sábado, 11 de abril de 2015

La historia jamás contada de la integración europea



Héctor Illueca Ballester
Doctor en Derecho e inspector de Trabajo y Seguridad Social
Mesa Estatal FCSM
     Antes de que me llamen germanófobo, o alguna cosa peor, déjenme advertirles que guardo un gran respeto por la cultura alemana, a la que hay que atribuir proezas intelectuales tan fecundas como las de Immanuel Kant o Karl Marx. Las obras de estos autores, entre otros que no viene al caso citar, influyeron decisivamente en mi forma de ver el mundo y de ubicarme en el mismo, aunque admito que el imperativo categórico o la teoría de la plusvalía no están muy de moda en nuestra sociedad. Pero esa es otra historia. El caso es que este sentimiento de respeto no me impide valorar críticamente las complejas relaciones que siempre han existido entre Alemania y Europa, históricamente caracterizadas por las pretensiones hegemónicas del país germano. O, por expresar la idea con otras palabras, la consideración debida al pueblo alemán o el respeto hacia su cultura no deberían ocultar que Alemania siempre ha sido un problema para Europa.
    En efecto, Alemania se convirtió en un problema para Europa desde el mismo momento de su nacimiento, allá por 1871. El genio maquiavélico de Bismarck dio a luz una gran potencia política y económica en el corazón del Viejo Continente, superando la precaria condición de una nación sin Estado que estaba paralizada por el particularismo. Las ambiciones expansionistas se desarrollaron muy rápidamente entre sus clases dirigentes. El denominado pangermanismo, una ideología que apelaba a la creación de un imperio colonial en territorio europeo, arraigó en numerosos intelectuales, industriales y políticos conservadores, constituyendo un movimiento que ejerció gran influencia entre la aristocracia terrateniente y militar durante las décadas que precedieron a la Primera Guerra Mundial. Llama la atención que una de las ideas más difundidas en los círculos pangermanistas fuera el establecimiento de una unión aduanera en Europa, una especie de mercado común europeo que permitiría reforzar la hegemonía industrial de Alemania y contrarrestar la competencia británica y norteamericana. ¿Les suena? Sigamos.

    Algunos años más tarde, en 1915, el político liberal Friedrich Naumann acuñó la expresión Mitteleuropa (Europa Central) para referirse a una determinada forma de organizar Europa alrededor de un núcleo germánico sobre el que gravitarían las naciones periféricas en el marco de una gigantesca unión aduanera. En su seno, los Estados nacionales conservarían su identidad y una cierta autonomía, renunciando a la soberanía económica en favor de un Estado europeo capaz de rivalizar con el poder angloamericano. Como si fuera una premonición de la futura Unión Europea, la capitalidad de Mitteleuropa sería compartida por diferentes ciudades europeas, que albergarían distintas funciones políticas y administrativas. Hoy sabemos que el desarrollo industrial germano inquietaba a Gran Bretaña y que la posibilidad de un mercado común paneuropeo dominado por Alemania fue uno de los motivos que provocaron la intervención británica en la Primera Guerra Mundial.
     Lógicamente, el expansionismo alemán contribuyó a la fermentación de la ideología nazi, aunque ésta presentaba importantes elementos de ruptura como la teoría racial o el antisemitismo. Pero las conexiones se hacen evidentes en la configuración del nuevo orden económico europeo concebido por los ideólogos del III Reich. Como ha señalado Gattei, los nazis preveían la constitución de un gran espacio económico de alcance continental, basado en el marco como moneda común y gestionado por un Banco Central Europeo, que haría posible el desarrollo económico e industrial de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Este espacio, dirigido y controlado por el Estado alemán, albergaría un núcleo duro de países generadores de excedentes y una periferia subordinada desde el punto de vista político y económico, que abarcaría a los países del sur de Europa y a la Unión Soviética, entre otros muchos territorios. El desenlace del conflicto bélico frustró la unificación económica de Europa imaginada por los nazis, pero la similitud con el proceso de integración europea parece innegable, sobre todo a partir del Tratado de Maastricht.
Podría objetarse, no sin cierta razón, que la unión monetaria acordada en la ciudad holandesa se produjo a iniciativa de Francia, que veía con preocupación la creciente superioridad económica alemana en el contexto europeo, especialmente tras la reunificación acaecida en 1990. A través de la moneda única, Mitterrand y Delors pretendían amarrar la política económica germana reduciendo el margen de maniobra de los Estados nacionales en esta materia. Sin embargo, Alemania aceptó el reto e impuso que la configuración de la divisa única respondiera estrictamente a sus intereses comerciales, privando a los países deficitarios de la posibilidad de efectuar devaluaciones competitivas. La idea, una vez más, era organizar Europa alrededor de un centro exportador y económicamente homogéneo, rodeado de una periferia importadora y cada vez más dependiente desde el punto de vista económico. Aunque a alguno se le erice el pelo, la actual Unión Europea se encuentra cada vez más próxima al gran espacio europeo concebido por los nazis para dominar el Viejo Continente mediante una suerte de unión económica y comercial.
    La historia oficial de la Unión Europea interpreta el proceso de integración como una respuesta cooperativa de los países europeos al cataclismo que significó la Segunda Guerra Mundial. Desde esta perspectiva, la unificación económica de Europa haría imposible el estallido de una nueva conflagración bélica, constituyendo el marco idóneo para que la reconstrucción de posguerra discurriera por cauces pacíficos y democráticos. El Tratado de Maastricht y la aparición del euro vendrían a ser la última parada de un largo camino iniciado con el mercado común y culminado con la implantación de la moneda única, que permitiría dejar atrás el turbulento pasado del continente europeo. Los nombres de Jean Monnet o de Robert Schumann, por mencionar sólo dos conocidos ejemplos, son objeto de veneración y se pronuncian con respeto en el ámbito académico e institucional. En todo ello hay, sin duda, una parte de verdad, pero no es en modo alguno toda la verdad.
    La historia contemporánea de Europa permite seguir el rastro de un proyecto hegemónico progresivamente elaborado por el establishment alemán para dar rienda suelta a sus ambiciones. La derrota militar a manos de los Aliados y la división de Alemania en 1949 contuvieron el poderío teutón durante más de cuarenta años, pero la caída del Muro trastocó completamente el curso de los acontecimientos. La Alemania unificada retomó rápidamente la idea de impulsar su crecimiento a base de exportaciones, aprovechando las ventajas de una moneda común que ha convertido la zona euro en una reserva de caza alemana. A la vista de los nubarrones que se ciernen sobre Grecia, los pueblos del sur de Europa deberían tener muy presente esta parte de la historia, casi siempre oculta. La verdadera disyuntiva consiste en salir del euro y recuperar la soberanía o afrontar una lenta pero inexorable transición hacia el subdesarrollo. Y ahora, si quieren, llámenme germanófobo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El proyecto nazi no solo se está llevando a cabo en Europa sino en todo el planeta, pero en forma de capital.

EL Eje del Bien, que conforman las aristocracias asesinas de los países autodenominados como "poderosos", también se controla desde el otro lado del Atlántico y desde el Este y desde Asia, en menor medida.

Lo que sucede en Europa no pertenece solo a Europa en un mundo de globalización de capitales y centros de poder. Lo que sucede en España tampoco.

Lo que es seguro es que seguirán pasándolas putas los mismos de siempre. El verdadero cambio a conseguir, también a escala planetaria, consiste precisamente en combatir el Capital, pues este junto con sus poderes y potencialidades asociadas el que mueve el mundo.

Capital= violencia y todas las formas de ejercerla. NO solo hace alusión a lo monetario.

Capital es que un padre obligue a su hijo a competir con otro para que consigan un bol de arroz que les otorga, si quiere, el capitalista asesino. EL padre es tan responsable de la situación del hijo como el capitalista, pero con el agravante de que a permitido que los valores que los procesos y dinámicas del capital imponen, se infiltren en la propia relación fraternal, intima y personal pero directamente anclada y condicionada con las condiciones materiales exteriores y con las imposiciones que se derivan de la organización social capitalista.

Carmen Molina Ruiz dijo...

Muy bueno, una vez más se confirma que la historia es pendular.

Anónimo dijo...

Hablando de la integración Europea... y, qué tal la de Cuba en el sistema neoliberal?

http://www.publico.es/internacional/obama-castro-momento-nuevo.html

"Obama subrayó que hay "capítulos oscuros" en la historia de EE.UU., un país que no se cree "perfecto" y que, hoy por hoy, no tiene interés en "inmiscuirse" cuando denuncia situaciones que no considera justas como el encarcelamiento de alguien "simplemente" por cuestionar al poder, sino que lo hace porque es "lo correcto"."

Ahora le toca de nuevo a ambas partes no representativas de la población, ya sea por parte de Cuba ya sea por parte de EEUU, hablar de paces y de olvidos. Pero, ¿quienes son ellos para obligar la gente que ha dado su vida por el comunismo, el de verdad, a olvidar y perdonar?

¿Acaso se creen esas aristocracias que alguna especie de ley divina les legitima para obligar a la gente a teatralizar un paripé de paz, con asesinos y criminales estadounidenses que no pretenden la paz, que solo pretenden capitalismo?
Capitalismo en la explotación y esclavización laboral, capitalismo en las relaciones humanas (nadie comparte con nadie si no recibe algo material a cambio, empezando por la mafia estadounidense).

¿Acaso creéis que la libertad y la justicia pueden VOLVER a estar en venta frente a semejante escoria mafiosa de EEUU?

¿Acaso creéis que las aristocracias estadounidenses tienen derecho a rebajar la justa ideología que defiende el bien común en igualdad y justicia.

¿Dónde está la defensa frente al Capital? ¿Donde? Quiero saberlo.

Donde está la defensa continuada de aquello por lo que se lucha y muere?

Cada día nos acercamos más a un mundo genocida como el de las vidas de los aristócratas y manijeros del Congreso de EEUU.

Cuba está retrocediendo, España está retrocediendo, y hasta Venezuela le pide por favor a EEUU para que no cometa golpes de estado y asesinatos en su territorio, o eso dicen.

Esto es la continuación de la globalización total y completa del Capital. Y las consecuencias de ello, serán todo tipo de crueldades y violencias, desde canceres por negociar entre bambalinas la salud de la población en materia de alimentación con el TTIP hasta la asunción total de una realidad interpretada por las macabras, violentas, crueles e injustas visiones de aristocracias completamente corruptas que solo atienden a mantener los poderes impositivos y sus privilegios devengados del robo sistémico que imponen.

Lo de Cuba, las negociaciones a puerta cerrada, entre bambalinas, no son negociaciones entre iguales, son imposiciones de una hoja de ruta establecida donde el Capitalismo continua adquiriendo parcelas de poder en todos los ámbitos de la existencia humana.

De ello solo derivarán injusticias innombrables que ni siquiera los propios esclavos interpretarán como tales, como ya sucede con los padres que instan a sus hijos, so pena de echarlos de casa o castigarlos, a competir por sus derechos con otros hijos dentro de la misma clase social.

Está ejecutándose un retroceso brutal no solo en los derechos humanos sino en algo mucho peor; en la propia concepción de la necesidad de defensa de los mismos. Así como de la correcta moralidad del comunista, que ya no lo es pero quiere creerse que sí.

Anónimo dijo...

http://www.publico.es/internacional/obama-castro-momento-nuevo.html

"El presidente de EE.UU. quiso subrayar que "la Guerra Fría ya terminó". Y añadió que "Estados Unidos mira hacia el futuro. No estamos atrapados en la ideología, al menos no yo", dijo también."

Mirar hacia el futuro no hace alusión sino a que en el futuro tengamos que acatar tiránicamente sus imposiciones, puesto que mientras hablan de que han olvidado y miran al futuro, cosa totalmente falaz y engañosa digna del mejor despotismo de la diplomacia, al mismo tiempo preparan la guerra con todos sus estados satrapías a lo largo del planeta así como sus bases militares.

Es una pura engañifa, que no debería ser tolerada, porque se están riendo de aquellos que realmente defienden el bien.

Es más, se están poniendo al mismo nivel que los anticapitalistas y antifascistas para creerse que pueden venir con apariencias de "bondadosos" y dialogantes cuando no poseen autoridad moral, ni en las practicas actuales, ni en las pasadas así como tampoco en su forma de ver el mundo (pues son violentos y asesinos a más no poder). Forma de ver el mundo que ni ellos mismos creen pues en el fondo solo pretenden DOMINAR. Tienen clara que esa la única forma de asegurarse sus privilegios; mediante la fuerza. Pues la existencia de privilegios es, en si, una injusticia normalizada. Lo saben. Y actúan con falsedad y despotismo sin igual.

Crueles hasta la saciedad. EL único que termina pagándola siempre PARA SIEMPRE es el que muere o el que vive explotado creyendo que realmente pretenden en el bien en el mundo. Siempre paga el de "abajo" y ellos se aseguran de que sigan existiendo los de "abajo" y los de "arriba". Eso sí, con "miradas hacia el futuro".


Supongo que en el futuro, cuando vuelvan a asesinar a millones en nombre de sus bolsillos, volverán ha "argumentar" despóticamente lo mismo; es que resulta que nosotros ahora miramos al futuro....

¿Así hasta cuando, hasta cuando va a seguir colando la jugada mafiosa?

No hay justicia en el capitalista, no hay bondad en el capitalista, no hay respeto en el capitalista, simplemente hay necesidad de dominación por mantener sus privilegios a costa de los demás, y necesidad de que los demás acepten eso como una norma natural cuando solo hace alusión a su condición de ser humano depravado, enfermo y enfermizo.

La igualdad, la fraternidad, la justicia hasta sus ultimas consecuencias, la defensa y el amor por el prójimo en igualdad de condiciones, el amor por la verdad por encima de superficialidades de todo tipo, todas estas cosas y más son las que los capitalistas odian y odiaran siempre. Lo saben, pero solo les importan sus familias mafiosas y sus privilegios de clase; aristócratas asesinos. Eso es lo que son. Genocidas.