martes, 26 de marzo de 2024

O nos movilizamos o nos movilizan

Fuente: Nerinacanzi.blogspot




Javier Lucena
Colectivo Prometeo

     O nos movilizamos por la Paz o nos movilizan para la guerra. Así de fácil y de rotundo. En un momento en que la globalización económica pasa de mundial a otra por bloques, de menor dimensión y rentabilidad, los poderes económicos y sus servidores políticos ven en el viejo recurso a la guerra una "eficaz" forma de recuperar las tasas de ganancias. Y, en consecuencia, ponen su maquinaria a pleno rendimiento, con una propaganda probélica que nos remite a los momentos previos a la Primera Guerra Mundial: Estados y medios de comunicación se lanzan al alarmismo más feroz, para prepararnos a asumir resignadamente el régimen de guerra, o dicho de otro modo, a que las mayorías sociales conformemos la carne de cañón a triturar. 
     Si no fuera porque el genocidio de Israel en Palestina les ha roto en añicos el discurso, nos lo disfrazarían todo con la necesidad imperiosa de defender los derechos humanos y las libertades contra el imperio Ruso/Chino del mal, contra el demonio Putin. Aún así, lo intentan; pero, dadas las circunstancias - Gaza -, esta vez no cuela. 
    Porque aquí no hay nada parecido a una batalla ideológica como la lucha antifascista que supuso la Segunda Guerra Mundial; aquí solo hay puros intereses económicos enfrentados entre diversos imperios y sus bloques, donde el imperio dominante, USA, se resiste a perder su hegemonía y exige la sumisión a sus intereses y negocios del capitalismo ruso y del capitalismo de Estado chino. 
    Lo más llamativo, con todo, es que en esta ocasión, cuando existen armas nucleares en todas las partes en conflicto capaces de destruir el mundo varias veces - si ello fuera posible -, la certeza de la llamada Destrucción Mutua Asegurada (MAD, en sus siglas en inglés, acrónimo que significa loco en dicho idioma), esa Destrucción Mutua Asegurada, filosofía que rigió durante el periodo de la "Guerra Fría" y que evitó entonces el desastre, hoy no parece estar en vigor.

    En los momentos presentes, unos poderes económicos y políticos totalmente desatados parecen haberse vuelto efectivamente locos y desde Biden a Von der Leyen y Borrell, pasando por Macron o Scholz, o por Feijóo, Sánchez y adláteres, todos - con los matices que se quieran, pero acordes en lo esencial - nos quieren llevar al límite de la guerra nuclear, como si alguien nos pudiera asegurar que entre miles de kilómetros de fronteras y miles de cabezas nucleares no se producirá ningún error de disparo o momento irreversible.
     Puesto que nos preparan para la guerra y la destrucción, para que seamos carnaza masacrada tanto nosotros como nuestras familias, es el momento de no permanecer inmóviles por más tiempo, de rebelarse contra el silencio de los corderos. Se hace urgente, pues, una llamada inmediata a la movilización, a la puesta en pie de un movimiento pacifista internacional, empezando cada uno y cada una por lo que más cerca nos quede. Se trata nada más y nada menos que de una cuestión de supervivencia, una emergencia civilizatoria, y ante ella son necesarias todas las manos, todas las organizaciones sociales, sindicales y políticas que estén dispuestas a lanzar un mensaje claro de Paz y cese inmediato de cualquier guerra y genocidio en marcha. Y que los gobernantes de nuestros países se vean así obligados desde las calles y plazas a abandonar de una vez por todas las estrategias belicistas y pasen a apostar decididamente y de forma inmediata por las vías diplomáticas de resolución de los conflictos actuales y de los que se están gestando en estos momentos.    
      Lo dicho: o nos movilizamos por la Paz o nos movilizan para la guerra. Es una cuestión de vida o muerte, así de claro y de rotundo. Y tenemos la obligación moral y cívica de poner en dicha movilización todo nuestro empeño y energía. ¿Nos ponemos en marcha ya?

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