Presidente del
Colectivo Prometeo
Miembro del FCSM
¿Es esto que
estamos viviendo-padeciendo en España una “democracia real”?
¿Existe en nuestro país un estado de derecho en el que su Gobierno
se proponga eficazmente mejorar la vida de sus ciudadanos?
Indudablemente no.
Lo
que está ocurriendo en los últimos siete años, con el PP en el
poder, es un enorme retroceso en los derechos fundamentales (reunión,
manifestación, expresión, laborales-sociales,…), una pérdida
irreparable en el estado del bienestar (en educación, salud,
vivienda, salarios, pensiones, dependencia, etc.) y una violación
continuada de los Derechos Humanos.
Aunque
ha sido elegido democráticamente, este Régimen (antes con mayoría
absoluta y ahora con la muleta de C´s y el apoyo en temas
fundamentales del PSOE) se ha erigido en el defensor de las élites
económicos (para eso lo han aupado –grandes empresas y ricos-), ha
pisoteado la separación de poderes, ha incumplido sistemáticamente
muchos de los artículos de nuestra Constitución (9-2, 10, 15,
20-1a-2-3, 21,23-1, 31-1, 35-1, 37-1, 41, 47, 49, 50), ha reforzado
el nacional-catolicismo y ha legislado contra su propio pueblo, como
lo demuestra el alto nivel de paro, los miles de desahucios, los más
de dos millones de familias sin ningún ingreso o los casi trece
millones de personas que se encuentran en el umbral de la pobreza
(exclusión social). Todo lo expuesto ¿responde realmente a un
sistema social y democrático de derecho? Indudablemente no.
El
ocaso de la dictadura se despidió con el asesinato por las fuerzas
policiales en Málaga del militante comunista Manuel J. García
Caparrós (1977), participante en una manifestación que reivindicaba
la Autonomía para Andalucía. Nunca se condenó al culpable. Al
permanecer en activo todo el aparato franquista (político,
económico, policial y legislativo) después de esta fraudulenta
Transición, su poder ha estado presente en los años de esta falsa
“democracia”. Su heredero político, el PP, sin ocultarlo, ha
seguido ligado al antiguo régimen dictatorial y a lo largo de sus
legislaturas siempre ha demostrado su adhesión y compromiso con los
más allegados descendientes, sean asociaciones o grupúsculos
fascistas.
Las
venas franquistas del PP irradian toda su gobernanza, desde su
negativa a condenar la dictadura, su política represiva (Ley
Mordaza), su permisividad con las manifestaciones de la extrema
derecha, su rechazo a recuperar los restos de miles de muertos
enterrados en las cunetas, hasta el hundimiento en la miseria de
millones de ciudadanos (jóvenes sin futuro) que se encuentra en unas
deplorables condiciones de vida.
La
historia nos ha mostrado como Cataluña (también el País Vasco)
lleva muchos años exigiendo una amplia autonomía y un Gobierno que
asuma las máximas capacidades sobre los servicios y competencias
públicas.
El
enfrentamiento de Cataluña con el PP viene de largo. En 2006, un
nuevo Estatuto de Autonomía fue aprobado por el Parlamento, el
pueblo catalán en referéndum, el Congreso y el Senado. El PP no
sólo propuso un referéndum y pidió firmas para anularlo, sino que
presentó un recurso del texto ante el Tribunal Constitucional que
después de muchas discusiones, recusaciones y modificaciones
profundas del texto original, se aprobó y entró en vigor.
En
estos últimos años, el Gobierno Autónomo de Cataluña ha pedido
continuamente una interlocución para mejorar su Estatuto. El
referéndum, no reconocido por el Gobierno, en Noviembre de 2014 ya
planteó la propuesta de independencia que ganó por amplia mayoría.
Mientras que el Parlamento y una parte importante de la sociedad
catalana pedían poder decidir sobre su futuro, el Gobierno del señor
Rajoy estaba desaparecido. Los dirigentes del PP sabían que,
desaparecida ETA y que sus alusiones a la “dictadura venezolana”
no ya no eran creíbles, había que buscar un enfrentamiento externo
para retirar de la circulación en los medios de desinformación
tanta podredumbre, tanta corrupción, tanto escándalo que salpicaba
a su partido diariamente. Lo encontró. Se cruzó de brazos, metió
la cabeza bajo el ala y dejó que la situación en Cataluña avanzara
hacia la convocatoria de un referéndum unilateral para el 1 de
Octubre. Convirtió a Cataluña en moneda de cambio de sus fechorías
y promovió el enfrentamiento entre la Autonomía y el resto de
España. El cóctel explosivo estaba servido. Acusan al Gobierno
catalán de “romper a España”, de arruinar su economía, de no
respetar la Constitución, de dividir a la ciudadanía, tratando de
imponer un independentismo que no acepta la mitad de la población.
No
podemos olvidar que CiU nunca ha sido independentista. De hecho ha
sido el bastón de apoyo para la elección tanto de Felipe González
como de José Mª Aznar. El aluvión de acusaciones que tuvieron que
soportar por el caso Pujol (dinero en Andorra) y la corrupción con
la mordida del 3 % de los contratos públicos que implicaba a todo el
partido obligó a cambiar de nombre (PdeCAT) y a buscar, como el PP,
una situación de enfrentamiento con el estado central, sabiendo que
no habría respuesta alguna del Gobierno de Rajoy a sus demandas. En
un abrir y cerrar de ojos, el PdeCAT se hace independentista y se
apoya en otros partidos (ERC y CUP) para generar una situación que
no era demandada por la inmensa mayoría de la población que sí
deseaba un referéndum pactado y con garantía. Poco les ha
preocupado a los independentistas lo que desean y quieren para su
nación ese amplio porcentaje, la mitad, de los catalanes que quieren
permanecer dentro de una España plurinacional en un nuevo marco
autonómico o en un estado federal.
Desde
que el Govern de la Generalitat anunció la convocatoria del
referéndum para el 1-0, el Gobierno del Señor Rajoy ha atacado con
dureza las instituciones democráticas catalanas, limitando sus
competencias en materia económica, anulando las posibilidades de
comunicación social y azuzando a la justicia, que ha cumplido con lo
exigido, para parar el proceso, llamar a declarar a políticos
implicados y anunciar fuertes sanciones económicas y penales a los
que participen en el referéndum.
Aunque
no estoy de acuerdo con la independencia de ninguna Comunidad
Autónoma (creo firmemente en un estado federal), sí pienso que
todos los pueblos (naciones) tiene derecho a decidir su futuro
mediante una votación democrática, legal y acordada.
Las
continuas declaraciones del Sr. Rajoy sobre ”no habrá referéndum,
no habrá votación” ha encrespado los ánimos y la voluntad de
muchísimos ciudadanos de dentro y fuera de Cataluña. El Gobierno
central debería conocer la situación real de la población
catalana, muy bien organizada desde la base, no porque todos estén
de acuerdo con la propuesta de independencia, sino porque una parte
muy importante de ella sentía que nadie puede usurpar el derecho
democrático a votar. En esa lucha, la ciudadanía catalana ha
ganado.
Pero
las venas franquistas de Rajoy han estallado con la llegada de la
fecha del referéndum. El envío de miles de policías y guardias
civiles para impedir la votación le ha reventado en las narices al
Presidente del Gobierno. La orden de impedir a toda costa la
votación, alentada por las decisiones judiciales, ha traído
consecuencias desastrosas para los ciudadanos que pacíficamente
querían ejercer su derecho a votar. Más de 850 heridos. Reparar en
las imágenes de agresiones indiscriminadas, violentas, duras,
utilizando porras y pelotas de goma contra la población indefensa
(ancianos, mujeres, niños), observar el destrozo de puertas de
centros educativos y el requisado por la fuerza de urnas, es un
espectáculo más propio de una dictadura que de un estado
democrático.
Tanta
violencia innecesaria ha sido denunciada prácticamente por toda la
prensa internacional. Muchos líderes de diferentes países han
condenado la inexplicable y desmesurada actuación de las fuerzas de
orden público contra una pacífica ciudadanía que sólo quería
ejercer su derecho a votar.
Mientras
tanto, el Presidente Rajoy justifica de forma irresponsable la
violenta actuación de los cuerpos de seguridad del estado y se niega
a reconocer su grave error. Ahora, ya la llama encendida de la
secesión, convoca a todas las fuerzas parlamentarias a dialogar.
Pero ¿Por qué este impresentable Presidente no lo hizo en su
momento cuando era más fácil y posible llegar a acuerdos? Entonces
no le interesaba, tenía que tensar la cuerda para conseguir gran
objetivo: desplazar hacia Cataluña la actualidad informativa y la
mirada de millones de ciudadanos para tapar la ingente corrupción
que enfanga a su partido y a miles de sus militantes.
España
no merece a un Presidente que utiliza la justicia y las fuerzas de
orden para resolver los problemas políticos, incapaz de resolverlos
mediante el diálogo. Rajoy, como lo han pedido desde diferentes
fuerzas políticas, debe dimitir u obligarlo a hacerlo. Hay
alternativa posible, para ello el PSOE debe terminar con su
indefinición, con su política de “nadar y guardar la ropa” y
colocarse con los partidos que, desde hace tiempo, plantean un cambio
real y más democrático que nuestro país necesita para acabar con
la desastrosa política del Partido Popular y no seguir en caída
libre hacia una situación social insostenible que está condenando a
una parte muy importante de la población a la miseria, al hambre, a
la desesperación.
Este posible nuevo Gobierno debe emprender, en diálogo con todas las
fuerzas políticas, sociales y sindicales, un cambio real del
sistema, mediante un proceso Constituyente, que conduzca a una
democracia real, a un sistema social justo e igualitario y a elaborar
una nueva Constitución (la actual está obsoleta) que prime los
derechos sociales y laborales en la que encajen todas la naciones que
forman el estado español y que contemple la posibilidad de la
elección por la ciudadanía de su Jefe del Estado.
1 comentario:
“Por todo ello, la izquierda catalana … sin ningún tipo de ambigüedades, debería oponerse a la secesión. No sólo porque divide a una clase trabajadora, extremadamente desestructurada, sino porque proyecta una República para uso y consumo de las clases medias nacionalistas.”
Por ello, yo que soy nieta de anarquista, hija y sobrina de comunistas, que he militado en los partidos comunistas y feminista desde hace más de 50 años, me siento especialmente triste ante la división de los hombres y mujeres que viven en Cataluña, de los sindicatos, de las asociaciones cívicas, de los partidos y organizaciones de izquierda. Divisiones que como cualquiera puede saber solo benefician a la derecha. A ese perverso juego se han unido partidos que se reclaman marxistas, asambleas republicanas, grupos feministas, sindicatos y asociaciones cívicas.
Y bien seguro que en muy poco tiempo lo lamentarán porque como es bien sabido Roma no paga a traidores y los Puigdemont y los Mas y los Junqueras no premiarán a los tontos comunistas y progresistas su lealtad.
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