Manuel Monereo Pérez.
Emancipación
Los poderes han decretado ya el fin de la crisis económica. Mariano
Rajoy lo repite todos los días, Guindos y Montoro lo convierten en
doctrina oficial desde su bien ganada fama, es un decir, de sumos
sacerdotes de la fe económica neoliberal. Recientemente, el FMI elaboró
un sesudo informe donde anunciaba la buena nueva de un periodo de
crecimiento sostenido de la economía mundial. Ha sido una pena: han
bastado algunos problemas en Argentina para que todo vuelva a la
“normalidad de crisis” que sigue estando ahí y que vino para quedarse.
No hay que darle muchas vueltas. Los problemas de fondo que están en
el origen de la presente crisis siguen y, lo que es peor, los grupos de
poder económicos dominantes (actores principales y beneficiaros de la
misma) están imponiendo sus condiciones y directrices para una supuesta
“salida” de una de las mayores crisis estructurales del capitalismo
histórico.
Para entender lo que pasa es necesario dotarse de un punto de vista
que no caiga una y otra vez en las falsas promesas de las recurrentes
“salidas” de la crisis, de las interpretaciones mágicas de los datos
macroeconómicos y de las inútiles polémicas entre los que ven el vaso
medio lleno o medio vacío.
El punto de vista, a mi juicio, es el siguiente: los gobiernos de la
Unión Europea conspiran sistemáticamente contra sus pueblos. La razón:
¿Cómo legitimar en condiciones formalmente democráticas un conjunto de
políticas que benefician sistemáticamente a una minoría social y que
significan para las mayorías sociales una regresión social y política
que solo cabe calificar de civilizatoria? La mentira, el engaño, la
manipulación son los instrumentos básicos, siempre, no se debe olvidar,
bajo la amenaza de la represión pura y dura; por lo visto las únicas
rebeliones buenas son las que se realizan en Ucrania.
Estás políticas se pueden ejecutar porque existe un “mecanismo único”
que enlaza férreamente al capitalismo monopolista-financiero, a la
clase política y a los poderes mediáticos. Sin esto nada sería posible.
Fontana, viene repitiendo que las clases dominantes han perdido el miedo
a los trabajadores y que el fin del horizonte de la revolución social
consolida a los poderes existentes. Hay mucha verdad en ello.
Sin embargo, debemos dejar abiertas las posibilidades que juegan a
favor de la rebelión: se ha acumulado mucha rabia, frustración y
malestar social que las mil formas de manipulación no logran ocultar.
Falta, es verdad, consciencia de la propia fuerza, confianza en que las
cosas pueden cambiar si luchamos y nos comprometemos en serio. Gamonal y
la Marea Blanca madrileña pueden definir un punto de inflexión para
iniciar la (contra) ofensiva.
La consigna del poder de dar por terminada la crisis es un arma de
doble filo: puede aliviar el malestar pero, a cambio, dar fuerza a la
reivindicación social y dar alas al conflicto de masas. Por eso, creo
que hay que concentrarse en lo importante: esta crisis ha dejado y está
dejando una inmensa deuda social que los poderes tienen que pagar. Nada
de vuelta atrás y generaciones perdidas, nada de conformarse con lo que
nos dejan. Hay que recuperar el pulso de lo social y la reivindicación
justa.
Hay que traducir en imaginarios, en datos y cifras la gigantesca
acumulación por desposesión, la descomunal expropiación política que han
sufrido estos pueblos, los pueblos de Sur de la Unión Europea. El
centro: la deuda social.
Hay que concentrarse en lo importante: esta crisis ha dejado y está
dejando una inmensa deuda social que los poderes tienen que pagar. Nada
de vuelta atrás y generaciones perdidas, nada de conformarse con lo que
nos dejan. Hay que recuperar el pulso de lo social y la reivindicación
justa.
Se puede y se debe cuantificar y es inmensa en dinero, en derechos,
en condiciones de vida y en sufrimientos. ¿Quién la debe? En primer
lugar, la Unión Europea. Hace falta un plan, un gran fondo para los
países del sur que les devuelva lo robado, los derechos perdidos y los
servicios públicos recortados. Menos literatura sobre una Europa
crecientemente alemana y más medios para las personas. Las próximas
elecciones europeas deben servir para eso: pagar la deuda social que
deben los poderes y una justa reparación del sufrimiento social causado.
En segundo lugar, el gobierno de España. Las políticas de crisis
deben se revertidas, las contrarreformas anuladas y los poderes y
derechos restablecidos. Cambiar el modelo productivo para satisfacer las
necesidades básicas de las personas. Volver a unir cuestión social,
democracia y res-pública.
En tercer lugar, las Comunidades Autónomas. Susana Díaz debe pagar,
Más debe pagar, todos deben pagar. Ahora se trata de hacer política para
las personas, definir la patria como lo que protege lo común y a los
comunes y corrientes. Todos juntos para construir un mundo mejor.
Al final la disyuntiva es clara: pagar la deuda odiosa e ilegitima o
pagar la deuda social. Una buena noticia: esto depende de nosotros.
Nosotras y nosotros decidimos: las personas lo primero.
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