jueves, 14 de abril de 2022

Creencia, Fanatismo y Folklore

 

El Bosco: Cristo con la cruz a cuestas


Pepe Aguza.
Colectivo Prometeo

     Un año más la sociedad, como es habitual cambiando de fechas por intereses eclesiásticos, asiste al sangriento espectáculo de la Semana Santa, para celebrar la exaltación de la violencia, la sangre, la tortura y la muerte de un supuesto personaje revolucionario, de cuya existencia real no se conservan documentos y que sería responsable con el paso del tiempo de una organización religiosa dominante en el mundo.

    La demostración de riqueza, poder y lujo procesionales, es algo que contradice la propia doctrina cristiana, atrayendo la curiosidad y el fanatismo popular, que en su ignorancia contribuye al negocio económico de la Iglesia.

     Por fin este año, sin grandes riesgos climatológicos y sin haber superado los peligros de la pandemia, cuya incidencia podremos valorar como ha influido en fechas próximas, las calles vuelven a ser invadidas por decenas de idólatras figuras y miles de espectadores que acuden al bochornoso desfile folklórico, mientras cientos de jóvenes costaleros, no solo sostienen las arcas de sus cofradías y parroquias, sino que sufren las lesiones cervicales y musculares del esfuerzo de pasear los maderos, para beneplácito de beatos, ignorantes y curiosos.

La religión y la fe, son opciones íntimas y personales, que deben ser admitidas para los creyentes en su entorno privado, pero no interaccionar con el resto de población, que no tiene porqué soportar imposiciones, ruidos y molestias con sus acciones.

A lo largo de la historia, el cristianismo al igual que otras religiones, han llevado con sus intolerancias, a un fanatismo exasperado que causaría miles de víctimas, de muertes y persecuciones, en nombre de un dios que se dice pacífico, misericordioso y de amor.

 

Un estado aconfesional debe asegurar la formación y valores de su infancia, a través de un sistema educativo laico.

El adoctrinamiento masivo que desde la escuela, la Iglesia católica está llevando a cabo en la infancia y la juventud en la actualidad, es el responsable de un aumento de catequesis, aleccionamiento e incultura y del enaltecimiento de los desfiles procesionales religiosos, con la conformidad de gobiernos tanto de derechas como de supuesta izquierda, que siguen sosteniendo con dinero público la educación privada y concertada, así como los acuerdos con el Vaticano que desde 1976 y 1979, a través del Concordato con la Santa Sede, se vienen ratificando y el incumplimiento de promesas electorales (como tantas del PSOE de Felipe González y más recientemente de Pedro Sánchez) son responsables de la situación de fanatismo actual. Algo muy superior incluso a épocas pasadas del nacionalcatolicismo.

El mejor modo de lograr una sociedad laica y de respeto a los derechos de sus miembros, es sacar la Religión de los centros educativos, como defendían recientemente en la enmienda aprobada por unanimidad en la Comisión de Derechos Sociales y Educación, Izquierda Socialista y otros grupos de Asturias.

La sobrevaloración de las creencias, elevadas a su máxima intensidad, es lo que lleva al ser humano al fanatismo, exagerando sus emociones hasta límites obsesivos, dando lugar a la constitución de rebaño y  deformando la realidad hasta la irracionalidad.

Para el sociólogo y psicólogo Erich Fromm, el fanático es un ser inseguro, de baja autoestima, que busca en el grupo lo que le proporciona seguridad y estabilidad, como mecanismo de defensa de su complejo de inferioridad.

Los paseos rituales de las procesiones, no pueden considerarse como algo cultural (otros muchos países no contemplan estos actos, ni siquiera figuras religiosas en sus templos), en todo caso la exposición de esculturas de cristos, vírgenes o santos,  son obras de arte cuyo lugar de exhibición adecuado son los templos y cuya arquitectura además es de reconocer.

Un pueblo culto es aquel en que la educación es la base de su sociedad y en el que existe una separación del poder del Estado y la Iglesia. Los presupuestos económicos del Estado Español deben estar destinados a la financiación y mejora de sus servicios públicos, la Educación, la Sanidad y los Servicios Sociales, pero nunca para financiar a la Iglesia, que debería ser autosuficiente y subvencionada por sus feligreses, si tan creyentes son.

Los ritos y ceremonias de la iglesia, son un lamentable modelo de folklore, que dan visibilidad a sus fieles hipócritamente, confundiendo a la población con acontecimientos festivos alejados de la realidad.

 


2 comentarios:

Antonio Pintor Alvarez dijo...

Me parece muy interesante y oportuno tu artículo. Enhorabuena Pepe.

Rafael Alberto Párraga dijo...

Toda la razón, Pepe, esa terrible cosa que las religiones quieren ocultar al hombre. Cantemos pues con nuestra santa Violeta Parra:

Que sí, que adoren la imagen
De la señora María,
Que no se adore ninguna
Señora ni señorita,
Que sí, que no, que mañana,
Que un viernes de amanecida,
Que pa' dentrar a la gloria
Dinero se necesita,
Ay, mamita mida,
Y se necesita.