Jorge
Alcázar
Colectivo Prometeo
Antes que nada,
quiero advertir al posible lector de este artículo que si busca
objetividad, imparcialidad, diplomacia o mesura en las sucesivas
líneas que lo componen, haría bien en dejar inmediatamente de leer
para dedicarse a otros menesteres. Lo que más abajo expondré
pretende prescindir de cualquier tipo de actitud conciliadora o
moderada. Vaya por tanto la subjetividad de este que escribe por
delante para que nadie se rasgue las vestiduras o ponga el grito en
el cielo por el celo y la perspectiva con que el autor aborda el
tema, pues este persigue reconocerse a sí mismo y a sus intereses
frente a los de esa derecha y sus gentes a los que quiere derribar,
vencer y borrar.
De un tiempo a esta
parte asisto a debates y conversaciones que hace no mucho tiempo me
parecía inverosímil que se pudieran mantener, al menos en los
círculos comunes en los que un simple mortal como yo se mueve y en
los términos en que se producen. Trabajo, familia, amigos o mercado
se han convertido hoy en lugares en los que ya se habla abiertamente
y sin rubor sobre inmigración, derechos laborales, feminismo o
economía, por citar algunos temas, en términos involutivos. Así,
aquel que nunca había abierto la boca o que de puntillas pasaba por
tales temas aduciendo su desinterés, diplomacia o falta de opinión,
hoy resulta mostrar una postura férrea de la que hace alarde
defendiendo la supresión de la Ley de Violencia de Género, la
deportación de inmigrantes, el endurecimiento de las políticas
migratorias (perdón por el eufemismo), la defensa de lo privado
frente a lo público o la importancia y necesidad de la Iglesia
Católica, comprando fervientemente el todo por la parte. Pareciera
como si de buenas a primeras la derecha hubiera conseguido en tan
corto espacio de tiempo (apenas unos pocos años) “educar y
adoctrinar” en su ideario a toda esa masa amorfa que hoy rebuzna
con total desparpajo tropelías que creíamos superadas.
Desafortunadamente, la experiencia nos muestra lo contrario. El
españolito facha ha vuelto, la derecha rancia revive, y los
señoritos con o sin cortijo de nuevo pasean la plaza con la chulería
y el desdén que siempre los caracterizó.
Pero que hayan vuelto,
revivan o paseen de nuevo no significa que se fueron o que dejaron de
estar. Estos, y no sólo hablo por los voxtantes, siempre
estuvieron con nosotros y entre nosotros. Vestidos de moderados,
conservadores o centristas, hicieron sus vidas confundidos en la
maleza, camuflándose al calor de las mayorías que se imponían y
alzando la voz sólo para reivindicar lo que negaron o prohibieron
poco tiempo atrás. Aunque se den palmadas en el pecho al defender la
Constitución o la Democracia y hagan gala verbal del respeto hacia
los Derechos Humanos, de los trabajadores o de las mujeres, esta
derecha siempre es y será lo que fue. Conviviendo con el miedo del
que se siente a disgusto ante una mayoría con la que no puede,
ideológica o materialmente, compartir nada, pero de la que depende
su coexistencia, tuvieron que tragar a regañadientes con lo que se
les daba, acechantes a cualquier cambio en los tiempos. Y los tiempos
han cambiado. Cada crisis económica viene precedida por una crisis
sistémica que afecta en su raíz a la sociedad, a sus instituciones
y a las relaciones que en esta se producen. Por ello, hablar de
crisis económica en abstracto es absurdo, como lo es la concepción
“pura y casta” de la Virgen María o la banderita española como
solución a nuestros males, por mucho que guste y por muchos devotos
que desfilen tras la imagen, pues la imagen es un trozo de madera o
de tela “made in China”, ninguna María fue virgen, y la crisis
económica fue el mito que tapó las crisis sistémicas que asolan a
Europa y a su sur, España. Así, en plena crisis de sistema y de
identidad, parece que la polarización derechizante está en camino,
viento en popa y a toda vela.
Pero nuestra
sociedad estaba ya de viejo enferma, viciada por un franquismo
galopante, un tardofranquismo resucitado y una monarquía lampante
que la correlación de fuerzas favorable no pudo erradicar de raíz
por la traición socialdemócrata, que a su vez contribuyó con toda
su pléyade de arribistas y mercenarios ideológicos a este cóctel
putrefacto, dejando un caldo de cultivo propicio para el crecimiento
de estas malas yerbas. Y ahora, cuanto más ignorante, cuanto más
miserable y simple el argumento, cuanto más visceral la argucia,
mayor grado de impacto y mayor poder de seducción poseen estas para
transformar al pequeño burgués apático, tímido y reprimido, que
así mismo se llama moderado, apolítico o conservador, en un
derechón de rancia capa. Lo que fue potencia se convierte en
producto evolucionado. No nos engañemos, pues con las mismas fuerzas
con que este abrazó unos ideales ayer, con el mismo pudor con el que
hoy todavía tapa a media voz las vergüenzas de su ralea, mañana
demandará y justificará un Franco, un Mussolini o un Hitler,
señalará con el dedo a su enemigo y aplaudirá o silenciará
cárceles, censura, presos y campos de concentración, atropellando
con complicidad aquello que tanto costó conquistar. Su concepción
del mundo se encierra entre cuatro hueras paredes: nacionalismo,
catolicismo, clasismo y conservadurismo, todo ello pobremente
amueblado con la espuma del odio y de la inquina que le dan el
sentirse superior. Da igual que tenga cortijo o viva de alquiler, da
igual que sea parado, simple currela o hacendado, da igual que su
hija trabaje y viva en un suburbio de Londres o en la empresa de
papá. Sólo en ese reducido y miserable espacio se desenvuelve con
soltura. Y ya se reconoce con sus iguales, entendiéndose más y más
fuerte con la fuerza que le da “su” identidad nacional, “su”
bandera, “su” estatus, “su” país. No importan las
incongruencias, porque en su planteamiento -que ni siquiera es de
clase, pobre de él- cualquier atisbo de razón o lógica que se
oponga al soniquete machacón que le suena, deben aniquilarse. Y como
digo son muchos, muchos más de los voxtantes radicales, pues
también son los populares “conservadores”, los ciudadanos
“centristas”, los moderados apáticos quienes demandan estar a la
altura del discurso, necesitan demostrar que ellos aman y representan
a España más que nadie, pues de ese molde sale el español de una
pieza; que son duros como la piedra frente al inmigrante, que ya no
es ser humano sino invasor; necesitan empuñar la espada de la
tradición, las costumbres, el macho y la familia y a la mujer en su
casa, ¡como Dios manda, coño!; deben ensalzar y gloriar el
catolicismo, los toros y la caza, la economía especulativa, al
señorito y su cortijo, a las inmensas fortunas, a la gran industria
y sus industriales, a la gran banca y sus banqueros, a las
desigualdades, porque siempre hubo clases oiga, y el “muy español,
mucho español”. Y todo esto frente al comunista quema iglesias y
viola mujeres, frente al bolchevique Satanás, con el cuchillo
todavía hoy entre los dientes pero ya presto a blandirlo.
Así, que nadie se engañe ni lleve o pretenda llevar a engaño a
nadie. Quien hoy defiende, ampara o justifica ese ideario, quien hoy
se polariza bajo ese grito, quien se llama conservador, moderado,
centrista o cualquier otra zarandaja eufemística, quien acude con
ese voto (oxímoron democrático) tóxico a las urnas, quien se
arropa al calor de los miserables que propalan la injusticia, la
desigualdad y el odio en defensa de la patria y de Dios, ayer fue
franquista redomado, silente o hablante, activo o pasivo, por omisión
o por acción, para volver a mostrarse hoy derechón en vías de
fascista, arcilla de nazis y franquistas, sedimento del peor trozo de
historia reciente. Por ello, mientras el enemigo se arma, mientras se
ensancha y expande, más necesario que nunca es nuestra polarización
al otro lado de la trinchera, más necesaria nuestra capacidad de
organizarnos y hacer masa, nuestro valor de resistir para golpear y
aniquilar, pues de ahí dependerá nuestra supervivencia futura. Ha
llegado el momento pues de alinearse: o conmigo o contra mí. Que
cada uno ocupe su lugar y a por ellos. A galopar hasta enterrarlos en
el mar.
4 comentarios:
Me ga gustado mucho, Jorge, y mucho mas objetivo de lo que comentas al principio.
Jorge no lo puedes haber expresado mejor Enhorabuena!!!!
Tu sabes expresarlo mucho mejor que yo,eres fantástico,hace tiempo que vengo observando en los comentarios de aqui por la forma de hacerlos,ves que parecen de izquierda pero al meter el voto deciden hacerlo por la derecha y por esa Iglesia,por ese temor de no vas a bautizar al nieto?,hay pobre,
Éso es a mi modo de pensar y jamás creí que fuera verdad,ésa fe tan desmedido,tanta ignorancia,ya en gente culta cómo pueden creer así.No creo que llegaré a entenderlo aunque sí me gustaría saber el porqué.Un saludo.
El españolito facha no es que haya venido, es que nunca se había ido. Los "apolíticos" o los "yo de política no entiendo", han estado siempre ahí, y esos son los mismos. Y el prólogo de tu escrito sobra, esperaba mas contundencia, pues se lo merecen. Saludos
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