Fuente: Cuarto Poder
Manolo Monereo *
Para José Díaz Ramos, memoria vivida.
     Que
 se está construyendo acelerada y sistemáticamente el partido 
antiPodemos no hay ninguna duda. Basta mirar los medios de comunicación y
 se verá con mucha claridad que todo está ya permitido. Se trata de 
confundir, desviar y convertir a esta fuerza política en algo contrario a
 lo que es. La idea que hay detrás es simple: todos somos iguales, es 
decir, todos robamos, nos aprovechamos de los bienes públicos y nos 
corrompemos en el ejercicio de nuestras responsabilidades. El asunto es 
tan evidente que se persigue y se pone bajo sospecha a otras personas 
que, estando en IU, defienden la convergencia con Podemos. Los casos de Tania Sánchez y Alberto Garzón son muy conocidos.
    Lo que hay es que los partidos y las fuerzas del sistema intentan 
liquidar a aquellos que los ponen en cuestión. Aquí aparece una idea que
 tiene mucho que ver con la concepción del Partido que tenía Antonio Gramsci. Como es conocido, el comunista sardo distinguía entre los partidos-institución y el partido orgánico.
 Los “partidos-institución” son los que conocemos, los que se presentan a
 las elecciones, los que escenifican “terribles” debates y acusaciones 
tremebundas. Me refiero al PSOE y al PP. Son los partidos del régimen 
(junto con los partidos de la burguesía vasca y catalana), son partidos 
que están de acuerdo en lo fundamental y divergen en lo accesorio. Ellos
 llaman a lo fundamental “cuestiones de Estado” que van desde la 
Monarquía hasta la OTAN, pasando por los tratados de la Unión Europea y 
terminando por el TTIP en negociación secreta.
    Desde el punto de vista de Gramsci estos serían el partido orgánico
 del régimen, es decir, las fuerzas fundamentales que hacen posible el 
dominio de las clases económicamente dominantes. El Estado, su autonomía
 relativa, permite organizar a las clases dirigentes y obtener el 
consenso de las clases subalternas. Cuando llegan las crisis, como 
ahora, esa autonomía relativa se hace mucho más estrecha y es fácil 
percibir que, tanto el Estado como los partidos dominantes sirven 
abiertamente a los intereses de los grupos de poder económicos. Para 
entender bien lo que acabo de decir (lo he señalado varias veces en este
 año) es preciso señalar que, muchas veces, el PSOE ha sido más eficaz 
para esta tarea que el PP.


 











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