domingo, 8 de noviembre de 2015

La construcción de una lucha (1ª parte)

 Alberto Sánchez 

Frente Cívico “Somos Mayoría” Zaragoza/ Ahora en Común

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Introducción

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      El poder económico y político es responsable de su fatal planificación, que sólo perjudica a los trabajadores generando una desposesión absoluta de toda su identidad humana. Atrapados por la incapacidad de las grandes centrales sindicales, reprimido en sus protestas, amordazado de su expresión en formas de representación política y mediática que le perjudican.
    Se ha colocado a toda la ciudadanía, a todo hombre o mujer en un servilismo al propio sistema que sustenta con su trabajo, dónde pierde su dignidad, su protección social, y su poder como clase.
   El poder económico y político, ha liquidado la democracia por ser propietario de todo; del trabajo de otras generaciones, de los recursos naturales, de nuestras ideas, de nuestros ingenios y con eso quiere condenarnos a la miseria, a mendigar la subsistencia en empleos precarios, en servicios a los propietarios, en una lucha interna entre trabajadores por la escasez laboral, por las migajas.
Destrozan y venden lo público que hemos ido construyendo día a día, para someternos con nuestro propio trabajo en formas de privatizaciones, destruyendo internamente, con una mala gestión la viabilidad y efectividad de los proyectos que lo público sostiene. Regalan los fondos públicos a proyectos inútiles e infraestructuras para el ámbito privado, que después pagan con deslocalización y despidos de plantillas, perfectamente productivas. Nos condenan a la exclusión económica y política con el desempleo, con el desarrollo de leyes del hurto de la representación democrática, con la imposición de jefes de Estado. Todo, con el propósito de ningunear en lo social; en el desarrollo de los derechos fundamentales, en la desarticulación de nuestras demandas sobre los derechos humanos, en las de la convivencia con nuestra madre tierra. Extienden la guerra, la explotación infantil, el odio a los pueblos.

Construyen, en definitiva, con nuestros recursos, con nuestro trabajo, un patíbulo sobre el que finalmente doblegarnos a sus intereses, esclavizarnos a sus ideales de vida esclava, a su moral, a sus normas.
Nos colocan en la alternativa: Trabaja para mí o muere, mientras la obediencia nos ahoga, nos somete y nos roba toda soberanía como individuo y como clase obrera.
Engañados con sus discursos buenistas, de promesas falsas sobre la paz social, sobre los derechos humanos, sobre el respeto de la madre tierra, con esas palabras que vacían de contenido, nos doblegan a una economía de mercado deshumanizado, dependiente únicamente del beneficio, de la competitividad, de la fabricación de nuestras propias cadenas.
Nuestro trabajo lo quieren volcar contra nosotros. El trabajo de otras generaciones ha sido desvalijado, las aplicaciones tecnológicas que hemos ideado y construido, sustituyen puestos de trabajo sin ningún beneficio para sus auténticos artífices, los trabajadores, la sociedad. Las tecnologías que optimizan la competitividad, no han reducido nuestras jornadas laborales, no han aumentado nuestras jubilaciones, no han supuesto beneficio alguno para la clase obrera. Sólo beneficios para despedir, para fiscalizar nuestras vidas, para sacarnos del control del mercado laboral, para excluirnos de nuestra acción sobre el trabajo.
En estas condiciones, resulta ilusorio pensar que en nuestras sociedades todo el mundo puede salir adelante disponiendo de un empleo digno. Más bien, lo que constatamos es la existencia de millones de excluidos, de un amplio contingente de personas de todas las edades que realizan “trabajos basura”, después de esforzarse en una formación, en un consumo dictado para y por el trabajo.
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Todo lo expuesto se puede observar de manera gráfica con los datos; como el número de desempleados, de la precariedad laboral, los datos y la obediencia a la suscripción de una deuda, impuesta e ilegítima, que nos ata al poder, como lo fueron en otro tiempo con la obediencia religiosa. Las normas aplicadas encaminadas a la pérdida de soberanía democrática, también se pueden numerar. Los datos del rescate de la banca frente a los recortes sociales, los porcentajes con los que se presta el dinero público y el aumento de estos, cuando son para financiar los proyectos del Estado y los ayuntamientos. Los datos de los pagos de los intereses que deben afrontar entidades públicas, en su desembolso diario. Las aportaciones del dinero público a entidades como la iglesia católica, y su nula corresponsabilidad con el pago de deudas y en aportaciones tributarias. La compra de armamento, el mantenimiento de la nobleza, la aristocracia, los lujos en las embajadas, los privilegios de representantes políticos y la sangría que suponen las puertas giratorias. El aumento de tasas universitarias, de los impuestos al consumo de necesidades básicas, los copagos de servicios fundamentales. La venta y el regalo de la estructura pública de las empresas estratégicas, las licencias de explotación a la naturaleza y la de los hombres, ciudadanos o llámese como se quiera.
La clase trabajadora, la ciudadanía precisa de una herramienta para superar este continuo expolio, esta sangría de lo común, desde la unidad de una necesidad común y la capacidad como humano capaz de organizarse en una lucha por los derechos humanos y de la madre tierra. Por esto apoyamos, reivindicamos y nos organizaremos sobre un modelo liberador de la explotación laboral, construimos un modelo económico fundamentado en la Renta Básica Universal.
renta detalle
Continuará…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es la primera vez en mucho tiempo que observo un texto que habla sobre conceptos ampliamente denostados. Que trata la explotación de clase con la terminología que mejor la define, la que no construyo masas sino seres pensantes que luchaban contra los esclavistas.