domingo, 5 de febrero de 2023

Yanomami: La tragedia de una etnia

 




Remedios Copa
Colectivo Prometeo


La tribu Yanomami, etnia indígena de la selva tropical del norte de la región amazónica, son el pueblo indígena más numeroso de América del Sur. Se dividen en tres grandes grupos, (sanumá, yanomam y yanan), con lenguas diferentes aunque se entienden entre ellos. Son denominados también como nación yanomami y habitan principalmente en la Amazonía de Venezuela, Brasil y Roraima.

Hoy vamos a tratar de la situación crítica que están viviendo los yanomami en Brasil, pero conviene señalar que las condiciones de vida de esta etnia en cualquiera de los países donde habitan fueron denunciadas en reiteradas ocasiones por los organismos de Derechos Humanos. No se puede decir que la vulneración sistemática de sus derechos no haya sido conocida incluso por los organismos internacionales.

Debido a que estos pueblos habitan zonas de la Amazonía de difícil acceso a los que se llega tras varios días de navegación y están repartidos en aldeas aisladas, ( hay datos que reseñan 600 aldeas), hace que su situación sea poco conocida salvo cuando se produce una situación de especial gravedad y alguien ajeno la denuncia a las autoridades.

Recuerdo las denuncias que se produjeron en Brasil durante el mandato de Temer. Eran situaciones espeluznantes sufridas por los indígenas a manos de garimpeiros, los dueños de explotaciones de grandes corporaciones mineras, petroleras o agro-ganaderas. El asesinato de los caciques indígenas, líderes de la comunidad o indígenas que se oponían a que quemaran la selva, a que los desplazaran y contaminaran sus aguas haciéndoles imposible la vida en sus tierras, era el pan de cada día y contaba con la connivencia de la policía y el ejército que no solo hacían la vista gorda si no que muchas veces participaban en la coacción, agresiones y asesinatos para sembrar el terror y eliminar la resistencia de los indígenas a ser despojados de su medio de vida y de sus tierras. Las denuncias relataban palizas, amputaciones y muertes con machetes, disparos y torturas de todo tipo.

La razón de esos ataques está basada en el afán de expulsar de sus tierras a los pueblos originarios para hacerse impunemente con la riqueza del subsuelo y la explotación intensiva de las tierras, deforestando para ello miles de hectáreas sistemáticamente porque los métodos de cultivo de pastos y soja pronto agotaban el suelo.

Si la época de Temer fue terrible para los indígenas, la de Bolsonaro superó todos los horrores conocidos. Desde el principio propició la introducción de más de 40.000 garimpeiros ilegales y autorizó a las grandes corporaciones la explotación de los recursos de las tierras Yanomami, la mayor reserva indígena de Brasil, poniendo fin a la la conquista lograda con la Demarcación. Diez millones de hectáreas de selva fueron destruidas en el Amazonas y en Roraima, donde habitan 371 comunidades de difícil acceso. Pero además, hay indígenas aislados en la selva que nunca tuvieron contacto o influencia externa.

En un año la devastación ambiental creció en Brasil un 46%, porcentaje histórico desde la demarcación, llevando la situación en que viven los Yanomami a la consideración de “extrema gravedad y urgencia, con daños irreparables a sus derechos en Brasil”, declaró la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y pidió intervención con medidas provisorias para proteger los derechos a la vida del pueblo Yanomami, tal como consta publicado en mayo de 2022.

La lucha por la defensa de los derechos de los pueblos originarios impregna la política del Presidente Lula y su equipo de Gobierno. Una de las primeras actuaciones de Lula fue la inspección “in situ” de los Yanomami. Falta de asistencia sanitaria, malaria, desnutrición y muerte, tanto por las enfermedades como por la contaminación de mercurio en el agua y las tierras, la imposibilidad de cultivar porque sus tierras han sido invadidas y quedaron sin medio de vida, (3.272 hectáreas destruidas por los garimpeiros), a lo que hay que añadir que se impidió el tratamiento adecuado para 10.000 de los 13.000 niños que vivían en la región. Y como guinda, la interrupción del suministro de alimentos que el Ministerio de la salud cortó en 2020 sin dar explicaciones, tal como afirmó Alisson Marugal, procurador de la República en Roraima.

Entre las acciones de emergencia tomadas por el Gobierno más de mil personas ya fueron rescatadas en situación de extrema vulnerabilidad y alrededor de 190 niños, de los que 5 ingresaron en cuidados intensivos. Al envío de sanitarios y otros efectivos a las zonas afectadas se sumaron arrestos y suspensión del ejercicio a determinados cargos. Con respecto a la responsabilidad de Bolsonaro por delito de genocidio de la etnia Yanomami, el Gobierno de Lula lo ha puesto en manos de los juristas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La barbarie humana carece de límites. La maldad de un ser humano para con otro puede ser infinita. Pero también la lucha solidaria contra esa crueldad incesante es infinita. La naturaleza humana es una hibridez de lo mejor y lo peor. Ojalá el nuevo gobierno repare este genocidio contra esta etnia y desarrolle y brinde sus derechos.
Ante espectáculos tan brutales, vista las limitaciones humanas, uno no menos puede repensar aquello por lo que un filósofo alemán, al borde del fin de sus días, suspiró: "Solo un Dios podría salvarnos".