sábado, 22 de noviembre de 2025

Confusión y vuelta atrás




Remedios Copa
Colectivo Prometeo

     La apropiación de determinados términos propios de conceptos de una ideología determinada y contraria a la que ahora, vaciándolos del contenido y simbología originaria, los utiliza para confundir y atraer a adeptos que, por carecer de base suficiente en cuanto a conocimientos de históricos y políticos tienen difícil dotarse del pensamiento crítico necesario para defenderse de la confusión. 
     Y mucho más cuando los bulos y la desinformación están tan bien programados y difundidos, precisamente para evitar que la gente tenga fácil el acceso a la información veraz que le permita discernir entre la verdad y el engaño.

Escuchaba estos días a una luchadora por la democracia, activismo que no abandonó desde la época franquista hasta hoy, decir que en la confusión creada por la perversión de los conceptos, se está tolerando que en aras de la democracia y la libertad de expresión se permita en nuestro país algo que no ocurre en el resto de Europa
    Tanto en Alemania como en Italia se erradicaron y condenan los símbolos del nazismo y del fascismo, mientras que en España “permanecen múltiples símbolos de la dictadura golpista y genocida”, y no se está poniendo coto a tiempo a campamentos de verano en los que se adoctrinó a niños, al cierre de asociaciones de carácter franquista en las que se enaltecen las ideas del régimen y se fomenta atraer a adeptos entre los jóvenes, o la falta de un freno radical a los intentos de la ultraderecha de incluir esas ideas en los centros educativos.

Desde luego que el significado de libertad como concepto democrático y de ideología de izquierda no se parece en nada a la “libertad” que defiende Ayuso. Tampoco el concepto de “dictadura”, por lo que se ha podido apreciar.

En estos tiempos en que la ultraderecha acusa de “dictador” a un Presidente de Gobierno que está considerado como el más democrático que ha tenido nuestro país, con capacidad de consenso para lograr un Gobierno de coalición con distintas formaciones que representan y son el reflejo de la ciudadanía española actual, capacidad y condición que también se le reconoce fuera de España, no debería ser obstáculo para que aplicara con firmeza los límites a determinadas situaciones y conductas que son la antítesis de la libertad de expresión, acción y democracia.

Sería muy lamentable que un país que muchos califican como el más democrático de los europeos en la actualidad se convierta, como decía la mencionada activista y algún periodista de medios españoles, en un país dominado por la ultraderecha y los nostálgicos del franquismo. Ya tenemos dos ejemplos en la U.E. dónde la ultraderecha se hizo con el poder y la democracia, junto con los DD.HH., se va esfumando.

Es más que preocupante que permanezcan indemnes e intocables quienes mantienen actitudes y mensajes que incitan al odio y confrontación entre la ciudadanía española, que denigren y amenacen al Presidente, al Gobierno y las Instituciones del Estado e inciten a que “quién pueda hacer que haga”, lo que sea contra el Gobierno electo legal y constitucionalmente. A otros, por menos se les considera terroristas y encarcela.

El Parlamento Europeo se ha pronunciado en relación a la independencia judicial y la politización condenando el uso del sistema judicial con fines políticos, incluyendo la persecución de adversarios políticos y la interferencia en investigaciones.

En días pasados, juristas y autoridades de prestigio de varios países de la U ñE se han manifestado sobre el lawfare, (guerra legal como arma para atacar, dañar su reputación y derribar a un oponente político), que se está llevando a cabo en España contra el Gobierno. El caso contra el Fiscal General del Estado lo consideran inadmisible e inaudito.

Es tortuoso e involucionista el futuro que nos espera; no hace falta que nos lo refieran analistas ni estrategas, parece bastante obvio por lo que podemos observar en el día a día a nuestro alrededor.

Una de las actitudes que ya va tomando cuerpo entre la población es el miedo. Muchas personas han dejado de manifestar sus opiniones en público y, si se les requiere sobre algún tema, la respuesta es casi siempre “yo no hablo de política” o “ese tema no me interesa”. Es una respuesta que, salvo a los jóvenes, nos recuerda el franquismo y el miedo a las represalias; un miedo bien conocido para todos, en carne propia o ajena.

Vivimos un momento crucial. Para conservar la democracia y nuestros derechos hay que defenderlos. Si el miedo vence y el pueblo calla, la batalla está perdida.

Los peligros que acechan nuestro futuro, la democracia y los DD HH así como el Derecho Internacional también están en peligro a nivel global.

Peter Thiel, el gurú de Silicon Valley y una de las figuras más controvertidas y peligrosas del capitalismo tecnológico escribió: “La Libertad y la Democracia ya no son posibles”. Su influencia alcanza ideología, política y tecnologías de vigilancia masiva. Considera que el progreso exige liderazgos fuertes y asegurarse de que las mayorías no interfieran en los planes de las élites innovadoras.

Concibe el futuro gobernado por ingenieros, algoritmos y capital privado, sin trabas burocráticas ni regulaciones. Para Thiel el Estado solo sirve si protege la innovación y castiga la disidencia.

Si hablamos de política internacional no se puede obviar a Trump, el “señor de la guerra con ínfulas de Emperador” y la repercusión que sus políticas tienen en nuestras economías y calidad de vida, amén de las vidas que se llevan las guerras y el hambre que están provocando.

Lo que podemos esperar de un hegemón que recibe con honores al príncipe de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salman, señalado como el inductor del descuartizamiento del periodista Jaimal Khasoggi en la embajada de Turquía, y Trump lo justifica respondiendo a la periodista que el periodista asesinado era de una persona muy desagradable y molesta para mucha gente, (era un periodista que investigaba asuntos), y que “esas cosas pasan”, para terminar cortándole las preguntas diciéndole “cállate cerdita”. Esto en cuanto a libertad de prensa y derecho a la información. De los asesinatos sin pruebas ni juicio y la destrucción de embarcaciones en las costas de Latinoamérica, (y ya van más de 80 personas asesinadas), ¿para qué hablar? Ya dice Trump que son narcotraficantes y llevan droga y basta.

Estas referencias no son más que algunas pinceladas de la orientación y objetivos de quienes están moviendo el mundo a su antojo a costa de la mayoría, cada vez más sometida, empobrecida y esclavizada.

Los DD HH, el Derecho Internacional y los demás derechos nacionales de cada país ven su vigencia sometida o arrebatada en función de los intereses económicos de una minoría en la sombra y del poder político hegemónico.










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