miércoles, 4 de agosto de 2021

Propuestas para reconstruir las izquierdas y reubicar el cristianismo liberador

  

 


Fuente:Laicismo.org

 Juan José Tamayo

 Profesor emérito de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría”, de la Universidad Carlos III de Madrid

 

[En septiembre de 2017 fui invitado por el Ministerio de Educación de El Salvador a participar en el Encuentro Internacional sobre Cultura de Paz en El Salvador: educación, memoria y justicia transicional” con una conferencia sobre “Monseñor Romero; Hacia una cultura de Paz. Ese año coincidían dos efemérides de especial relevancia en el país: los 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz y el centenario del natalicio de monseñor Romero].

            Durante mi estancia en San Salvador, la dirigencia de Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, que en ese momento ostentaba la Presidencia de la República de El Salvador en la persona de Salvador Sánchez Cerán, me invitó a un coloquio sobre la reconstrucción de la izquierda, que contó con un debate enriquecedor. En dicho coloquio hice una reflexión sobre el tema teniendo como referencia las “Catorce cartas a las izquierdas”, del prestigioso científico social portugués Boaventura de Sousa Santos, que recoge en su libro La difícil democracia (Akal, Madrid, 2017). Ofrezco a continuación una síntesis de mi exposición cuatro años después, que creo posee la misma vigencia, o quizá mayor, que entonces.]

El presente decálogo constituye una lectura personal de las “Catorce cartas a las izquierdas”, del prestigioso científico social portugués Boaventura de Sousa Santos, que recoge en su libro La difícil democracia (Akal, Madrid, 2017). El género literario epistolar utilizado demuestra la modestia con la que el autor hace sus propuestas: no son tesis, sino “cartas”, no imposiciones, sino invitaciones o, mejor, incitaciones, e incluso, provocaciones para el debate entre las izquierdas. Las cartas van dirigidas a diferentes colectivos que conforman la izquierda plural hoy: partidos políticos y movimientos sociales que luchan contra el capitalismo, el colonialismo, el racismo, el sexismo, la homofobia, así como a la ciudadanía no organizada que comparte los objetivos y aspiraciones de dichos partidos y movimientos.

Son una llamada a reconstruir las izquierdas para evitar la barbarie que se avecina y constituyen una interpelación para que las izquierdas se reinventen en las actuales condiciones partiendo de una rigurosa lectura del cambio de paradigma que se está produciendo y al que deben contribuir política e ideológicamente.

He aquí las líneas fundamentales, que reformulo en el siguiente decálogo.

1. Urgencia de la reflexión. Las izquierdas no suelen estar prestas para la reflexión ni cuando gobiernan ni cuando están en la oposición. Siempre tienen otras urgencias antes que la de reflexionar. Y eso es un suicidio, porque sin reflexión se impone la repetición cansina de slogans intemporales que no hacen avanzar la historia hacia la emancipación, sino que la someten a la dictadura de lo dado. Frente a la instalación en lo dado, que se limita a dar respuestas del pasado a preguntas del presente sin creatividad alguna, las izquierdas deberían seguir la propuesta de Bloch: “Si la teoría no coincide con los hechos, peor para los hechos”.

2. Los Estados nacionales son pos-soberanos: han perdido la soberanía y han transferido no pocas de sus prerrogativas a los poderes financieros.  Esa es precisamente la pretensión del neoliberalismo: desorganizar el Estados siguiendo una serie de transiciones regresivas: de la responsabilidad colectiva a la individual; de la acción basada en la tributación a la acción con base en el crédito que genera la asfixia financiera del Estado; del reconocimiento de la existencia de bienes públicos a cuidar por el Estado a la idea de que las intervenciones del Estado en áreas potencialmente rentables reducen ilegítimamente las posibilidades del beneficio privado.; de la primacía del Estado a la del mercado; de los derechos sociales a la filantropía.

3. Las izquierdas del Norte global empezaron siendo colonialistas y algunas siguen siéndolo hoy, suscribieron el “pacto colonial”, aceptaron acríticamente que las independencias de las colonias terminarían con el colonialismo y minusvaloraron el neocolonialismo y el colonialismo interno. Es hora de cambiar de rumbo. El desafío que tienen delante es participar activamente en las luchas anticoloniales de nuevo tipo.

4. Las izquierdas deben refundar la democracia más allá del neoliberalismo y enfrentarse a la antidemocracia, compaginar democracia representativa y democracia participativa y directa, y articular estas democracias con la democracia comunitaria de las comunidades indígenas y campesinas africanas, asiáticas y latinoamericanas. Han de  legitimar otras formas de democracia como la demo-diversidad, ampliar los campos de deliberación democráticas en la familia, la calle, la escuela, la universidad, la fábrica, los conocimientos y saberes, y los medios de comunicación social. Están llamadas a promover la reforma democrática de la ONU y de las agencias internacionales, defender una democracia anticapitalista ante un capitalismo cada vez más antidemocrático y salvaje. En caso de tener que optar entre capitalismo y democracia, hacer prevalecer la democracia real.

En afortunada expresión de Boaventura, es necesario democratizar la democracia, asediada por la dictadura del mercado y secuestrada por poderes antidemocráticos, poner la justicia al servicio de la democracia y de la ciudadanía, y en el caso de nuestro continente, ¡democratizar Europa! Una democracia real y radical que sea al mismo tiempo posliberal, anticapitalista, anticolonial y antipatriarcal, ecológica, etc.

5. Es prioritario, incluso un imperativo irrenunciable, des-mercantilizar. Producimos y utilizamos mercancías, pero ni nosotros ni los otros somos mercancías, como tampoco lo es la naturaleza. Por eso nuestra relación con los otros y con la naturaleza tiene que ser fraterno-sororal y eco-humana, no mercantil. Los seres humanos somos ciudadanos antes que consumidores y emprendedores. No todo es venal, no todo se compra y se vende. Hay bienes que son públicos y comunes con los que no se puede mercantilizar, mercadear: la naturaleza, el agua, la salud, la cultura, la educación.  

6. Des-colonizar es otra de las tareas urgentes de las izquierdas. Lo que significa erradicar de las relaciones sociales toda forma de dominación basada en la dialéctica superioridad-inferioridad de algunos seres humanos: mujeres, negros, indígenas, etc. La tarea de la descolonización le afecta especialmente a Europa, centro del colonialismo moderno. Su complejo de superioridad en todos los órdenes: religioso, cultural, político, científico-técnico, epistemológico, etc., le llevó a creer que tenía una misión colonizadora, e incluso redentora, del mundo y la incapacitó para descubrir los valores de otras culturas no europeas. Si Europa quiere reconciliarse con el mundo y consigo misma resulta necesaria, decisiva y urgente su descolonización. Para ello tiene que vencer su arrogancia multisecular.  

7. Existe una disyunción, que Boaventura califica de perturbadora, entre las izquierdas latinoamericanas y las europeas. Las europeas parecen coincidir en la necesidad del crecimiento como respuesta a las patologías que sufre Europa, como solución al problema del desempleo y como mejora de las condiciones de vida de quienes la tienen más amenazadas. Las izquierdas latinoamericanas se debaten en torno al modelo de desarrollo y crecimiento y en concreto en torno al extractivismo. Dos son las posturas: la que se muestra a favor como medio para reducir la pobreza y la que se declara contraria por considerarlo la fase más reciente del colonialismo. Para Boaventura, el neo-extractivismo constituye la continuidad más directa del colonialismo histórico, ya que supone:

            . la expulsión de campesinos e indígenas de sus tierras y territorios (negación del derecho al territorio);

. el asesinato múltiple e impune de líderes y lideresas sociales a manos de sicarios contratados por los empresarios;

. la expansión de la frontera agrícola sin asumir responsabilidad alguna en el deterioro y destrucción ambiental.

. el envenenamiento de poblaciones campesinas por la pulverización aérea de herbicidas e insecticidas. 

8. Las izquierdas deben construir una alternativa de poder, y no solo una alternancia en el poder.  La política de izquierdas debe ser simultánea y conjuntamente anticapitalista, antiimperialista, contrahegemónica, antirracista, anticolonial, antipatriarcal y antihomófoba.

9. La pluralidad de las izquierdas es un valor a fomentar y a defender, pero hay que evitar la fragmentación. Por lo mismo es necesario reconocer la diferencia como derecho, pero intentando maximizar las convergencias y minimizar las divergencias.

10. Los partidos y gobiernos progresistas o de izquierda abandonaron con relativa frecuencia la defensa de los derechos humanos más básicos en nombre del desarrollo. Boaventura mira el mundo con los ojos de la Blimunda de la novela Memorial del convento, de Saramago, que veían en la oscuridad, y constata que:

            – la mayoría de los seres humanos no son sujetos de derechos humanos, sino objetos de discursos de derechos humanos.

            – hay mucho sufrimiento humano injusto no considerado violación de derechos humanos.

            – se invoca la defensa de los derechos humanos para justificar la invasión de países, saqueo de sus riquezas Y muertes de víctimas inocentes consideradas efectos colaterales.

A la vista de estas situaciones, Boaventura se pregunta: “¿La primacía del lenguaje de los derechos humanos es el producto de una victoria histórica o de una derrota histórica? ¿La invocación de los derechos humanos es una herramienta eficaz en la lucha contra la indignidad a la que están sujetos tantos grupos sociales, o se trata, más bien, de un obstáculo que des-radicaliza y trivializa la opresión en que se traduce la indignidad y suaviza la mala conciencia de los opresores?” (p. 337). Yo me inclino por la segunda parte de la disyuntiva. Los hechos están a la vista lo demuestran.

Estos diez mandamientos se resumen en dos: primero, la opción de las izquierdas no está entre la política de lo posible y la de lo imposible, sino “en saber estar siempre a la izquierda de lo posible”; segundo, la opción de las izquierdas no está entre democracia y revolución, sino en “democratizar la revolución y revolucionar la democracia”, como el mismo Boaventura afirma.

Espero que estas reflexiones contribuyan a repensar la relación del cristianismo liberador en el Sur Global y sus correspondientes teologías de la liberación con las izquierdas alternativas en el actual momento histórico caracterizado por la complejidad y la incertidumbre en todos los campos del saber y del quehacer humano. Dos guías excelentes para reformular, repensar y practicar esta relación son Sobre izquierda alternativa y cristianismo emancipador, de Francisco Fernández Buey en una edición de Rafael Díaz-Salazar (Trotta, Madrid, 2021), y Cristianismo de liberación. Perspectivas marxistas y ecosocialistas, de Michael Löwy (El Viejo Topo, Barcelona, 2019)

            Fernández Buey sigue el hilo rojo, herético, utópico y subversivo de las religiones, y muy especialmente del cristianismo, como inspiradoras de no pocas de las luchas por la justicia y la igualdad, como ya hiciera el filósofo de la esperanza Ernst Bloch, y reconoce el importante papel jugado por el cristianismo emancipador en la construcción de una izquierda alternativa ecosocialista, que compagine el rojo, el verde y el violeta. Ejemplifica dicho papel en tres figuras relevantes de distintos momentos históricos: Bartolomé de Las Casas, Simone Weil y José María Valverde.

            Michael Löwy destaca la correcta ubicación del cristianismo de liberación en los movimientos populares de América Latina y de sus luchas ecosocialistas, y de la teología de la liberación en el horizonte de la teoría crítica del capitalismo. Los cristianos y las cristianas de liberación comparten con los movimientos populares el análisis de la realidad desde “punto de vista de los vencidos”, como afirmara Walter Benjamin. Löwy reconoce la relevancia histórica de dicho cristianismo en la resistencia al neoliberalismo, al poder ideológico del sistema y a la religión del mercado. “Su perspectiva -afirma- no es el desarrollo, sino la liberación, rompiendo con las estrecheces opresivas del sistema dominante”.

1 comentario:

joaquín Luque i Tenllado dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.