Miguel Santiago Losada
Profesor.
Portavoz de la Plataforma Mezquita-Catedral
Miembro de Comunidades Cristianas Populares
Hace tres años la plataforma ciudadana “Mezquita-Catedral, patrimonio de todos/as” iniciamos una serie de reivindicaciones encaminadas a recuperar la memoria e identidad de nuestro principal monumento y su titularidad pública. Conseguimos a los dos años de andadura que se recuperase el nombre de Mezquita-Catedral en la cartelería del monumento aunque, a día de hoy, aún aparece sólo el nombre de Catedral en la página web de la visita nocturna y en las entradas para poder visitarlo.
La
memoria e identidad del edificio sigue estando amenazada por el obispo tal y
como se desprende de sus discursos e intervenciones. No cesa en el intento de
negar la verdadera historia del monumento para beneficio de sus propios
intereses: continuar con el movimiento de apropiación. La última vez fue en la
revista “17” editada por el Ayuntamiento de Córdoba donde en una entrevista
afirma que “La
Mezquita pertenece al arte cristiano bizantino y los moros sólo pusieron el
dinero”. Además de seguir en su estrategia discursiva para demostrar la
titularidad católica del monumento, evidencia una falta de respeto a nuestros
hermanos musulmanes.
Eduardo Manzano, profesor del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, en unas declaraciones efectuadas en el programa La Ventana de la Cadena SER, el
pasado 19 de enero, dijo que “son un disparate estas declaraciones. Son
declaraciones basadas en las afirmaciones que hizo en su día el canónigo de la
catedral de Córdoba, Manuel Nieto Cumplido, en su libro “La Catedral de
Córdoba” en la que afirmaba semejante cosa (…) Un señor que no es especialista
ni en arte bizantino, ni en arte islámico, por consiguiente no hay ninguna base
científica”. Queda claro que escribió este libro al servicio del poder
eclesiástico, bajo el obispado de Juan José Asenjo, Obispo que inmatriculó la
Mezquita en el Registro de la Propiedad por 30 euros.
La Unesco la declaró patrimonio mundial de la humanidad por su arte
islámico, no por ser bizantina. Antonio Vallejo, exdirector de Medina Azahara,
incide en ello al afirmar (programa de radio Córdoba, 19-01-17) que “el diseño
de la Mezquita es único al integrar elementos de diferentes procedencias” y,
añade, “decir que la Mezquita es bizantina es una visión nefasta y sesgada, es
como pensar que Medina Azahara es romana por la espléndida colección de
sarcófagos que contiene”; otro científico para el que las afirmaciones del
obispo son una inexactitud, ya que según sus palabras “la Mezquita
constituye una tipología específica del arte islámico que no se encuentra en otros
lugares (…) No tenemos un referente para la Mezquita en el mundo bizantino”. En
esta misma dirección, Susana Calvo, profesora titular del departamento de
Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid analiza en su libro
las “Mezquitas de al-Ándalus”, la analogía entre la Mezquita de Damasco y la
Mezquita de Córdoba.
Podríamos seguir con infinidad de citas y argumentos científicos, pero solo
tomo prestadas las palabras pronunciadas por Arturo Pérez Reverte con motivo de
habérsele otorgado el premio Averroes de oro: “Hay que recordar su nombre frente al
fanatismo, la estupidez y la sombra”. “Averroes fue
víctima del fanatismo y de la estupidez en su tiempo (se llegaron a quemar sus
libros)”. Esperemos que no nos pase lo mismo con la Mezquita y, aunque no la
quemen, no consigan robarle el alma, la memoria y la identidad de todo un
pueblo.
La Plataforma “Mezquita-Catedral, patrimonio de todos/as” desde el primer
momento ha pedido la intervención pública para impedir todo esto. Ni el
Gobierno central, ni la Junta de Andalucía han hecho nada para impedirlo. Las
Administraciones Públicas en lugar de ir creando un consenso
histórico-patrimonial en torno a uno de los monumentos más emblemáticos
del país, hacen dejadez de funciones, y si cabe, están siendo condescendientes
con los que mantienen postulados completamente opuestos a la historia y a la
titularidad pública de los bienes del Estado. En definitiva, mientras unos
hablan y ejercen, otros callan y otorgan.
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