Remedios Copa
Colectivo Prometeo
La temperatura del planeta se está disparando, y no me estoy refiriendo a causas como la guerra en Ucrania o las elecciones que se avecinan -que también pueden generar en las personas la “calentura emocional” generada por el estrés-; hablo del drama que supone la noticia climática de tan importante calado como es la constatación del calentamiento de los océanos y la rapidez con la que dicho aumento se produce.
Lo cierto que quienes sentimos preocupación con el calentamiento global y sus efectos adversos hace tiempo que conocemos la preocupación manifestada por los científicos tanto por la rapidez con la que se producía, mayor de la esperada, como por el salto cualitativo que suponen las observaciones referidas a las dos últimas semanas. Los datos demuestran que la temperatura no solo está ascendiendo sino que se ha disparado. Esta situación nos coloca en el temido escenario en el que las consecuencias ya son imprevisibles, tal como advertían los científicos cuando demandaban medidas inmediatas para frenar el calentamiento global porque estábamos entrando en el punto de no retorno.
En estos momentos la gran preocupación de la comunidad experta en meteorología es la situación del Atlántico, cuyo calentamiento ya se está reflejando en las aguas del Mar Cantábrico. A este respecto, Mario Picazo señala que la temperatura media de 20 grados es la más alta registrada desde que comenzaron las mediciones y considera que los registros la sitúan en torno a los 4 grados de aumento con respecto al promedio que venía siendo normal para comienzo de junio. Eliot Jacobson señala que el ascenso puede alcanzar incluso los 5 grados cuando estemos en el punto álgido. Y debemos tener en cuenta que las mediciones están realizadas en base a registros de la etapa de años cálidos, (de 1982 en adelante).
La comunidad científica lleva años advirtiendo de los daños que provoca la quema de combustibles fósiles, los residuos generados por la agroindustria, los vertidos químicos o la minería extractiva, porque contribuyen al calentamiento global a la contaminación del aire, las tierras y el agua, (pozos, acuíferos, ríos y océanos). No hay vida posible si no se dan ciertas condiciones climáticas y de biodiversidad biológica; en el contexto para la vida el agua y la calidad del aire son primordiales. Lo terrible es que ninguna de estas cuestiones se están teniendo en consideración y, aunque nos va la vida en ello, no lo veremos en la agenda de los políticos ni en sus programas electorales.
Estamos cansados de que nos repitan que la acción humana está traspasando todos los límites seguros del sistema Tierra, los científicos de diferentes disciplinas, los meteorólogos y los activistas sociales por el clima y el medioambiente y los defensores del Decrecimiento programado, equilibrado y justo, junto con un número cada vez mayor de ciudadanía concienciada y preocupada por el futuro de sus hijos y de la humanidad entera, estamos decepcionados de la inacción de nuestros representantes políticos con respecto a esta cuestión primordial, pero también preocupados de que solo se centren en cuestiones económicas y en los posibles negocios que puedan obtener las grandes corporaciones a cuenta de las mal llamadas energías verdes a las que, sin estudio medioambiental ni de verdadera necesidad de la instalación en cuestión en la zona, o incluso sobre su viabilidad futura, se les dota de sustanciosas subvenciones a cuenta de dinero público.
Lo verdaderamente urgente es destinar el dinero a proyectos que resuelvan el verdadero problema de la humanidad frente a los desastres medioambientales y el cambio climático que amenaza seriamente nuestra supervivencia. Por otra parte, y ya que hablábamos de la guerra, buscar la Paz y dejar invertir dinero en ella; dejar de amenazar la vida con la voladura de presas que, además de poner en riesgo de accidente la central de Zaporiyia, inundan y contaminan el medioambiente creando un verdadero ecocídio; no hay que olvidar la bomba de relojería que suponen sus lodos.
La investigadora Noelia Zafra señala que teniendo en cuenta que el planeta se calentó de media 1,2 grados centígrados y, para mantener el límite planetario del clima seguro y justo, -ese que ya hemos sobrepasado-, se necesitaría que al menos un 50-60% de la superficie de naturaleza global permanezca intacta. En lugar de hacer eso, continúa la deforestación masiva, las energías fósiles, y tantas otras barbaridades…
La gestión adecuada de los bienes comunes globales nunca ha sido tan urgente ni tan importante, dice Wendy Broadgate; también Rockström asegura que el nuevo estudio realizado sirve de base para desarrollar objetivos basados en la ciencia y asegura que la evaluación científica global proporciona a todas las partes interesadas unos límites “dentro de los cuales se puede llevar a cabo un desarrollo mundial próspero y equitativo en un planeta estable, un futuro mejor para las personas y el planeta”.
En otro orden de cosas, volviendo al tema de la guerra que también tiene que ver con la vida y los riesgos para el planeta, dice Fabian Scheidler que “la guerra se está llevando a cabo por motivos geopolíticos y afecta a las posibilidades de supervivencia de toda la población mundial”.
Para Scheidler negociar con Ucrania es la única opción racional ante el caos climático y los peligros nucleares. Puesto que el mundo enfrenta una serie de puntos de inflexión peligrosos, tanto a nivel medioambiental como geopolítico, la diplomacia basada en la ética de la responsabilidad es la única opción racional para prevenir el colapso ambiental y el inminente riesgo de guerra nuclear que, incluso limitado, provocaría un invierno nuclear a escala global y exterminaría a gran parte de la humanidad.
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