lunes, 19 de junio de 2017

Irene Montero y Ada Colau











José Coy
exafectado por la hipoteca
activista social
Mesa Estatal FCSM
    Si usted quiere cambiar un país como España o una ciudad mundial como Barcelona, debe saber que lo primero que se necesita es un buen lote de emociones, sentimientos, corazón, grandes verdades y profundos conocimientos de la realidad cotidiana. De todo esto, tanto Ada como Irene van sobradas, ya que ellas vienen directamente de la fábrica de emociones y sentimientos que es la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).
    Pues sí, pasen y vean en directo una asamblea de personas afectadas por la crisis y las hipotecas, y tras oír los primeros relatos y ver las primeras lágrimas, si la piel no se le pone de gallina, no es un ser humano.
    De oír relatos y ver lágrimas también Irene y Ada van sobradas, a ellas mismas no es la primera vez que se les ve emocionadas. Yo sí las he visto muy emocionadas, muchas veces y en directo. Resulta que las emociones y las lágrimas son difíciles de disimular: o son auténticas, o se nota fácil que son falsas.
Las de Irene y Ada son auténticas, porque les duele lo que ha pasado en este país estos últimos años: la precariedad social y laboral instalada, los abuelos y abuelas creando creando comunas familiares con ollas comunes, los desahucios, las desobediencias, las represiones, las neveras vacías, los derechos perdidos, las movilizaciones masivas, nuestros hijos e hijas que no entran en el mercado laboral, y cuando entran lo hacen en trabajos basura.

   Con Ada Colau ya sabíamos antes de presentarse que podía ser una excelente alcaldesa. A los datos me remito. Con Irene Montero también nos pasaba lo mismo, antes incluso de que apareciera Podemos; quienes compartíamos activismo con Irene siempre teníamos constancia de que podría ser una de las grandes de este gran país. Sí, digo que vivimos en un gran país, porque en este país del sur de Europa han nacido movimientos genuinos como las mareas, las PAH, las marchas, el 15M… Un país donde nacen tales movimientos es un gran país donde sentirse orgulloso de vivir, pero con unas élites que desde hace siglos nos avergüenzan y siempre nos maltratan como pueblo a la mínima oportunidad… A la historia me remito.
Estos días hemos visto dos Españas. Una vieja de pandereta y golfa que conforman una comunidad de intereses entre fiscales, jueces, políticos y grandes fortunas patrióticas, pero con el dinero en los paraísos fiscales. Y otra España nueva, joven, plural, desobediente, insumisa y sobradamente preparada e informada, respetuosa con las naciones históricas que forman parte de este país, si así lo quieren y deciden. Unas naciones que se reconocen en la Constitución, donde se divide el territorio en regiones y nacionalidades. Esto es un tema mal resuelto en el principio de la Transición, que no se resolvió del todo por la amenaza golpista, pero que pasados tantos años conviene revisar para convertirnos de verdad en un Estado plurinacional.
Todas las mociones de censura pasan a la historia por algún motivo. En esta que acabamos de ver, lo que destaca es comprobar cómo los periodistas más objetivos de nuestro país escriben sorprendidos sobre la potente intervención de Irene Montero como posiblemente de las mejores en toda la historia del parlamentarismo español. Quienes no conocían a Irene ya la conocen, y saben que hay parlamentaria gigante para mucho tiempo y además en permanente crecimiento, porque hay que recordar que tiene aún menos de 30 años. Eso es lo que más le tiene que doler a las élites y sus tertulianos a sueldo, que mientras a los viejos políticos les quedan cada vez menos de parlamentarismo por edad, hay una nueva generación de políticos muy jóvenes y que pisan con fuerza en los ayuntamientos, parlamentos autonómicos y estatales, que además gestiona mejor. Hay que repetir una y otra vez que los datos son los datos, y estos dicen que los ayuntamientos del cambio demuestran que bajan la deuda y suben los derechos de sus vecinos y vecinas.
También de Pablo Iglesias se escribe largo y tendido tras la moción de censura. La prensa habla del nuevo Pablo, del nuevo Podemos. El compañero Iglesias es el mismo con chaqueta clara que con camisa arrugada. Sólo hay una diferencia y es que cada vez es más sabio y con más experiencia. Y la sabiduría hace que aprendas a escuchar, y él escucha y sabe que nos gusta así, tranquilo, riguroso, contenido, pedagógico, con datos oficiales que demuestran como realmente está el país. Un Pablo brillante como nunca, que genera emoción y que dice grandes verdades perfectamente constatables, y propuestas muy posibles y viables desde mañana mismo.
   Nos gusta que sea capaz de demostrar –no sólo a quienes ya nos tiene convencidos, sino sobre todo a los que no– que podemos cambiar el país y las condiciones de vida de las gentes que lo habitamos. Lo que pedimos no es nada del otro mundo, son cosas fáciles de entender y viables, como empleo y derechos sociales, o transición energética en toda su amplitud…
   Sabemos muchas cosas al respecto y sus resultados. Alemania, sin apenas sol, es potencia mundial en energías renovables y aquí, teniendo sol de sobra, los proyectos de energías renovables o medidas contra la pobreza energética se guardan en los cajones de los ministerios porque sus titulares no quieren convertir la energía en un bien común más limpio, público y barato. Nuestros gobernantes siguen los dictados de las eléctricas privadas, que les guardan sillones y buenos sueldos en sus consejos de administración para cuando se retiren de la vida política.
   Pues sí, créaselo, créetelo. Vivimos en un gran país, un país donde nacen personas como Carmena, Pablo Iglesias, Lola Sánchez, Lorena, Ada Colau, Alberto Garzón, Rafa Mayoral, Iñigo Errejon, Monereo, María Marín, Fernando Miñana, Teresa Rodríguez, Yolanda Diez, Cañamero, Kichi, Bódalo, Bescansa, Irene Montero y algunos millones de personas más, dignas y decentes, que demuestran que vivimos en un gran país a pesar de sus elites casposas.
En fin, los datos son los datos.

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