuesto a reconocer. 

No es el pueblo que se levanta libremente, porque cuando se ha manipulado con mentiras, sin fundamento pero reiteradas, la desinformación creada por los protagonistas de la mentira y los medios de comunicación a su servicio, arrebata la verdadera libertad al ciudadano y lo convierte en súbdito desinformado y esclavo de la mentira, la duda y los intereses del otro. 

EE UU sabe muy bien cómo funciona la mentira y la descalificación sistemática de un Gobierno porque es una práctica que le viene dando buenos resultados en países ajenos y es la punta de lanza de las estrategias neoliberales a nivel global. 

La prueba de la connivencia de Trump con los asaltantes del Capitolio, por cierto blancos y de ultraderecha, fue la escasa oposición de la policía, el hecho de que Trump no compareciera ni permitiera la intervención de refuerzo alguno durante más de dos horas y que el número de detenidos se limitara a 50. Compárese con las actuaciones de la policía en la protesta de Black Lives Matter. 

Para colmo, cuando comparece Trump, les insta a marcharse con un comprensivo mensaje de justificación porque “nos han robado”. Es decir que la cosa no pasa de una simple regañina y una reafirmación en la mentira, para que la hoguera se atenúe pero no se apague. 

Muchas son las voces que están advirtiendo a España del peligro que supone que la derecha repita constantemente los ataques al Gobierno de coalición fruto de unas elecciones democráticas, calificándolo de ilegítimo; porque se advierte el paralelismo en lo que está haciendo la oposición en nuestro país y lo que el neoliberalismo viene sistematizando cuando un Gobierno no le es proclive a sus intereses. Varios analistas comparan a Vox con Trump. 

No hay más que ver las declaraciones realizadas ayer por Abascal, aprovechando para arremeter una vez más contra la izquierda; o las del candidato de Vox a alcalde de Logroño que interpreta el asalto al Capitolio como “la lucha del valiente pueblo americano para preservar la democracia”. Tampoco Ciudadanos se olvidó de tratar de embarrar a “los comunistas” cuando se refirió a la toma del Capitolio. 

Si repasan los medios de comunicación españoles en el día de ayer, verán que la derecha española se ha pasado el día soltando, con respecto a nuestro Gobierno, similares soflamas que Trump a sus seguidores. 

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