Jorge Alcázar
Colectivo Prometeo
FCSM
Inutilidad, incapacidad o testarudez, son algunos de los
calificativos que un lado y otro de la contienda catalana han cosechado en los
últimos tiempos. Y si bien es cierto que han hecho méritos para cosechar
múltiples calificativos, los anteriores no son merecidos ni exactos.
Que la deriva catalana, por acción de unos y otros, viene ya
desbordada desde hace tiempo, no es un hecho a descubrir; y que la actuación de
los dirigentes que directa o indirectamente han tomado partido en este asunto
deja mucho que desear, tampoco es algo difícil de observar. Pero de ahí a
pensar que las estrategias desarrolladas por un frente y otro sean tontas,
empecinadas o de ignorantes, es un síntoma de simplificación simplona, válgame
la redundancia.
El nacionalismo catalán, otrora tercera pata del
constitucionalismo español surgido del 78, vio desde hace años que la única
forma de mantener su status quo dentro de la sociedad catalana pasaba por
polarizar a esta sociedad bajo la premisa del independentismo y del odio al
españolismo, entendido esto último como una amalgama de no sé sabe qué
cuestiones. Así, a la par que reforzaban ideas y sentimientos patrióticos
catalanes y utilizaban todos los medios a su alcance para robustecer el
carácter y el ser catalán, fueron construyendo un discurso degradante del resto
de España que se acompañaba de intervenciones públicas que ponían el énfasis en
la demonización de lo “ajeno” frente a la sacralización de lo “propio”.
Esta
estrategia obedecía, y obedece, a la grave situación en la que la burguesía
catalana quedó tras cuarenta años de democracia y de gobiernos nacionalistas
catalanes trufados de desmanes, injusticias, atropellos de derechos,
desigualdades y corrupción. No podemos obviar que estos fueron en su día
adalides de la represión policial, económica y social contra el mismo pueblo
catalán al que gobernaron legislatura tras legislatura y que ahora ensalzan
como nación, a la par que configuraron un estado nacional corrupto constituido
en base a redes clientelares al servicio de un sector concreto de la sociedad
catalana. Cataluña, o mejor dicho, la sociedad catalana, no se ha librado de
los mismos males que han aquejado a la mayoría de españoles y europeos, pues
los ha ido reproduciendo con las mismas constantes que en el resto de los territorios.
Así, hoy la voz del independentismo catalán aparece monocolor en muchas de sus
gargantas, concentrándose, en muchas ocasiones, en la sola faceta del “boti,
boti,boti, espanyol el que no boti”, ofreciendo así los intestinos del pueblo a
la rapiña burguesa catalana.
Del otro lado, el nacionalismo español. Encarnado en las
filas del PP y secundado muy de cerca por Ciudadanos y otras voces menos
numerosas pero no menos agresivas, este nacionalismo hispano ha tejido un
relato también forjado al calor de lo opuesto. Desde años, las instituciones
gubernamentales, las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, las
instituciones judiciales, los medios de comunicación del sistema, y las voces
autorizadas, han establecido un fortalecimiento del ser español construyendo un
relato en torno a antagonismos cuyo paradigma tuvo su máxima expresión el
pasado 1-O. Como si de una disputa de patio de colegio se tratara, frente al
grito del independentismo se ha plantado otro grito más alto, en la medida en
que el aparato del estado jugaba a su favor, que apelaba al nacionalismo
español. Pero esta estrategia, al igual que en el caso catalán, obedecía y
obedece a cuestiones bien calculadas y estudiadas. Ayer, el partido del
gobierno era un partido acosado por la corrupción, la desigualdad, la
precariedad laboral y las injusticias palmarias que a “su” pueblo español había
infringido. Ley tras ley, decreto tras decreto, medida tras medida. Estos – los
nacionalistas españoles- no dudaron en ejercer toda la violencia de que el
Estado en su manifestación más weberiana es capaz. Y aquí conviene recordar que
la violencia no sólo es física. Lo que ayer fue en Cataluña contra el pueblo
catalán, ha venido siendo contra el pueblo español (catalanes incluidos) en
épocas anteriores, pero no tan pretéritas (Ley mordaza, represión de
manifestaciones, ruptura y violentación de los marcos legales existentes,…), y
todo con el Estado como censor y represor. Pero hoy, este mismo partido y sus
adláteres son más fuertes. Al grito de el “a por ellos” o del “yo soy español”,
han situado el complicado relato de nuestros días en una dicotomía que sitúa a
los buenos de un lado de la frontera y a los malos del otro.
No son tontos, ni ineptos, ni ignorantes. Han estudiado y
meditado mucho la cuestión, y para ello han mirado la historia de nuestro
pueblo interpretándola de la manera que más les conviene, que es
reproduciéndola. Su estrategia “inteligente” pone el énfasis en el
nacionalismo, esa forma primitiva de repliegue hacia dentro que convierte la
compleja realidad en un mapa fronterizo con vaqueros e indios, y que aporta
como solución el estás conmigo o contra mí, el “vivan las caenas”, que no
entiende de idiomas. Y en ese ecosistema es en donde mejor se desenvuelven las
posiciones conservadoras, con un repliegue interno que nos lleva hacia los
instintos más primarios y que les permitió y les permitirá, de no remediarlo,
conservar su posición en el mundo. A eso es a lo que juegan.
Haríamos bien, por tanto, en estudiar y conocer esa misma
historia, en enfocar el problema con las herramientas y ejemplos anteriores de
que disponemos, y en hacer una interpretación a favor de nuestros intereses,
que nos enseñe a no repetir los mismos errores pasados que amenazan cercanos
para no volver a convertirnos en vencidos, y para no volver a convertirlos en vencedores.
Para ello, debemos mirar el problema catalán con nuevos ojos: no como una lucha
entre naciones que se alimenta de la energía sulfurosa que emanan los
nacionalismo y que confunde en su lodazal de blancos y negros, si no como una lucha
de clases que tiene lugar por doquier, como en tantos
otros momentos de la historia, y que pone en el escenario a los mismos actores
en un lado y otro. Merece la pena pues, interpelar a nuestros camaradas
catalanes, a la CUP, a ERC, a sus fuerzas sindicales, y en definitiva a todo
ese movimiento social que hoy se levanta contra el estado español, y que con
ello pretende dar un nuevo futuro a la clase trabajadora catalana, para que se
alinee y coaligue con el resto de la clase trabajadora española y su
movimiento. Pues, “sería una grandísima desgracia histórica,
si el proletariado catalán, cediendo a la efervescencia, a la fermentación del
sentimiento nacional, se dejase arrastrar en una lucha decisiva antes de haber
podido ligarse estrechamente a toda la España proletaria.La fuerza de la
Oposición de izquierda, tanto en Barcelona como en Madrid, podría y debería
elevar todas estas cuestiones a un nivel histórico ( ... )”[1].
6 comentarios:
No hay mas sordo que no quiere oír, mas ciego que el que no quier ver, ni mas tonto que el que no quiere entender. Como coño os vais a enterar que estáis apoyando a la burguesía de Cataluña
Profesor Alcázar:
Disiento de su constructo sobre la nación como "una forma primitiva de repliegue hacia dentro que convierte la realidad en un mapa fronterizo".Los animales humanos nacemos, crecemos y morimos en unidades territoriales; unidos por lazos culturales antropológicos y por sus simbolizaciones. El nacionalismo sólo es perverso cuando convierte su especifidad en excluyente; cuando deviene etnocéntrico; cuando desconsidera a otra comunidad nacional como enemiga por su ser diferencial. El nacionalismo catalán, al menos el que practicamos ERC y CUP, es solidario y abierto a todas las otras comunidades nacionales: Catalunya ha dado ejemplo de ser una síntesis de culturas varias integradas en su ser nacional. Somos internacionalistas desde nuestro ser concreto.
Es imposible transicionar hacia una República Catalana sin una alianza estratégica con los sectores burgueses abiertos y liberales catalanes. Pensar lo contrario, créame, es una pura idealización. La conciencia independiente es interclasista. La lucha de clases persistirá siempre, incluso en la futura República. Pero hay momentos históricos en que es imposible caminar solos por determinadas sendas si se quiere avanzar.
La clase obrera, en su práctica totalidad, está integrada en el sistema: bien por el efecto económico de la explotación por la vía de la plusvalía relativa, que permite cierta inclusión social de pertenencia al Capital; bien por el inconsciente ideológico capitalista introyectado en los cerebros proletarios por el aparato ideológico del Capital; o bien, en última instancia, por el temor a que Capital desate el terror represivo de su aparato militar (esto último lo vivimos en Catalunya). Por ello, solicitar a la izquierda catalana que se una a la lucha de la clase obrera hispana... Pero ¿dónde está la clase obrera hispana luchando contra el capital? No me refiero a la respetable minoría que sí lo hace; me refiero al grueso de la clase proletaria hispana. Me temo que el grueso de la clase obrera hispana está apoyando a sus amos en la catalanofobia inmensa en que vivimos... Una cosa es la teórica clase obrera y otra es la real clase obrera.
Disentir es vivir: un saludo cordial, profesor Alcázar.
" Un tonto hunde un barco si se juntan dos tontos hunden la flota "
busquen al autor de esta cita porque lo desconozco pero últimamente me veo obligado a utilizarla de forma frecuente. No veo ninguna inteligencia en estas dos personas, porque actuan mirándose su ombligo, cosa de gran cortedad, un politico que hace esto lo hace porque intenta
aferrarse a un caladero de votos que teme perder y no piensa en el conjunto de la sociedad que le rodea. Si tratamos de analizar lo que está ocurriendo en términos de lucha de clases y liberalismo político creo que pueden salir conclusiones interesantes. Desde mis propias reflexiones veo que ambos son burgueses, y neoliberales, siempre van a intentar proteger su status de clase. ¿Qué hace el neoliberalismo? pues proteger a los poderosos ya que es en relidad el proteccionismo de sus intereses. Es lo que están haciendo sin importarles que se den
enfrentamientos en las calles y que acaben mal. Si algo define a los tontos son sus métodos tontos, en este caso lo son: rígidos y llenos de intransigencia.
Muy buen artículo. Sorprendido que desde el colectivo prometeo se haga este excelente análisis, que expresa una serie de consideraciones de calados sobre la evolución del izquierdismo que muchas, algunas o unas pocas personas llevamos hace tiempo manifestando, un poco apocados y anonadados ante tanta estulticia de antiguos pensadores. Pero el maniqueismo, el marquetin,la brocha gorda y el más mínima desconsideración hacia la honestidad intelectual parece ser lo mayoritario, sobre todo desde que surgió Podemos y se desencadenó este 'sálvese quien pueda'.
ERC y CUP, es solidario.
Solidarios quien comenzaron los recortes en Cataluña antes que en España.
Me parece bien que seas independentista, aunque no lo comparta, pero dejaté de palabras babeantes para justificar el apoyo a la burguesía de Cataluña.
Sobretodo síes eres de izquierdas.
Los de derechas es razonable que la apoyen.
>>>Anónimo Anónimo dijo...
ERC y CUP, es solidario.
Solidarios quien comenzaron los recortes en Cataluña antes que en España.
Me parece bien que seas independentista, aunque no lo comparta, pero dejaté de palabras babeantes para justificar el apoyo a la burguesía de Cataluña.
Sobretodo síes eres de izquierdas.
Los de derechas es razonable que la apoyen.<<<
Este comentario iba dirigido para el segundo comentario. No para los dos siguientes con los que estoy muy de acuerdo.
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