sábado, 25 de enero de 2020

En recuerdo de la matanza de los abogados de Atocha


 
Nuestro compañero y amigo Alejandro Ruiz-Huertas, superviviente de la matanza

Pepe Aguza
Colectivo Prometeo.

     Me asombra la reiteración informativa de los medios “dependientes” de comunicación cada día, indistintamente de la cadena, emisora o periódico que elijas: todos son una repetición sistemática del mismo hecho y bajo el crisol ideológico con que se analice, casi siempre de la derecha más rancia, aburrida y reiterativa o de los presentadores y tertulianos más moderados del panorama informativo.
    El fanatismo y la agresividad verbal, los titulares xenófobos, crímenes de género, pines parentales, farándula, programas de triunfitos, “caras me suenan” o “master cocinitas” en un país de sin techos y comedores sociales, que llenan la parrilla, cuando no continuando la exaltación de sus víctimas del terrorismo, como el aireado homenaje de nuevo en estos días del concejal de Alianza Popular Gregorio Ordóñez, asesinado hace 25 años. En dicho acto, no perdió oportunidad Pablo Casado para insistir en que Bildu y sus allegados no han pedido nunca perdón por las víctimas de ETA: hay que recordar, que una vez más faltan a la verdad y mencionar las veces que individuos y grupos abertzales lo han hecho públicamente en TV, radio o prensa como Gara o Berria, reconociendo “el daño causado… y el sufrimiento desmedido a la sociedad vasca”. “Hemos provocado mucho dolor, muchos daños que no tienen solución. Queremos mostrar respeto por los muertos, los heridos y víctimas que han causado las acciones de ETA. Lo sentimos de vera”: declaraciones de Patxi Zabaleta, fundador de Aralar, por el asesinato de Miguel Ángel Blanco y acciones de la banda terrorista; del propio jefe del aparato militar “Txeroki” en el Tribunal de lo Criminal de París o la disidente Carmen Gisasola, por citar algunos.
   En el acto Casado aprovechó también para criticar al lendakari Iñigo Urkullu por su plan de acercamiento de presos vascos o el dialogo con Bildu, que dicho sea de paso, se adhirieron al acto del minuto de silencio en el Parlamento Navarro en su recuerdo.

Sin embargo, ayer 24 de enero, se cumplieron 43 años de la matanza de los abogados laboralistas de CC.OO., en el número 55 de la calle Atocha de Madrid y apenas he visto en prensa, radio u otros medios el más mínimo recuerdo de aquellas víctimas de la defensa de los derechos de los trabajadores a manos de un comando de ultraderecha de FET de las JONS y allegados italianos (Carlo Cicuttini, miembro de la organización neofascista Ordine Nuevo y Gladio).
Curiosamente el Presidente de Gobierno, Pedro Sánchez ha publicado hoy un tuit, recordando el hecho y con una imagen del “Diario 16” de la fecha, por el que la derecha vuelve a explayarse en su acoso.

    Una triste placa en la fachada del viejo edificio recuerda el hecho a quienes transiten por la citada calle, así como otra colocada en la misma fecha, al año siguiente en el Salón de Plenos del Colegio de Abogados de Madrid, que por “motivos de obras” se retiró temporalmente.
   También en la plaza contigua de Antón Martín, se rinde un homenaje póstumo a dichas víctimas del vil atentado fascista, con una escultura del artista Juan Genovés, titulado “El Abrazo”. El monumento a su vez estaba inspirado en un cuadro del mismo nombre y autor, que paradojas de la vida, había sido secuestrado y oculto a su regreso a España, por gente de la derecha española, aunque recuperado por militantes del sindicato comunista, aunque no sería la única vez que desaparecería.
    Aquella noche del 24 de enero de 1977, el comando ultraderechista formado por José Fernández Cerrá, Carlos García Juliá, Francisco Albadalejo (vinculado a las mafias del transporte del Sindicato Vertical) y Fernando Lerdo de Tejada irrumpieron, en el despacho laboralista de CC.OO, asesinando a los abogados Enrique Valdelvira, Francisco Javier Sauquillo, Luís Javier Benavides, el estudiante de derecho Serafín Holgado y el administrativo Ángel Rodríguez e hiriendo de gravedad a Lola González (esposa de Sauquillo), Alejandro Ruiz-Huertas (único superviviente del grupo en la actualidad y miembro de la Fundación Abogados de Atocha) , Miguel Ángel Sarabia y Luís Ramos. Curiosamente la única abogada que se salvaría del atentado, fue Manuela Carmena, que se había trasladado a otro despacho de la misma calle, por motivos de espacio y que llegaría a ser jueza en 1981 y posteriormente Alcaldesa de Madrid desde junio de 2015 hasta junio de 2019.
    Además de los asesinos mencionados, parece que fueron apoyados por algunos miembros excombatientes de la División Azul como Leocadio Jiménez Caravaca y Simón Fernández Palacios que facilitaron las armas y Gloria Herguedas, novia de Cerrá como cómplice, así como algunos otros que no pudieron ser identificados en su día, además de algún miembro de organizaciones fascistas italianas como antes he nombrado.
    Tanto Cerrá, Juliá como Albadalejo fueron condenados a largas penas, sin embargo, Lerdo de Tejada se fugó antes del juicio, permaneciendo en paradero desconocido. También García Juliá, conseguiría en un permiso penitenciario fugarse a Brasil, donde sería detenido en diciembre de 2018 y extraditado a España en agosto de 2019 para terminar de cumplir su condena.
    Pero como decía al principio, la lucha y la sangre de aquellas personas, se intenta solapar con estúpidos programas de distracción o enaltecimiento de ideologías fascistoides, tratando de obviar la lucha por los derechos laborales y humanos, así como la defensa de las libertades.
     Recuerdo una película precipitada a modo de documental de Juan Antonio Bardem, titulada “Siete días de Enero” que recogen perfectamente los acontecimientos de aquellos tiempos y que no debemos olvidar, así como el angustioso libro biográfico que tanto le costó escribir a Alejandro Ruiz-Huertas, amigo y camarada, que tuve el honor de conocer hace tantos años en Madrid, antes de que decidiera trasladarse a Córdoba, donde terminaría jubilándose como profesor titular de Derecho Constitucional en su Facultad y del que recojo dos alusiones que él menciona, una de Paul Eluard que dice “Si el eco de su voz se debilita, pereceremos” y otra de Mario Benedetti que afirma “Siempre hay calles que olvidan sus balazos, sus silencios de pizarra lunar” … y yo añadiría: y una sociedad que no quiere recordar su pasado histórico, los hombres y mujeres que lucharon por sus derechos, por la justicia y la libertad, están condenados a la derrota.

1 comentario:

Rafael Alberto Párraga dijo...

Muy cierto Pepe.


Atocha, cuarenta abrazos después

Orgullosa y erguida sostuvo
La incómoda memoria por siempre
De cada compañero ausente
Que jamás doblegó el verdugo.