Manuel Delgado Milán
Felipe González fue designado por la historia como la
esperanza de regeneración de España tras una rebelión militar, tras
cientos de miles de asesinados, tras cuarenta años de férrea dictadura.
Hoy, pasados otros cuarenta años, dice que prefiere
a Franco antes que Maduro.
Aquí lo importante no es defender o atacar al gobernante
de otro país. No viene al caso decir que Maduro no ha dado un golpe de
Estado, ni fusila cada día al amanecer a nadie. Sobra sostener que es
fruto su gobierno de las elecciones que allí
hay. Que los medios opositores disfrutan de la libertad de prensa y son
mayoría; que el pensamiento, la expresión, la libertad de reunión y la
de manifestación son derechos y libertades, no es el argumento más
importante para responderle porque parece que
aquí nadie quiere hablar de nosotros, de la España real. No caigamos
en la tentación de su trampa discursiva, porque no es necesario. Esas
palabras demuestran lo ya sabido por muchos. Sirven para saber que
Felipe fue un sucesor de la obra de Franco, de la
reproducción del mismo poder que en España pretende ser eterno.
Aquí lo importante es saber que Felipe usa a Franco
como argumento y el franquismo también lo usó para sumergirse a quien no
vio nunca como un enemigo, sino como un aliado esencial para sus
intereses. De hecho el PSOE, que no era nada en la
lucha contra Franco, se llenó en cada pueblo de jóvenes hijos de
familias franquistas.
De aquellos polvos estos lodos, esta clase política. En
España es mayoría la corrupción vestida de lagarterana partidaria, donde
el franquismo se llama democrático, y constitucionalista. Franquismo
llamando golpistas a los que forzaron, ilegalmente,
no un golpe, sino un referéndum.
No es el franquismo de Vox, del PP o de Rivera el que
más debe inquietarnos, que ya es mucho. Es aún más peligroso el
franquismo más oculto que va en el ADN del felipismo de segunda
generación. El de Bono, el de Page, el de tantos barones del
PSOE que tuvieron como candidata a su mejor exponente: Susana Díaz.
La democracia en España está, como con Franco, en las
calles. Son democracia las mujeres, son los pensionistas, las mareas
ante el deterioro de la educación o la sanidad. La esperanza de una
España nueva salió a las calles el 15M, somos futuro
los que ya fuimos pasado, los demócratas antifascistas que pagamos el
precio de la poca libertad que hoy tenemos. Luchamos contra Franco y
ahora sabemos que también nos venció con su transición; con la que fue
más bien transmisión del franquismo a una democracia
que fue mezcla de falsedad, traiciones y miedo.
El franquismo es muy reconocible en las instituciones,
en mucha prensa y televisiones, en la opinión publicada. Es aún mayoría
en la clase política reinante. Si prescindimos de los que nunca fuimos
clase política, aunque algunos de los nuestros
estuvieron y están hoy en minoría en las instituciones como un cuerpo
extraño, casi nada fue el cambio que nos prometimos. El cambio
necesario aún significa derrotar al franquismo. Y el día 2 sería un buen
comienzo derrotando al franquismo de Felipe y de
Susana.
1 comentario:
Después de leer este magnífico artículo de Manuel Delgado Milán, poca duda os queda, queridos andaluces, de a quién votar para conseguir ese cambio tan necesario!!!
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