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Otto Dix: Los lisiados de la guerra (1920) |
Antonio Bujalance Cantero.
Colectivo Prometeo.
Hace unos días, a mitad de mayo, coincidiendo con el V Aniversario del fallecimiento de Julio Anguita, el Colectivo Prometeo, grupo de debate y pensamiento político del que fuera uno de sus fundadores después de su regreso a Córdoba, organizó una mesa de debate con el lema muy anguitiano de “en la misma orilla”, que pretendía poner más el acento en lo que nos une como izquierda plural por encima de las diferencias, máxime en un contexto que, como el propio subtítulo recalcaba, exigía la necesidad de aunar “propuestas desde la izquierda ante los movimientos antidemocráticos y fascistas emergentes”.
El debate generó expectación más allá de la ciudad de Córdoba, donde se celebró, porque se trataba de una oportunidad de encuentro entre distintas sensibilidades de la izquierda política de este país. El presidente del Colectivo inició una reflexión postdebate con su artículo "Dejemos los carnets en la puerta" ,toda una invitación a seguir con las reflexiones en torno a eso que podríamos denominar la unidad de la izquierda y que concluía así: “Querido Julio, esto está difícil, muy difícil. Ojalá que en vez de nombrarte tanto y reivindicar tu nombre como si fuese el santo Grial, las compañeras y compañeros empiecen de una vez a leerte y seguir las ideas que proponías en tus escritos”
Explicito de entrada, para no andarme con rodeos, como tesis de este artículo, que Sumar ha sido un fracaso sin paliativos, un experimento fallido más de la izquierda a la izquierda del PSOE por consolidar una unidad que le pudiera permitir no sucumbir electoralmente en un sistema pensado para favorecer a dos grandes partidos a nivel nacional y, como efecto secundario del diseño, toda medicina tiene efectos secundarios, también a los de fuerte implantación en determinadas circunscripciones electorales (nacionalistas en las periferias o Más Madrid en la capital).
Lo peor no ha sido tanto el cúmulo de errores cometidos (por poner alguno llamativo, cuando Yolanda Díaz dijo aquel de que si Podemos no estaba no sería ninguna tragedia, hoy no se atrevería ni a decirlo en una reunión de Movimiento Sumar) como el lamentable espectáculo, que se inicia en la feria de Sevilla, de desencuentros, codazos, falta de diálogo, trágalas, imposición de candidatos, traiciones y egos desmedidos.
Como género, la cosa quizás no llega al nivel de la tragedia, porque a los figurines y figurones que han poblado este retablo les faltaría cierto “grandeur” como dicen los franceses; quizás para algunos sea mucho más divertido fabular con todo este batiburrillo un vodevil, lo cual como es ya bien sabido, sin necesidad de leer o entender al señor Einstein, todo depende, también lo dejó dicho Jarabe de palo, del punto de vista: La comedia nace de observar el sufrimiento o el error ajeno desde una distancia emocional, es decir, las tragedias de los demás hacen reír o llorar a los espectadores, dependiendo de cómo se le presente la fabulación a dicho especimen, el espectador, que no lo olvidemos tiene tanto el derecho de aplaudir al final de la función como al abucheo.
Parece haber cierto consenso en cuanto a considerar dos experiencias relativamente exitosas en esta tragicomedia de la izquierda hispana. La primera fue la fundación de Izquierda Unida por Julio Anguita, proyecto que se inicia desde nuestra tierra como Convocatoria por Andalucía, llegando a ser una de las principales fuerzas políticas y generando una oleada de creciente entusiasmo. Aunque a nivel nacional Izquierda Unida no tuvo la repercusión que llegó a alcanzar en Andalucía, el pánico cunde en eso que algunos con fina sutileza han denominado “el estado profundo”. Los ataques, sobre todo, se dieron desde los medios de comunicación, con la demonización de su cabeza visible, Julio Anguita, junto a un frente interno, liderado por Cristina Almeida y López Garrido en torno a Nueva Izquierda.
La segunda experiencia fue el surgimiento de Podemos, en el contexto de la grave crisis de 2008 y del surgimiento de lo que se denominó el 15M, fuera ello lo que fuera y en lo que ahora no es el caso abundar más. En esta ocasión el proyecto también se vio afectado por conflictos internos y campañas externas de desprestigio. En el caso de Podemos, estas campañas supusieron un paso más allá incluyendo acciones de “dudosa” legalidad como el uso de la llamada “policía patriótica” y prácticas de "lawfare" judicial, además de un acoso continuado a sus dirigentes.
Tres historias, que más allá de meras anécdotas, son ejemplares. Alguna moraleja podremos sacar de ellas, sin apenas esfuerzo.
Si la Izquierda Unida, que representó sobre todo Convocatoria por Andalucía, y Podemos fueron dos artefactos relativamente exitosos fue por su capacidad para conectar, en una determinada coyuntura histórica, con las aspiraciones, inquietudes y necesidades de amplias capas del tejido social. Un proyecto político de la izquierda no puede ser un proyecto personal o personalista. Como la propia raíz de la palabra indica: Político (polites) era el ciudadano de la polis (ciudad o estado en Grecia), concepto que ahora resulta casi un oxímoron.
Es obvia la utilidad de la unidad o al menos su conveniencia electoral y en mi opinión es una demanda de la posible audiencia, ya que las expectativas actuales en los sondeos de los partidos a la izquierda del PSOE así parecen indicarlo. Pero difícilmente se pueden obtener resultados distintos repitiendo la misma fórmula, haciendo las cosas igual de mal desde el minuto uno. En primer lugar hay que diagnosticar y corregir los errores cometidos, establecer las responsabilidades personales y la necesidad de apartarse o de apartar a determinados dirigentes. Pretender una refundación sin una catarsis, una nueva etapa con los mismos personajes como protagonistas es una falacia, si acaso como figurantes. Segundas partes nunca fueron buenas dice el dicho, que con sus excepciones, la segunda parte del Quijote en mi opinión es mucho mejor que la primera, confirma una regla por otra parte de sentido común.
Pero temo que para que ocurra una renovación de la dirigencia política nos tengamos que ver abocados a un desastre electoral que propicie una cadena de dimisiones. No deberíamos llegar tan lejos. Pero es lo cierto que los partidos o el “stablishment” de los partidos, en ello les va la supervivencia a muchos aparatos, son conscientes de que la inmensa mayoría de los potenciales electores requiere la confluencia electoral. Por ello estamos donde estamos, en la elaboración del relato, en la modulación de la fabulación que se ofrecerá al público. Y así, como nadie quiere ser o parecer el responsable del desencuentro, aun con argumentarios tan traídos por los pelos como el que establece que para la reedición de la confluencia en Andalucía es condición “sine quam non” salir del gobierno de coalición estatal, pues tal y tal.
Estamos, pues, todavía, en el escenario de la táctica. La cuestión estratégica y programática (programa, programa, programa), está todavía lejos. Pero ese no ha sido el problema de los anteriores fracasos. Ese sí que sería un problema insalvable, pero creo que no es el caso, por tanto existe una puerta a la esperanza. Así que volviendo al principio: Efectivamente la cosa está difícil, muy difícil. Pero no es imposible. Estamos a tiempo y es el tiempo. Y si no lo hacen los que ahora pueden hacerlo, creo que se hará con otros actores.
5 comentarios:
Desde la distancia: IU Convocatoria por Andalucía, jamás fue segunda fuerza en el Parlamento andaluz. Ni con Anguita ni con Rejón. Siempre fue tercera fuerza. Solo en el 2012 formó coalición con el PSOE, pero nunca como segunda fuerza parlamentaria. Mas jamás ha sido segunda fuerza en Andalucía.
Es un dato objetivo.
Tiene usted razón, me refería a las elecciones de 1996 donde IUCA sacó en torno al 20% de los votos y el PSOE perdió la mayoría absoluta. Fallo de la memoria y no haberlo antes comprobado. Gracias por el apunte
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