sábado, 8 de marzo de 2025

El Marzo que pasará a la Historia

Moneda romana Idus de Marzo



Remedios Copa
Colectivo Prometeo

La entrada trepidante a este mes promete desencadenar una concatenación de acontecimientos constantes que no depararán descanso entre uno inquietante y otro peor. 

Y como todos ellos se suceden a velocidad de vértigo no dan lugar a un análisis profundo sobre las implicaciones que conlleva en los diferentes ámbitos a los que afecta. Esa falta de sosiego para el análisis está llevando a reacciones desconcertadas y probablemente catastróficas para nuestro futuro, si es que lo hay, porque lo único que está claro es que los oligarcas, la ultraderecha que manejan los hilos en Europa y unos cuantos gobernantes calificados por sociólogos y por expertos en salud mental como “psicóticos”, no dejan títere con cabeza.

 Lo único que tienen claro los mandatarios europeos, con Zelenski a la cabeza, es el afán de continuar la guerra arrastrando a sus consecuencias a una ciudadanía que no la desea y a la que van a detraer sus recursos se para la guerra, (a costa de su sanidad, educación y bienestar social), además de transformar el desarrollo de sus países en una industria dedicada al armamento y, las “botas” que pretenden enviar a Ucrania para continuar enfrentándose a Rusia en una guerra que no era nuestra, no les quepa duda, serán las de jóvenes europeos porque ucranianos, los pocos que quedan, aunque los pillen a lazo y los obliguen a ir al frente no son suficientes para continuar la batalla.

Conste que ni Ucrania, ni la UE tienen arsenal material ni humano suficiente para ganar esa guerra y, en cualquier caso y al margen de dicha consideración, las provocaciones de Zelenski a Rusia, (adentrándose a territorio ruso y atacando sin el permiso de occidente con armamento que no se le había autorizado a emplear en territorio ruso), ya en su día pusieron en riesgo no solo una respuesta contundente por parte de Rusia sino un peligroso incidente nuclear, (por ejemplo en Kurts), que según técnicos de la agencia de energía nuclear podrían desencadenar explosiones en cadena en otras instalaciones de energía nuclear. 

Está claro que de continuar por ese camino, lo único que se puede esperar es la tercera guerra mundial y/o una guerra nuclear que de inmediato nos lleve a todos por delante. Seguir coqueteando con cualquiera de esas posibilidades es temerario e irresponsable. 

Pensar que Europa en estos momentos tiene capacidad de salir bien parada con una posición autónoma diferente o enfrentada a los EEUU, (con sus múltiples bases suelo europeo), y guerreando contra Rusia es estar fuera de la realidad.

La guerra que se desarrolla sobre Ucrania es una guerra entre EEUU y Rusia pagada por los trabajadores europeos. Eso era evidente desde el principio, tanto por los acontecimientos que desencadenaron en la guerra civil ucraniana en 2014 como por los intereses estratégicos y económicos perseguidos por los norteamericanos en la zona. En esta situación, la UE se ha labrado un vínculo de subsidiariedad respecto de los EEUU más allá de la dependencia militar.

La inexplicable aceptación de la exigencia de ruptura del vínculo comercial y energético con Rusia ha quebrado las principales fortalezas económicas europeas y le ha llevado a una regresión y progresivo desmantelamiento industrial; ahora, mientras la deuda pública y privada de crece y las empresas europeas cierran, las yanquis no han parado de hacer caja vendiendo a Europa energía cara y armamento. Incluso se está llevando a las principales empresas alemanas con facilidades para instalarse en su país.

Trump cuenta en la UE con leales vasallos de marcado carácter neofascista que le permiten consolidar su poder y fortaleza política en una Europa que ni siquiera es capaz de articular una posición coherente entre todos sus miembros y solamente unos pocos van de acompañamiento a las reuniones encabezadas por Ursula Von der Leyen y su corte de cargos que no han sido elegidos por la ciudadanía europea a la que imponen su política armamentista y guerrera. Esas élites dirigentes, pese a su retórica de confrontación, están siguiendo al pie de la letra la política de Trump con respecto a la contribución a la OTAN. Ursula Von der Leyen ya anunció la dotación de 800.000.000 de euros para la “seguridad del continente” y la autorización en el endeudamiento y medidas fiscales para “la defensa” necesaria frente al hipotético enemigo ruso que “quiere invadir Europa”. Con ese relato oficial pretenden infundir en la sociedad el miedo al supuestamente malvado Putin y que así la ciudadanía, mal informada, distraída y asustada, acepte sin cuestionarlo el destino que quieren imponerle.

Esas élites europeas no han dudado a la hora de “legitimar el régimen ukronazi de Kiev”, haciendo un revisionismo histórico profundamente antisoviético, promovido por la Comisión Europea, que en los últimos años, fomentó continuas amenazas a la paz en la frontera Este de la OTAN, (Paises Bálticos, Finlandia, Suecia, Polonia, Moldavia).

Con los planes que están diseñando, en los que ya no les importa el calentamiento global ni la crisis climática, se van a añadir riesgos de extrema gravedad a una situación que ya está llevando al límite al planeta y amenaza a la supervivencia de la humanidad. El despilfarro de recursos escasos para destinar a la industria armamentista, que los destruirá en la guerra, contribuye a la contaminación y calentamiento del planeta cuando los extrae, con la transformación industrial para la fabricación del material bélico y, de forma catastrófica, cuando todo se destruye usándolo en la guerra. 

Con respecto a las amenazas que las guerras suponen para el planeta por el despilfarro y la destrucción que suponen, sirva como ejemplo la factura climática que la guerra de Ucrania deja como huella climática medioambiental, que contribuye al empeoramiento en el calentamiento global, 229,7 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, cifra similar a la contaminación por CO2 que generan 120 millones de automóviles en un año, o la suma de las emisiones emitidas por Austria, Hungría, República Checa y Eslovaquia. 

Las fugas producidas en las voladuras de los Nord Stream están consideradas como una de las mayores fugas de metano causadas por el hombre en la historia, 420.000 toneladas, aunque los estudios de 30 organizaciones de investigación sitúan la cifra entre 445.000 y 485.000 toneladas de metano, un gas que contribuye 84 veces más que el dióxido de carbono a la crisis climática.


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