jueves, 15 de abril de 2021

Ladran, Julio, señal que cabalgamos



 

Jorge Alcázar
Colectivo Prometeo

Desde la izquierda nos hemos equivocado muchas veces. Tanto es así que medio en broma medio en serio podemos trocar aquellas palabras del Che por “Hasta la derrota siempre”.

Nuestros errores, tanto de naturaleza política como estratégica o táctica nos han llevado en muchas ocasiones a la desesperación o la incertidumbre, pues bien como dirigentes o militantes, o ya sea como simples simpatizantes, hemos sentido esa frustración que produce no casar bien el ejercicio programático y discursivo con la labor en las instituciones y a ras de calle.

Son muchos los momentos a lo largo de nuestra experiencia y acervo en los que hemos tenido el vértigo propio del que se asoma al abismo que supone hacer política para transformar, y no entender la política como un mero ejercicio de contemplación de la realidad desde el sillón del privilegiado, sabiéndose en la seguridad que la misma da al que así la vive, y de la cual se sirve.

En estas líneas no pretendo señalar estos errores, aquellas equivocaciones o a estas u otras personas dentro de la esfera de la izquierda, que es la esfera de los míos; mi intención es otra bien distinta que espero se observe unas líneas más abajo. De la misma forma, quiero indicar que el objetivo inicial de las mismas era dar una opinión personal en forma de respuesta a las palabras que el pasado sábado José Bono usó para referirse a Julio Anguita. A medida que las horas han pasado y he leído las múltiples reacciones en este sentido, habida cuenta de la contundencia y claridad de estas, así como del profundo respeto que esas voces me inspiran, no veo que sobre este enfoque pueda aportar yo nada más. Pero también, y tras esa primera reacción, fundamentada en la necesidad de cargar con furia y saña contra semejante botarate, he recordado lo que Julio nos enseñó, entre otras muchas cosas: que la rebeldía siempre debe enmarcarse dentro de una causa.

Por estos motivos quiero orientar mis palabras rebeldes de hoy hacia las ideas, ejemplos y visiones que mi dirigente nos dejó como tesoro que ni se compra ni se vende, haciendo de esta reflexión un ejercicio de construcción, que no de derribo.

El legado profético que hemos heredado de Anguita está ahí: Maastricht, la construcción europea o el Tratado de Lisboa, fueron elementos ideológicos de reflexión y debate que situaron a la izquierda española en la vanguardia histórica del momento, iluminando con luces largas el camino que transitaríamos, como sociedad en su conjunto y como clase trabajadora en su proceder, durante las siguientes décadas, y las consecuencias que lo jalonarían; la necesidad inherente a la izquierda de trazar un programa político enmarcado en una praxis coherente, la obligación de esta y sus cuadros de estar en constante evolución de pensamiento crítico, y su ligazón esencial para con la realidad material y sociológica del entorno en que se desarrolla, formularon, a mi entender, el trayecto vital político que desde la visión de clase dentro del movimiento obrero todo militante revolucionario y, por ende, rebelde para con la realidad que lo circunscribe, debe asumir; la búsqueda de la verdad y la razón de clase como objetivo teórico al que aspirar, huyendo del dogmatismo y el adoctrinamiento panfletario, como frontispicio de la labor política y social del individuo, son reflexiones que valen su peso en oro para los que hoy queremos y necesitamos enfrentar los desafíos del presente y del futuro; la honestidad intelectual, vital y humana como cualidades éticas que deben acompañar al ser humano, fueron servidas en generosas raciones a la contemporaneidad de nuestro país, sin distinción de ideología, clase o credo; o la obligación táctica, estratégica y política para con el discurso sencillo y didáctico, que desvele las contradicciones del sistema a la luz del que todavía no ve, forman parte de un acervo de incalculable valor para nuestras generación y las generaciones futuras de hombres y mujeres de la izquierda.

Con todo lo anterior puedo decir, y sin temor a equivocarme, que el bagaje intelectual de Julio Anguita fue pobre en la medida en que todo lo anterior, incluida su propia experiencia como ser humano -lo cual ya de por sí no es poco para un individuo, menos aun en los tiempos que corren- estuvo siempre al servicio de la lucha contra la injusticia y las desigualdades de la clase más desfavorecida: los pobres. Fue este el lado de la trinchera que decidió tomar y que nunca abandonó. Todo lo contrario, suscribió con este bando un compromiso ético, intelectual y humano de por vida por el que es imposible desvincular su figura, su legado y su recuerdo, de los pobres de la tierra. La pobreza, al igual que la austeridad, como nos repitió incansablemente, son cualidades que adornan al individuo y lo embellecen, y Anguita exhibió una y otra con decoro y ejemplo.

Tomando entonces la expresión del exministro socialista, qué más hermoso y rico, para nosotros y nosotras, los comunistas, para todos aquellos y aquellas que tantas veces se han equivocado desde la izquierda que sabe a rojo, para los incontables corazones que laten silentes pero expectantes y que palpitan por los cambios por venir, qué más edificante y valioso para nuestra experiencia pasada, presente y futura, como masa organizada que persigue elevarse sobre sí misma para torcer los renglones del futuro, que disponer entre nuestras filas de esa “pobreza” intelectual del camarada Anguita. De estos hombres y mujeres se hace el futuro, señor Bono. Estos hombres y mujeres, hechos de la misma arcilla que Julio, son los que nos permiten seguir infatigables al desaliento y al acúmulo de derrotas, a pesar de nuestras incertidumbres, frustraciones, errores o miedos, en la búsqueda de la utopía concreta que perseguimos y hasta la victoria siempre.

Mientras desde dentro del sistema al que usted representa y defiende, señor Bono, se alcen voces como la suya, en los términos en los que lo hizo, nosotros podremos decir con orgullo aquello de “ladran, Julio, señal que cabalgamos”.













3 comentarios:

Unknown dijo...

comparar a ANGUITA con semejante ceporro ' en andaluz lo expreso por que andaluza soy ´´es molestarse demasiado con un personaje oscuro de la politica española .

Marian M dijo...

Julio Anguita no le hubiera dado la menor importancia aunque a los demás nos indigna sobremanera , las comparaciones son odiosas pero ningún político le llega a Julio a la suela por honradez, coherencia y por enseñar a muchos un camino, una conciencia de grupo, ese señor Bono aunque naciera míl veces no lo haría nunca porque su discurso es vacío y mediocre, es rancio.

Anónimo dijo...

Siempre habla un capillita botarete a la puerta de un convento o una procesión, al que no merece ni siquiera responderle. En todo caso indicarle que analice su trayectoria política, personal y humana.
¿Qué ha aportado este individuo a la sociedad? En todo caso su colaboración y apoyo a la "comunidad católica". Con individuos así, ¿para qué quiere la pseudoizquierda distanciarse del facherío?. ¿Cómo puede criticar a personas tan dignas, horadas y sensatas como Julio Anguita?